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Denuncias de pedofilia traban la vuelta de los lefebvrianos
24 - 04 - 2017 - IGLESIA - Vida religiosa

El Papa buscaba acabar con ese cisma. Y había avances, pero ahora, un investigación periodística publicada en la televisión sueca reveló que cuatro miembros de esa línea conservadora abusaron de niños durante años. ( Julio Algañaraz- Clarin)

Esta vez sería la buena. Tras varios anuncios en los cuatro años de pontificado de Francisco de negociaciones, expectativas de que el cisma más importante que han vivido los últimos Papas se encamina a concluir en un acuerdo. Puntualmente desmentidos después por repentinos rechazos de los líderes de la Fraternidad Pío X, llamados los lefebvrianos, ultraconservadores y ultratradicionlistas, la tratativa con el Vaticano está llegando a buen fin, según monseñor Guido Pozzo, secretario de la comisión Ecclesia Dei, a la que Francisco encargó negociar la absorción del cisma que en 2018 cumplirá 30 años si la reconciliación no se alcanza.

“Faltan las firmas del acuerdo”, afirman los más entusiastas, pero otras fuentes se muestran mucho más prudentes. La clave de la fractura sigue siendo el rechazo de los documentos y el espíritu renovador del Concilio Vaticano II (1962-65), por parte de los seguidores del obispo francés Marcel Lefebvre, que en 1970 fundó la Fraternidad, con sede en Econne, Suiza.

Los lefebvrianos cuentan con 750 iglesias, capillas y centros de misa, dos universidades, un centenar de escuelas, tres obispos, 622 sacerdotes y 215 seminaristas, además de unas 200 monjas y un número indeterminado de fieles, que se cuentan por miles. Para la Iglesia, el cisma que llegó después de muchas vueltas en 1988, cuando Juan Pablo II debió excomulgar a Lefebvre, a un obispo brasileño y cuatro obispos consagrados por el líder tradicionalista, es una herida abierta que el Papa argentino quiere cerrar.

Muchos progresistas que lo apoyan no acuerdan con su voluntad insistente, que se remonta a la época en que era arzobispo de Buenos Aires y ayudó a los lefebvrianos. A su vez la mayoría de los conservadores que pueblan el Vaticano y las manijas del poder de la Iglesia en el mundo, creen que la absorción del cisma con los ultratradicionalistas demuestra que Francisco quiere reasegurar a todos de que la unidad de la Iglesia es una prioridad que constituye una garantía de que no habrá reformas desgarradoras.

Pero el debate sobre la escisión lefebvriana ha dado una vuelta de tuerca inesperada que complica las cosas. Monseñor Bernard Fellay, el suizo que es actualmente el sucesor de monseñor Lefebvre en la comunidad (muerto en 1991), aparece envuelto en un escándalo de protección de curas pedófilos, según una amplia investigación de la televisión sueca que se conoció este mes.

El informe sueco acusa a cuatro religiosos lefebvrianos de abusar sexualmente de doce niños. Tres curas siguen ejercitando el ministerio activo. Según la investigación de la TV escandinava, en uno de los casos, las cumbres lefebvrianas contaron con la complicidad de la “Congregación Suprema” del Vaticano, la de la Doctrina de la Fe encargada de velar por la pureza doctrinaria católica y con jurisdicción disciplinaria por los casos de miembros del clero sospechosos de abusos sexuales.

Los detalles son explosivos y se amplifican con las decisiones del Papa Francisco de autorizar a los sacerdotes cismáticos a confesar y a celebrar los matrimonios de sus fieles, gestos evidentes del camino de la reconciliación auspiciado por el pontífice argentino.

A los cuatro religiosos (tres curas y un voluntario de la Fraternidad lefebvriana) se los acusa de haber prolongado durante treinta años su actividad de pederastas. La comunidad lefebvriana hizo posible su impunidad trasladando entre Francia, Alemania, Australia, Irlanda, EE.UU. y Gran Bretaña a los culpables.

El testimonio de víctimas a la televisión sueca reconstruye los abusos de los sacerdotes imputados. Hay que destacar que el líder de la Fraternidad, monseñor Fellay, es uno de los cuatro obispos consagrados por Marcel Lefebvre que determinó el cisma de 1988. Siempre se supo que el entonces cardenal Joseph Ratzinger era favorable a evitar las sanciones extremas. Cuando Ratzinger se convirtió en el Papa Benedicto XVI, las negociaciones con los cismáticos avanzaron y en enero de 2009 el pontífice alemán les levantó a los cuatro obispos la excomunión.