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Pioneros católicos del voto femenino
08 - 03 - 2017 - HISTORIA - Contemporanea

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, esta jornada se ha acabado convirtiendo, en términos generales, en una manifestación feminista acaparada por la izquierda. Y mientras se conmemora en este día gracias a la comunista alemana Clara Zetkin, que en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en 1910 propuso el 8-M como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se desconoce y se oculta el importante papel que desempeñaron distintos católicos y católicas para reivindicar los derechos a las mujeres y su derecho al voto. Hecho que sí fue reconocido nada menos que por Simone De Beauvoir.(Religión en Libertad)

Los católicos, olvidados en la conquista del sufragio femenino
De hecho, algunos de estos católicos fueron precursores y llegaron mucho más lejos en busca de la igualdad de la mujer que una parte importante de la izquierda que ahora se apropia esta lucha, aunque esto sea algo que ni se celebre este miércoles ni se conmemore.

Precisamente ahora se cumplen cien años de un hecho importante que abriría el camino al voto femenino y que tenía a un católico como protagonista. En 1917 en Italia, el ahora siervo de Dios, Luigi Sturzo, curiosamente un sacerdote, ya escribía a favor del voto femenino cuando nadie lo hacía.


 

El sacerdote Sturzo, precursor y padre de la democracia cristiana
Este sacerdote ordenado en 1894 fue también político, alcalde de 1905-1920 y secretario general de la Acción Católica. Pero sobre todo es conocido por ser uno de los fundadores de la democracia cristiana. En 1919 co-fundó el Partido Popular Italiano que tuvo un éxito inmediato consiguiendo 101 escaños.

En 1919, Sturzo llevaba en el programa electoral de su partido la aprobación del voto femenino en un proceso que se vio truncado con la llegada del fascismo, lo que le obligó a exiliarse en 1924.

Según recoge el Osservatore Romano, convencido de que la ampliación de la participación de las mujeres en el ámbito público no dañaría a la familia, Sturzo no solo consideraba el voto administrativo y político como “una consecuencia lógica de una participación extrafamiliar en la vida social y en los intereses colectivos”, sino sobre todo colocaba la ampliación del sufragio en una “concepción dinámica” de la democracia, como “factor global de educación civil”.

Hasta la feminista atea Simone de Beauvoir lo reconoció
Las tesis de Sturzo contaban con el apoyo de la Santa Sede, que nunca contradijo a Sturzo y sí realizó gestos que apoyaban la participación de la mujer en la vida política. Y esto no lo dice ningún Papa u obispo sino una de las madres del feminismo, Simone de Beauvoir.


 

Esta escritora y filósofa existencialista que fue pareja de Jean Paul Sartre decía en su conocida obra, El segundo sexo: “Al feminismo revolucionario (…) se ha añadido un feminismo cristiano: Benedicto XV, en 1919, se pronunció a favor del voto a las mujeres; monseñor Baudrillart y el padre Sertinllanges hacen una fervorosa campaña en este sentido (…) En el Senado, numerosos católicos, el grupo de la Unión Republicana y, por otra parte, los partidos de extrema izquierda, están a favor del voto a las mujeres: pero la mayoría de la asamblea es contraria”.

Los importantes gestos de la Santa Sede
Simone de Beauvoir se refiere a la audiencia y posterior discurso que Benedicto XV pronunció el 22 de octubre de 1919 a la Unión de Mujeres Católicas Italianas en las que las habló de su importante apostolado en la vida social “fuera de casa”. Y aunque no citó directamente el voto femenino todos los comentaristas dieron por hecho el apoyo a través de la política de gestos al sufragio femenino, puesto que era además un tema de debate en Italia.

Sobre esto mismo, la profesora de la Universidad del País Vasco y experta en feminismo, Nerea Aresti, escribe en su libro Los argumentos de la exclusión. Mujeres y liberalismo en la España contemporánea que “la llamada de Benedicto XV, en 1919, a la participación política activa de los católicos, también de las mujeres, animó a la organización de asociaciones feministas católicas y legitimó el recurso al voto femenino por parte de estos sectores”.


