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Hermanos de la Orden de San Juan de Dios podrían ser beatificados
26 - 07 - 2017 - VATICANO - Causa de los Santos

Los hermanos y colaboradores de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, muertos en Monrovia (Liberia) y Lunsar (Sierra Leona) atendiendo a los enfermos de la epidemia de ébola, son susceptibles de una apertura del proceso de beatificación. (Fuente: Infocatolica)

La nueva normativa aprobada por el papa Francisco para la Congregación de la causa de los santos da un causal más para las beatificaciones: perder la vida por el prójimo, por amor de Jesús. Criterios que autorizó el Santo Padre a través del Motu proprio, ‘Maiorem hac dilectionem’ a pedido de la Congregación para la causa de los Santos.

El hermano Jesús Etayo, superior general de la Orden Hospitalaria san Juan de Dios, conversó con ZENIT sobre este tema.

«Me gusta que me llamen hermano aunque soy sacerdote pero somos fundamentalmente una orden de hermanos», dice y recuerda que «en Liberia y su capital Monrovia y en la ciudad de Lunsar, en Sierra Leona, tenemos casas que fueron diezmadas por la epidemia de ébola».

Precisó que en Liberia fallecieron los tres hermanos de la Orden, además de una religiosa de la comunidad de las misionera de la Inmaculada que colaboraba con ellos, más cinco colaboradores. En Lunsa falleció un hermano y ocho colaboradores. «En total 18 personas las que sabían se estaban exponiendo a la muerte».

La epidemia en Libera había comenzado unos meses antes. «El primer hermano conocía que se podía enfermar pero por así decir a él le pilló más desprevenido. Los otros en cambio estaban más conscientes del peligro de contagio y antes de morir supieron que tenían el ébola». Indicó también que «el material fundamental para la toma de medidas de precaución lo tuvieron prácticamente con las ayudas que llegaron del exterior».

Sobre la posibilidad de que se les abra un proceso de beatificación, el superior de la Orden ha señalado que «los hemos puesto como ejemplo. Siempre los llamé ‘samaritanos de la hospitalidad’ o ‘profetas de la hospitalidad’, porque más allá de la posibilidad de un proceso de beatificación, fueron para nosotros un testimonio muy fuerte».

Recordó que «muchos se podrían haber ido de estos países, en particular los que eran europeos, y los otros a algún lugar donde no había ébola». Pero todos ellos «decidieron quedarse con la gente».

Señala que cuando se contagiaron «tuvimos que cerrar los hospitales» porque eran peligrosos en cuanto focos de infección. Sin que por ello cesaran en su labor, como «los hermanos de Sierra Leona que iban de casa en casa a llevar comida a la gente que estaba en cuarentena».

«No se trata solamente de un discurso bonito –asegura el hermano Jesús– porque tenemos una vocación radical en el sentido de la misión, en particular por nuestro cuarto voto de hospitalidad, debiendo respetarlo incluso con peligro de la propia vida. Es una manera de testificar que la vida religiosa es un proyecto serio que a veces conlleva a la muerte».

Siempre sobre la beatificación, el hermano Jesús señala que «al principio como no estaba dentro de los casos, no lo habíamos pensado» si bien como superior pidió que recojan «al menos lo que ha sucedido, que se escriba sobre sus personas y sus vidas, para que sirvan de testimonio».

«Ahora con este decreto hablando con el postulador me decía que ellos tienen previsto un encuentro en la Congregación de la causa de los santos para entender mejor, entonces sabremos si es posible, o cómo se haría».

La orden en números

El padre Jesús señala que «los religiosos entre hermanos y algunos sacerdotes somos unos 1.100. Estamos en 55 países, con más de 400 centros de servicios, sanitarios, sociosanitarios y sociales. Nos ocupamos de personas enfermas y necesitadas. Desde hospitales tecnificados y muy grandes a pequeños centros para migrantes, para personas con adicciones, enfermos mentales, discapacitados físicos y psíquicos y las cárceles. Nuestra familia hospitalaria de San Juan de Dios incluye a unos 60 mil dependientes y unos 20 mil voluntarios».

Los desafíos de la orden:

«El primer desafío es mantener vivo el carisma y la misión de la obra, esto implica la reflexión y discernimiento para decir cuál es el proyecto de Orden que la Iglesia y el mundo hoy nos demanda. Esta es la clave. A nivel de nuestra vida consagrada pero también de nuestra misión». También «si las estructuras actuales son las más adecuadas para responder a esta llamada que la Iglesia hoy nos hace».

Luego hay otros desafíos, asegura el hermano Jesús: «como el de transmitir los valores y la filosofía de la Orden a nuestros colaboradores. Tenemos más de 400 centros. A nosotros no nos interesa ser una empresa, una holding, nuestro objetivo es servir a las personas que sufren. Y por ello es muy importante que se sientan identificados».

Esto asegura «implica información y formación, pero también implicación, testimonio, transmisión de valores. Tenemos un concepto que llamamos ‘escuela de hospitalidad’. La hospitalidad para nosotros es el carisma y la misión, o sea un programa de formación sobre la filosofía de la orden, de transmisión de valores, con un estilo asistencial propio. Estas existen en todas las provincias de la orden».