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Legalización de la marihuana en Uruguay
25 - 07 - 2017 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros

El obispo de Salto, monseñor Pablo Galimberti, destaca las incoherencias del Gobierno en diversos aspectos como en el cuidado de la vida, el medio ambiente, en materia educativa y en cuanto a la preservación de los recursos naturales. (Fuente: Forumlibertas)

A raíz del reciente inicio de la comercialización legal de la marihuana en el Uruguay, el obispo de Salto, monseñor Pablo Galimberti, en su columna semanal del diario salteño “Cambio” destaca una serie de “incoherencias” o “doble discurso” del gobierno uruguayo en diversos aspectos como en lo que respecta al cuidado de la vida, del medio ambiente, en materia educativa y en cuanto a la preservación de los recursos naturales, entre otros.

El artículo de monseñor Galimberti se titula “Sí, marihuana, ¿doble discurso?” y su texto, que fue reproducido por la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal del Uruguay, dice:

“La comercialización de la marihuana a consumidores registrados iniciada hace dos días con la autorización y control directo del gobierno, constituye una medida novedosa, no carente de riesgos. La idea, lanzada, discutida y aprobada durante el gobierno del expresidente Mujica, le tocó concretarla al Presidente Vázquez. Aunque suponemos que a él no le cayó simpática esta herencia. Aun con esta salvedad se trata de un mismo partido político que lleva adelante la propuesta.



Voy a mencionar algunas incoherencias o doble discurso respecto a esta decisión, si la comparamos con otras medidas. Empecemos con el alcohol. Respecto al consumo de bebidas alcohólicas para conductores de vehículos. Todos debemos ajustarnos a la reglamentación de la tolerancia “0” como medida prudente para proteger la vida. La propia y la ajena. Y ya se comprueba la buena costumbre; quienes van a una fiesta el sábado por la noche suelen contratar un chofer para el regreso.

El eslogan “Uruguay país natural” para captar turistas y a la vez incentivar a la población al cuidado del medio ambiente, resulta ambiguo. El reciclado y clasificación de la basura en barrios de la capital y del interior dejan la impresión de que los uruguayos estamos lejos de una real cultura del cuidado responsable del medio ambiente.

Las inciativas de “fracking” o fracturación hidráulica van en sentido contrario al objetivo de un país que pretende defender uno de los recursos hídricos más valiosos de este planeta como es el acuífero guaraní del que participamos en el norte del país. Y del que depende gran parte de la industria hotelera o sin chimenea, sustentada en las aguas termales. Quienes intentan información de primera mano sobre lo que está pasando en algunos lugares del norte del país tienen que ingeniarse con tácticas casi detectivescas para reunir informaciones o recoger testimonios en los lugares donde se han producido retumbantes detonaciones.

El nivel de escolarización choca con enormes dificultades y se ha buscado paliar la situación con el “pase social” que facilita que los “escolares” con 15 años puedan ser promovidos sin importar las clasificaciones.

Otra meta de los dos últimos gobiernos ha sido “educar, educar, educar”. Pero cuando toma vuelo una iniciativa pública, de gestión privada, surgen voces o incluso propuestas para recortar, restringir o incluso eliminar las ayudas de empresas, autorizadas por el respectivo organismo estatal. Como el perro del horteano, que ni come ni deja comer.

Otra incoherencia flagrante es en lo que respecta al valor y cuidado de la vida, que se da de bruces con el mal llamado derecho al aborto. Por más que lo disimulen llamándolo “interrupción voluntaria del embarazo” o con su sigla, para disfrazarla mejor: IVE. O por más que ignoren los datos científicos de que el ADN que nos identifica por toda la vida se encuentra ya en el primer instante de la concepción. Lo llamativo es que los que propugnan el aborto argumentan contra la Iglesia como opositora. Pero sistemáticamente “ignoran” los argumentos científicos que interpuso el Dr. Vázquez al vetar la ley en su primera presidencia (14/XI/2008).

La nueva etapa, con consumidores registrados no elimina mágicamente las preguntas que se planteaban antes de la legalización. El consumo abusivo no elimina los efectos sobre el cerebro. Las investigaciones del NIDA (National Institute on Drug Abuse), por ejemplo, lo prueban de modo irrefutable.”