"Una propuesta histórica y muy vital". Así es como calificó el presidente republicano el proyecto de ley presentado en el Senado este miércoles conocido como RAISE (la ley para "la reforma de la inmigración estadounidense para un empleo fuerte", por sus siglas en inglés). Son sentimientos de los que se ha hecho eco hasta el Departamento de Seguridad Nacional, que ha afirmado que la legislación "serviría mejor al interés nacional" que las medidas actualmente vigentes.

Pasadas escasas horas, no obstante, el presidente del comité del episcopado americano para la migración, Joe S. Vásquez, emitió un comunicado en el que expresó su "oposición fuerte" a una medida que tachó de "discriminatoria", afirmando a la vez que "provocaría que nuestra nación le diera la espalda a los que buscan construir una vida mejor, debilitaría los lazos familiares e impactaría en la capacidad de la nación de responder a los que están en crisis".

"Si esta legislación discriminatoria hubiera sido vigente hace generaciones, muchas de las personas que construyeron y defendieron a esta nación hubieran sido excluidas", opinó en la nota de prensa el prelado Vásquez. "Los Estados Unidos apoyan a las familias, y no debería verter obstáculos a su unidad".

Entre las consecuencias indeseables del nuevo proyecto de ley, el obispo de Austin, Texas, señaló el hecho de que "limitaría permanentemente el número de refugiados a los que se les facilita el tránsito seguro, de ese modo denegando a nuestro país la flexibilidad necesaria para responder a la crisis humanitaria". Posibilidad por la que insta rotundamente al Senado a rechazar la medida, e implora "al Congreso y al Presidente que trabajen juntos de una manera bipartidista para aprobar como ley una reforma migratoria integral".

"Creo que tal reforma debería reconocer las muchas contribuciones que los inmigrantes de todo estirpe han aportado a nuestra nación, y debería proteger las vidas y la dignidad de cada uno, los más vulnerables incluidos", zanjó Vásquez.