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Sarah: obispos y sacerdotes «humillan» a los homosexuales
18 - 06 - 2017 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Unión Gay

El cardenal Robert Sarah, uno de los cardenales que habla con mayor claridad ha prologado el libro de Daniel Mattson "Por qué no me llamo gay" y cuya experiencia puede leer en este reportaje de ReL. En el prólogo, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino escribe que las personas que sienten atracción hacia personas del mismo sexo están llamadas a la castidad,“los humillamos si creemos que no pueden alcanzar esta virtud” (Religión en Libertad)

Sarah advirtió además que los obispos y sacerdotes “los humillamos si creemos que no pueden alcanzar esta virtud” que es para “todos los discípulos”. “El respeto y la sensibilidad con que el Catecismo nos llama no nos da permiso para privar a los hombres y mujeres que experimentan la atracción al mismo sexo de la plenitud del Evangelio”, afirma el cardenal, tal y como recoge Aciprensa.

“Omitir los ‘duros dichos’ de Cristo y su Iglesia no es caridad. De hecho, es un mal servicio al Señor y a los creados a su imagen y semejanza y redimidos por su Preciosa Sangre”, agregó.

"Deben ser aceptados con respeto, compasión y delicadeza"
De este modo, el Cardenal Sarah indica que, frecuentemente, obispos y sacerdotes recuerdan que el Catecismo enseña que quienes experimentan atracción al mismo sexo “deben ser aceptados con respeto, compasión y delicadeza”, y que la tendencia homosexual “constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba”.

Recuerda el prelado guineano que “en su caridad y sabiduría materna, la Iglesia indica varias otras cosas en el Catecismo sobre la homosexualidad que algunos miembros del clero optaron por no citar, incluida la clara advertencia: ‘bajo ninguna circunstancia pueden ser aprobados los actos homosexuales’”.

Citando el Catecismo, el Purpurado destacó también que las personas con tendencias homosexuales “están llamadas a cumplir la Voluntad de Dios en sus vidas y, si son cristianos, a unir al sacrificio de la Cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar de su condición”.


Daniel Mattson es el autor del libro que prologa el cardenal Sarah

"Es la Iglesia la fuente de esta gracia"
“Como todos los miembros de la Iglesia, ‘pueden y deben gradualmente acercarse a la perfección cristiana’, la vocación de todos los bautizados. Estas palabras del Catecismo son igualmente valiosas, porque expresan auténtica caridad pastoral. Nos invitan, como miembros del cuerpo de Cristo, a acompañar a nuestros hermanos y hermanas que experimentan atracción al mismo sexo, mientras buscan alcanzar la perfección cristiana a la que el Señor llama a todos sus hijos”, señaló.

Sarah agregó que “Jesús no pide nada de nosotros que sea imposible o para lo que no provee la gracia. Es la Iglesia la fuente de esta gracia”, agregó.

"Profundamente conmovido" por los testimonios que escuchó
El cardenal reveló que quedó profundamente conmovido por los testimonios de los católicos homosexuales que escuchó en una conferencia en la Pontificia Universidad de Santo Tomás en Roma, dos días antes de desarrollarse el Sínodo de la Familia.

 

“Vine a aprender cómo sufrieron estas cuatro almas, a veces debido a circunstancias fuera de su control, y a veces a causa de sus propias decisiones. Sentí la soledad, el dolor y la infelicidad que soportaron como resultado de perseguir una vida contraria a la verdadera identidad de los hijos de Dios”, escribió.

"Solo la Iglesia tiene las respuestas a las preguntas más profundas"
La autoridad vaticana destacó que estas personas “solo cuando vivieron de acuerdo con la enseñanza de Cristo fueron capaces de encontrar la paz y la alegría por la cual habían estado buscando”.

“Solo la Iglesia tiene las respuestas a las preguntas más profundas del hombre y las necesidades más profundas de amor y amistad. Solo la plenitud del Evangelio cumple el corazón humano. Solo los mandamientos marcan el camino de la amistad con Cristo y entre sí”, expresó el Cardenal.

Al finalizar su prólogo, el Cardenal Sarah señaló que “la Iglesia enfrenta hoy muchos desafíos y amenazas. Por eso, la unidad por la cual nuestro Señor oraba tan urgentemente es imperativa, especialmente entre el clero. Jesús oró para que sus sacerdotes fueran santificados ‘en la verdad’”. “Solo podemos ser santos y llevar a otros a la santidad, en la medida en que nos permitamos ser ‘consagrados en la verdad’”, concluyó.