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El matrimonio gay divide a Europa
17 - 07 - 2017 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Unión Gay

Europa sigue inmersa en la batalla política por la redefinición del matrimonio. Mientras Alemania y Malta aprueban las bodas gais en procesos exprés y sin apenas debate social, Lituania rechaza legalizar las uniones civiles para parejas del mismo sexo. (Fuente: Aceprensa)

Alemania y Malta se acaban de sumar al grupo de países europeos que reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo, que ahora suman 15. Otros 13 contemplan alguna forma de unión civil para las parejas homosexuales, pero no el matrimonio. Y 22 no reconocen ni las uniones civiles ni el matrimonio, según el último recuento del Pew Research Center. De este grupo, concentrados en Europa central y oriental, 13 definen en sus constituciones el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Lo que está en sintonía con el amplio rechazo a las bodas gais en la región.


En Europa, 22 países no reconocen ni las uniones civiles ni el matrimonio para las parejas del mismo sexo
Un espectáculo infantil y superficial

En el caso de Alemania, sorprende la celeridad con que se ha llevado a cabo el proceso de legalización. El domingo 25 de junio, el candidato del Partido Socialdemócrata (SPD) a la cancillería en las elecciones del próximo septiembre, Martin Schultz, puso como condición para futuras alianzas de gobierno la legalización del matrimonio homosexual. Actualmente, los socialdemócratas son los socios minoritarios en la gran coalición de Angela Merkel, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU).

El lunes 26, la canciller se dio por enterada y dijo que estaba abierta a permitir un voto en conciencia en este tema a los diputados de su partido, si bien no habló de fechas concretas. El martes, Schultz anunció en rueda de prensa su intención de provocar una votación esa misma semana. Y al día siguiente, por iniciativa del SPD, Los Verdes y La Izquierda, la comisión de asuntos jurídicos del Bundestag (cámara baja) remitió al pleno un proyecto de ley que llevaba parado desde 2015.

La votación en el pleno tuvo lugar el viernes 30. La legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo salió adelante con 393 votos a favor, 226 en contra y cuatro abstenciones. Merkel votó en contra, lo mismo que el presidente del grupo parlamentario CDU/CSU en el Bundestag, Volker Kauder. Salvo una independiente, el resto de los diputados que votaron en contra eran de la CDU y de la Unión Social Cristiana (CSU). El 7 de julio, el Bundesrat (cámara alta) dio el visto bueno al proyecto de ley.


“Esto no ha sido un momento histórico para la igualdad, sino política en su vertiente más infantil y superficial” (Sabine Beppler-Spahl)
Es cierto que la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en Alemania –donde las uniones civiles homosexuales estaban permitidas desde 2011– llevaba planteándose en la opinión pública desde tiempo atrás. Pero parece claro que la advertencia de Schultz ha sido el desencadenante. Y no es solo que los acontecimientos se hayan precipitado: quizá lo más sorprendente del caso alemán es que se haya cambiado en solo 40 minutos de discusión parlamentaria una institución que durante siglos había sido otra cosa.

Sabine Beppler-Spahl, corresponsal de Spiked en Alemania y directora del think tank liberal Freiblickinstitut, llama la atención sobre el hecho de que este cambio histórico –como lo han definido los partidarios de la ley– se haya producido “no como consecuencia de un debate abierto y profundo”, sino como resultado “de una semana de buscar ganancias políticas, donde los partidos trataban desesperadamente de superarse unos a otros en la carrera hacia las elecciones”.

Es más, añade, “incluso si aceptamos que los principios del matrimonio tradicional están anticuados, deberíamos exigir un debate adecuado. Lo que hemos tenido es un espectáculo teatral. (…) Esto no ha sido un momento histórico para la igualdad, sino política en su vertiente más infantil y superficial”.

Sin libertad de voto

En Malta no se ha visto ese tira y afloja político, a juzgar por la práctica unanimidad de la votación: 66 parlamentarios votaron a favor de legalizar el matrimonio homosexual y solo uno en contra, el diputado del Partido Nacionalista (PN) Edwin Vassallo. Pero también aquí se aprecia el patrón de la superficialidad: el gobierno laborista de Joseph Muscat celebra haber “hecho historia”; sin embargo, para transformar la institución matrimonial ha bastado ordenar el reemplazo en la ley del matrimonio y en otras leyes de las palabras “marido”, “mujer”, “madre”, “padre”… por otras sin género en inglés.

Muscat, primer ministro desde 2013 y reelegido en las elecciones anticipadas del pasado 3 de junio, había anunciado que su principal prioridad legislativa para este mandato sería la legalización del matrimonio gay. Los laboristas contaban con el apoyo del PN, el principal partido de la oposición. Sin embargo, según explica Helena Grech en The Malta Independent, cuando el PN se enteró de que el núcleo duro del proyecto de ley laborista consistía en la supresión de las palabras “marido”, “mujer”, “madre”, “padre”… se disgustó y acusó al gobierno de ser “poco transparente”. Con todo, no solo terminó dándole su apoyo al proyecto actual, sino que impuso la disciplina de voto a todos sus diputados. Vassallo se la saltó y votó en contra.

El argumento de la pendiente resbaladiza ha sido decisivo en Lituania para frenar la legalización de las uniones civiles homosexuales
Miriam Sciberras, presidenta de Life Network Foundation Malta, una de las organizaciones cívicas que se manifestaron contra la ley, lamenta en un comunicado la rapidez con que se ha llevado a cabo este cambio legislativo. “Esto no es igualdad, ni inclusión, ni respeto hacia quienes apreciamos profundamente el significado de esas palabras”.

No al efecto dominó

En las antípodas de Malta y Alemania está Lituania. El 15 de junio, el Parlamento lituano rechazó legalizar las uniones civiles para las parejas homosexuales: 29 diputados votaron a favor del fallido proyecto de ley, 59 en contra y 20 se abstuvieron.

La iniciativa de los liberales recurría a la idea de la comunidad de afecto, una noción que en España funcionó para legalizar el matrimonio entre homosexuales. Victoria Cmilyte, diputada liberal y una de las autoras del proyecto, insistió en que el matrimonio de hombre y mujer seguía siendo “la forma tradicional de familia y la base de la sociedad”, pero que no se podían desconocer otras realidades.

Sin embargo, la mayoría de parlamentarios no entraron a ese discurso. Según el diario lituano Delfi, el diputado conservador Laurynas KasčiÅ«nas argumentó que abrir la puerta a la legalización de las uniones civiles para las parejas homosexuales era poner en marcha un proceso de “efecto dominó”, que acabaría con la transformación de la institución del matrimonio. En la misma línea se pronunció el diputado Petras Gražulis, quien aludió a una noticia que había leído ese día: la legalización, en Colombia, de una unión civil entre tres homosexuales.

Como explica Vytautas Sinica en MercatorNet, las parejas homosexuales se regirán por la Ley de Acuerdo de Cohabitación, pensada para regular las relaciones de convivencia en una misma vivienda con independencia de que medie o no una relación sentimental. Esta ley no considera familia a las parejas sin casar.