El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, expresó que la Santa Sede espera que los Estados Unidos y otros actores de la escena internacional "no se desvíen de sus responsabilidades internacionales en las diversas cuestiones sobre las que las han ejercido hasta ahora históricamente".

El ex nuncio apostólico en Venezuela hizo esta declaración en una entrevista publicada por el diario italiano Il Sole 24 Ore, en la que evitó hacer un juicio de valor sobre el gobierno de los Estados Unidos que encabeza el presidente Donald Trump, ya que "una nueva administración necesita tiempo para encontrar su propio equilibrio". Sin embargo, puntualizó las áreas donde la Santa Sede espera una política de continuidad.

"Pensamos, en particular, en los nuevos desafíos del clima: la reducción del calentamiento global del planeta significa salvar la casa común en la que vivimos y de inmediato reducir la desigualdad y la pobreza que el calentamiento global continúa produciendo. También pensamos en los conflictos en curso", reflexionó el purpurado, en una clara señal a la decisión tomada por Trump de retirar a Washington del Acuerdo de París.

No obstante, "una nueva administración, tan distinta de la anterior y particular, y no solo por motivos políticos, necesitará tiempo para encontrar su propio equilibrio", agregó el cardenal italiano, miembro del consejo de nueve asesores del Papa Francisco (C9). "Todo juicio que se haga ahora es apresurado", reiteró.

Parolin también habló sobre su próximo viaje a Rusia y el papel de la Santa Sede en las relaciones internacionales. El secretario de Estado aseguró que la diplomacia de la Iglesia católica "es una de diplomacia de paz", que "no tiene intereses de poder, ni político ni económico".

El cardenal también sostuvo que la atención de la Santa Sede hacia Europa del Este "viene de larga data", y destacó que el Vaticano "siempre ha considerado importantes las relaciones con Rusia en diversas etapas de la historia".

"La Santa Sede no busca nada para sí mismo. Se trata de un liderazgo basado en el esfuerzo evangélico, humanamente difícil pero indispensable, de modo que los vecinos regresen al diálogo para que el mundo deje de ser desgarrado por el odio", concluyó.