 

De Dorothy Day a Hildegard Burjan
Por poner otros dos ejemplos. Cabe destacar que la que fuera feminista estadounidense Dorothy Day fue encarcelada en 1917 por protestar junto a otras mujeres frente a la Casa Blanca a raíz de la exclusión de las mujeres del voto. Pues bien, esta mujer fue declarada, evidentemente por otros motivos, sierva de Dios por el ahora santo Juan Pablo II. El cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, sigue llevando hacia delante su causa de beatificación.

El segundo ejemplo se produjo en Austria. La primera mujer que formó parte del Concejo municipal de Viena en 1919 y un año después también la primera en ser diputada nacional de Austria justo tras conseguir el sufragio universal es la ahora beata Hildegard Burjan, beatificada por el cardenal Amato en 2012.

También en España hubo católicos que fueron precursores del voto femenino. Se trata de un hombre y de una mujer cuyos nombres no son reconocidos en esta causa pero que abrieron camino, no sin dificultades.

El ministro católico español que presentó el proyecto de ley
Uno de los más activos fue Manuel de Burgos y Mazo, político y escritor que fue ministro de varias carteras durante el reinado de Alfonso XIII. Este católico convencido quería implantar en España una democracia cristiana y su obra más ambiciosa fue El problema social y la democracia cristiana en la que consideraba que sólo la doctrina social católica podía resolver los problemas sociales y la crisis de España.

En noviembre de 1919, siendo ministro de Gobernación, Manuel de Burgos presentó un proyecto de ley electoral que pretendía extender el derecho de voto a las mujeres mayores de edad. En el preámbulo se hacía eco de las conquistas que poco a poco se estaban produciendo en otros países puesto que, explicaba, se había demostrado que las mujeres tenía igual aptitud que los hombres en muchos aspectos de la vida pública.


 

La prensa conservadora apoyaba el sufragio femenino
Su propuesta finalmente no pudo aprobarse porque se produjo un cambio de gobierno. Sin embargo, el proyecto encontró un fuerte apoyo por parte de la prensa conservadora. De hecho, la edición del ABC del 21 de septiembre de 1919 afirmaba que lo expuesto por Manuel de Burgos “merece un entusiasta aplauso” y el periódico añadía que “en los tiempos modernos, en los que la mujer desempeña una misión tan importante en la vida social y política, es justo que no sólo tenga deberes, sino también derechos”. Y la noticia dejaba una nota destacada: “la reforma será seguramente combatida desde el partido socialista que quiere que la mujer no salga de la situación en que hoy se encuentra; hasta el punto de que en los reglamentos de muchas corporaciones obreras se las niega toda beligerancia”.

María de Echarri, una feminista católica
Sin duda, una de las grandes precursoras de la igualdad es la para muchos desconocida, María de Echarri. Esta católica española nacida en 1878 vio reconocida su incansable labor social desde la perspectiva católica con diversas condecoraciones como la Cruz de Leopoldo II de Bélgica, la Arcade por el Papa Pio X o la medalla Pro Ecclesia et Pontifice.


 

El logro de la ley de la silla
Activista, política y periodista defendió a la clase humilde y a las mujeres desde un feminismo católico. Fue secretaria general del Sindicato Católico Femenino, que tuvo miles de afiliadas. En 1918 escribía que “el feminismo posible, razonable en España, debe ser netamente católico”.

Desde sus artículos periodísticos y desde la política intentó conseguir el sufragio femenino. Echarri fue una de las primeras concejales del Ayuntamiento de Madrid y diputada en la Asamblea Nacional bajo el gobierno de Primo de Rivera.

Como curiosidad, uno de sus grandes logros fue la aprobación de la conocida como ley de la silla, aprobada en febrero de 1912 y que supuso toda una revolución en la legislación laboral. Esta normativa protegía a las mujeres que tenían que trabajar de pie y que podían padecer problemas en los ovarios y la matriz, abortos y partos prematuros. Para ello, los dueños de las empresas o tiendas debían proporcionar una silla a las mujeres para que pudieran descansar.