El cardenal arzobispo invitó a los presentes a que le ayuden en la evangelización: “Hay muchas personas que han venido de la sierra y que necesitan que ustedes les señalen: anda a ver a Jesús, bautiza a tus hijos, acércate a la confesión. Yo quiero contar con la colaboración de ustedes para que esa gran misión, para que todos nuestros hermanos que vinieron de la sierra, que cuando ven sus patronos y sus santos se acuerdan de su juventud y vuelvan a la Iglesia”, dijo.
Y les exhortó: “Ayúdenme en esa catequesis. Enseñar a tus hijos, a tus amigos, llevarlos a la hermandad a rezar”.
El purpurado les recordó que “lo que más separa al pueblo de mí es el pecado”. El pecado de beber, de no cuidar el propio matrimonio, del robo y de la mentira, entre otros; señalando que “Jesús quiere lavar tu alma, quiere sanarte de esa inclinación que te lleva a la cólera y que te lleva a pelear”.
Les invitó también: “Cuiden su familia, bauticen a sus hijos, recen el rosario, tengan cariño entre ustedes, ayúdense”. Y a los responsables de las procesiones, los mayordomos, les invitó a que sean siempre obedientes a los párrocos, a los sacerdotes y a sus estatutos”.
“Que Dios bendiga a este pueblo cuzqueño -concluyó- que son la gran mayoría que ha asistido a la catedral. Que Dios los bendiga”.