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Así convenció Bergoglio al resto de cardenales, en 3,5 minutos.
14 - 03 - 2017 - PAPADOS - Francisco

“La dulce y confortadora alegría de evangelizar” es el texto que el arzobispo argentino, Jorge Mario Bergoglio leyó en el pre-cónclave ante el foro pleno de los 114 cardenales electores, el 9 de marzo de 2013, y difundido bajo autorización ya hace algún tiempo por el cardenal Jaime Ortega, presente en el Aula. (Ary Waldir Ramos Diaz-Aleteia)

En el contexto de la Sede Vacante, las notas del cardenal Bergoglio, constituyen un documento histórico de lo que sucedió antes de la elección del primer pontífice del continente americano, jesuita, el primer Sucesor de Pedro no europeo tras 12 siglos.

Al intervenir en la penúltima Congregación general del Colegio Cardenalicio, anterior al cónclave, parecería que su discurso fue definitivo a la hora de tocar los corazones y las mentes de los purpurados que lo eligieron como nuevo obispo de Roma hace cuatro años.

“Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar’”, escribió.

Según reconstrucciones periodísticas de las voces de varios cardenales, pues nadie tiene un diario completo de lo ocurrido, cada alto prelado tenía tres minutos y medio para opinar cómo debería ser el próximo pontífice.

La hoja manuscrita por el puño y letra del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio es la prueba del discurso que pronunció antes de entrar en la Capilla Sixtina para el cónclave del 12 de marzo 2013.

El documento original está conservado en la arquidiócesis de La Habana, Cuba, debido a que Francisco lo donó al entonces arzobispo de la ciudad, el cardenal Ortega.

El discurso es el siguiente: “Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia. ‘La dulce y confortadora alegría de evangelizar’ (Pablo VI). Es el mismo Jesucristo quien, desde dentro, nos impulsa.

1.- Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.

2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.

3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros. Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí. Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas.

4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar’”.