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El cardenal Müller responde así a las dubia
01 - 02 - 2017 - VATICANO - Documentos

 Ni él, el cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni mucho menos el Papa habían respondido hasta ahora las preguntas de los cuatro cardenales. Pero en cambio ahora Müller las "clarifica", muy bien, en la amplia entrevista que publica hoy la revista "Il Timone". "El magisterio del Papa es interpretado sólo por él mismo o a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe.", dice el Prefecto.(Sandro Magister-Settimo Cielo)

> La verità non si negozia

En la entrevista, el cardenal no menciona las "dubia", pero dice "apertis verbis" precisamente lo que los cuatro cardenales pedían que se clarificara.

Y no deja de fustigar a esos obispos que con sus "sofismas" interpretativos – así dice – en vez de guiar a sus fieles corren "el riesgo que un ciego conduzca de la mano a otros ciegos".

A continuación presentamos los pasajes claves de la entrevista.

*

P. – ¿Se puede dar una contradicción entre Tradición y conciencia personal?

R. – No, es imposible. Por ejemplo, no se puede decir que hay circunstancias por las cuales un adulterio no constituye un pecado mortal. Para la doctrina católica es imposible la coexistencia entre el pecado mortal y la gracia santificante. Para superar esta absurda contradicción Cristo ha instituido para los fieles el sacramento de la Penitencia y Reconciliación con Dios y con la Iglesia.

P. – Es una cuestión que se discute mucho a propósito del debate en torno a la exhortación post-sinodal "Amoris laetitia".

R. – La "Amoris laetitia" es interpretada claramente a la luz de toda la doctrina de la Iglesia. […] No me agrada, no es correcto que muchos obispos estén interpretando "Amoris laetitia" según su propio modo de entender la enseñanza del Papa. Esto no va en línea con la doctrina católica. El magisterio del Papa es interpretado sólo por él mismo o a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Papa interpreta a los obispos, no son los obispos los que deben interpretar al Papa, esto constituiría un derrocamiento de la estructura de la Iglesia Católica. A todos ellos que hablan demasiado, les recomiendo estudiar primero la doctrina [de los concilios] sobre el papado y sobre el episcopado. Como maestro de la palabra, el obispo debe ser el primero en estar bien formado para no correr el riesgo que un ciego conduzca de la mano a otros ciegos. [...]

P. – La exhortación de san Juan Pablo II, "Familiaris consortio", prevé que las parejas de divorciados que se han vuelto a casar y que no pueden separarse, para poder acceder a los sacramentos deben comprometerse a vivir en continencia. ¿Todavía es válido este compromiso?

R. – Ciertamente que sí, no está superado porque no es solamente una ley positiva de Juan Pablo II, sino que él mismo expresó lo que es constitutivamente un elemento de la teología moral cristiana y de la teología de los sacramentos. La confusión sobre este punto remite también a la falta de aceptación de la encíclica "Veritatis splendor" con la clara doctrina de lo "intrinsece malum". […] Para nosotros el matrimonio es la expresión de la participación de la unidad entre Cristo esposo y su esposa la Iglesia. Ésta no es, como han dicho algunos durante el Sínodo, una simple y vaga analogía. ¡No! Ésta es la sustancia del sacramento, y ningún poder en el cielo y en la tierra, ni siquiera un ángel, ni el Papa, ni un concilio ni una ley de los obispos tienen la facultad de modificarlo.

P. – ¿Cómo se puede resolver el caos que se genera a causa de las diferentes interpretaciones que se han dado de este pasaje de Amoris laetitia?

R. – Recomiendo a todos reflexionar, estudiando antes la doctrina de la Iglesia, partir de la Palabra de Dios en las Sagrada Escrituras, que es muy clara respecto al matrimonio. Aconsejaría también no entrar en ninguna casuística que puede generar fácilmente malentendidos, sobre todo el que afirma que si se muere el amor, entonces se muere el vínculo matrimonial. Éstos son sofismas: la Palabra de Dios es muy clara y la Iglesia no acepta secularizar el matrimonio. La tarea de los sacerdotes y de los obispos no es la de crear confusión, sino la de aportar claridad. No podemos referirnos solamente a pequeños pasajes presentes en "Amoris laetitia", sino que es necesario leer todo en su conjunto, con la finalidad de hacer más atractivo para las personas el Evangelio del matrimonio y de la familia. No es "Amoris laetitia" la que ha provocado una interpretación confusa, sino algunos confundidos intérpretes de ella. Todos debemos comprender y aceptar la doctrina de Cristo y de su Iglesia, y al mismo tiempo estar dispuestos a ayudar a los demás a comprenderla y a ponerla en práctica también en situaciones difíciles.

(Traducción en español de José Arturo Quarracino)