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La encíclica Maximum illud y la vida misionera
30 - 06 - 2017 - VATICANO - Documentos

A la encíclica Maximum illud le había precedido en el siglo XIX una floración de carismas misioneros. Era la hora de exponer de manera sistemática y orgánica los principales criterios (Anastasio Gil-Alfa y Omega)

Decir Pedro es decir piedra. Sucesión en el ministerio petrino. Desde el primer momento que Francisco, sucesor de Pedro, se presenta ante el mundo, evoca la belleza y urgencia de este ministerio que tiene una connotación misionera. Permanentemente exhorta a la misión, como lo hizo el pasado 3 de junio al comunicar a los directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias la decisión de dedicar a la misión ad gentes el mes de octubre de 2019. «He acogido con gran agrado vuestra propuesta de dedicar un tiempo extraordinario de oración y reflexión sobre la missio ad gentes. Pediré a toda la Iglesia que dedique el mes de octubre del año 2019 a esta finalidad».

La elección del año es para conmemorar el centenario de la primera encíclica misionera firmada por Benedicto XV con el nombre de Maximum illud. Desde el principio queda clara su finalidad: fortalecer la oración con ocasión de la actividad misionera de la Iglesia y reflexionar sobre los nuevos paradigmas de la missio ad gentes. Por una parte ya no existen fronteras que separen territorios de misión, aunque desde el punto de vista jurídico y organizativo sigan siendo de suma utilidad, y por otra parte, la cooperación entre las Iglesias ya no es unidireccional, sino que es interdireccional. Las Iglesias particulares han de estar preparadas para enviar, por escasos que sean sus recursos, y para acoger a los que vienen. Es necesario caer en la cuenta de las nuevas circunstancias de modulan esta actividad misionera.

Dos preguntas brotan de modo espontáneo: ¿Hay alguna novedad en aquella encíclica centenaria papal, después de los numerosos y ricos documentos que el magisterio pontificio ha entregado a la Iglesia en estos 100 años? ¿Por qué se anuncia con dos años de anticipación?

Maximum illud puso los primeros fundamentos de la reflexión teológica y pastoral de la actividad de la Iglesia. Había precedido en el siglo XIX una floración de carismas misioneros que respondían generosamente al mandato de Jesús: «Id por el mundo entero…». Era la hora de exponer de manera sistemática y orgánica los principales criterios eclesiales para orientar, desde el punto de vista evangélico, esta actividad floreciente de la Iglesia. El texto dedica una primera parte a señalar algunas indicaciones para las Iglesias jóvenes y en formación; a continuación Benedicto XV ofrece una bella exhortación a los misioneros, de una sorprendente actualidad; y concluye con una petición al pueblo de Dios para que colabore con esta actividad de la Iglesia, haciéndole saber que el compromiso misionero está en la entraña de la fe. Es razonable pensar que estas tres cuestiones pueden seguir propiciando el renacimiento de la responsabilidad misionera en la Iglesia, la de aquí y la de allá.

Ya se han dado los primeros pasos

Dos años de preparación parece un tiempo excesivo para quienes están acostumbrados a las urgencias. Nada más propio de la actividad misionera que la paciencia y la esperanza, que están en la identidad específica de la vocación misionera. La celebración de este mes extraordinario necesita ser remansado en el corazón de la vida cristiana, en el corazón de la comunidad eclesial. Programar actividades para este mes es relativamente fácil, incluso sorprendentemente atractivo, pero al final estos esfuerzos pasan sin apenas dejar rastro. Para no dejarse sorprender por la precipitación es necesario preparar los corazones para vivir intensamente la escucha de la Palabra de Dios y responder con generosidad a esta llamada. Esta, y no otra, es la estrategia de los misioneros en su tarea evangelizadora.

Ya se han dado los primeros pasos. En la Asamblea de las Obras Misioneras Pontificias los directores nacionales han dedicado un tiempo a reflexionar sobre este mes. Muchas han sido las sugerencias que el tiempo se encargará de ordenar, pero sobre ellas hay un compromiso radical: poner a las Obras Misionales Pontificias en estado de misión. Fue el mismo Francisco quien dio la clave para entender este compromiso al recordar que los responsables de la animación misionera han de tener y vivir la pasión por la misión, pasión que implica corazón y amor en el anuncio del Evangelio. Esta es la prioridad. Por eso volvió a recordar que las Obras Misionales Pontificias no son ni pueden ser una ONG. Es la Iglesia en estado de misión.

En España, la celebración de este gran acontecimiento misionero se sitúa en el interior del plan pastoral de la Conferencia Episcopal para el presente quinquenio. 2019 es el año en el que se intensifica la participación de los fieles en la celebración de la fe y la antesala para el último tramo del plan pastoral (2020) dedicado al ejercicio de la caridad. La celebración de este tiempo extraordinario dedicado a la misión será un nuevo regalo que hace el Papa al recordar que la misión es el corazón y la razón de ser de la Iglesia. Así lo confirman los obispos cuando, en dicho documento, manifiestan su deseo de querer «orientar el trabajo de la Conferencia Episcopal a favorecer esta transformación misionera de nuestras parroquias y comunidades cristianas. Como nos pide el Santo Padre, tenemos que salir de nuestras fronteras y de nuestras inercias para llevar la alegría del Evangelio a nuestros hermanos».