El obispo informó públicamente que de acuerdo a las normativas enviadas en una carta hace más de 6 meses por el Papa Francisco a los obispos de la región de Buenos Aires, y en el marco de la integración de los cristianos «marginados» por su situación irregular de divorciados vueltos a casar o en situación irregular (divorciados en nueva unión), luego de haber realizado un periodo de 6 meses de encuentros sabatinos denominados «camino de discernimiento», se dictaminó en concordancia por lo expuesto anteriormente incluirlos en la comunión sacramental y plena que se produciría en la ceremonia.
«Bienvenidos de nuevo a casa». Con esta frase afectuosa concluyó en la parroquia San Roque de Reconquista, lo que ha sido calificado como primera experiencia de discernimiento, acompañamiento e integración de parejas que vivían, viven y piensan seguir viviendo de forma contraria a la ley de Dios.
Lo ocurrido contradice expresamente el Magisterio de San Juan Pablo II en la exhortación apostólica Familiaris Consortio:
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
Ver también el discurso de Su Santidad Benedicto XVI a los miembros de la Rota Romana en el año 2010:
Hay que huir de las tentaciones pseudo-pastorales que sitúan las cuestiones en un plano meramente horizontal, en el que lo que cuenta es satisfacer las peticiones subjetivas para obtener a toda costa la declaración de nulidad, a fin de poder superar, entre otras cosas, los obstáculos para recibir los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. En cambio, el bien altísimo de la readmisión a la Comunión eucarística después de la reconciliación sacramental exige que se considere el bien auténtico de las personas, inseparable de la verdad de su situación canónica. Sería un bien ficticio, y una falta grave de justicia y de amor, allanarles el camino hacia la recepción de los sacramentos, con el peligro de hacer que vivan en contraste objetivo con la verdad de su condición personal.
(Fuente: Infocatolica)