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El Papa a diplomáticos: “Políticas sociales contra el terrorismo fundamentalista”
10 - 01 - 2017 - PAPADOS - Francisco

El Papa se dirige al Cuerpo diplomático y propone la vía para obtener la paz y la seguridad. Migrantes: integrar sin hacer que se sienta amenazada la identidad de quien acoge. el «desastre humanitario» en Siria y el «desconcierto» por ls pruebas nucleares en la península coreana. Frente a las «fuerzas disgregadoras» es «urgente actualizar la idea de Europa». (Andrea Tornielli-Vatican Insider)

La paz no es «simple ausencia de guerra» y exige «el compromiso de las personas de buena voluntad» que aspiran a «una justicia cada vez más perfecta». Para combatir el terrorismo fundamentalista hay que «garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa» y «evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos». El camino hacia la paz y la seguridad pasa por el desarrollo de una justa distribución de los recursos.

Es amplio y muy articulado el tradicional discurso que Papa Francisco dirige al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, en este nuevo año. Francisco recuerda que hoy, para demasiados, la paz es «todavía una simple ilusión lejana», puesto que millones de personas «viven hoy en medio de conflictos insensatos. Incluso en aquellos lugares que en otro tiempo se consideraban seguros se advierte un sentimiento general de miedo».

La paz no es ausencia de guerra

Para los cristianos, explica Francisco, la paz es don de Dios, «un bien positivo» y no «la simple ausencia de la guerra». No puede, pues, ser reducida «sólo al establecimiento de un equilibrio de las fuerzas adversarias», sino que exige «el compromiso» de quien aspira «a una justicia cada vez más perfecta». El Papa afirma que está vivamente convencido de que «toda expresión religiosa está llamada a promover la paz», aunque recuerda que «se ha cometido violencia por razones religiosas, comenzando precisamente por Europa, donde las divisiones históricas entre cristianos han durado mucho tiempo». Al mismo tiempo, explica, no hay que olvidar las obras de inspiración religiosa que «contribuyen, incluso a menudo con el sacrificio de los mártires, a la construcción del bien común por medio de la educación y la asistencia, sobre todo en las regiones más desfavorecidas y en las zonas de conflicto». Obras que «contribuyen a la paz» y atestiguan que es posible, concretamente, «vivir y trabajar juntos, a pesar de pertenecer a pueblos, culturas y tradiciones diferentes.

Los gestos viles del terrorismo

Bergoglio después recuerda que «todavía hoy, la experiencia religiosa», puede «ser utilizada a veces como pretexto para cerrazones, marginaciones y violencias». Es el terrorismo «de matriz fundamentalista, que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo». Son gestos viles, dice el Papa, que utilizan «a los niños para asesinar, como en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la ciudad, como en Niza o en Berlín». Una «locura homicida que usa el nombre de Dios para sembrar muerte, intentando afirmar una voluntad de dominio y de poder». Francisco llama nuevamente «a todas las autoridades religiosas para que unidos reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios». El terrorismo fundamentalista, añade, «es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social». Y podrá ser «plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos y políticos». Los primeros deben «transmitir aquellos valores religiosos que no admiten una contraposición entre el temor de Dios y el amor por el prójimo». En cambio, a los gobiernos corresponde «garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa, reconociendo la aportación positiva y constructiva que ésta comporta para la edificación de la sociedad civil», y la responsabilidad «de evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos. Eso requiere adecuadas políticas sociales que combatan la pobreza, y que requieren de una sincera valorización de la familia, como lugar privilegiado de la maduración humana, y de abundantes esfuerzos en el ámbito educativo y cultural».

Renunciar a la violencia

El Papa se dice convencido de que la autoridad política no debe limitarse a «garantizar la seguridad de sus propios ciudadanos», sino que también debe «ser verdadera promotora y constructora de paz». La paz es una «virtud activa, que requiere el compromiso y la cooperación de cada persona y de todo el cuerpo social en su conjunto», y no es nunca «una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer». Edificarla, insite Francisco, exige antes que nada renunciar a la violencia «en la reivindicación de los propios derechos». Construir la paz, continúa el Papa, «requiere también que se desarraiguen las causas de discordia entre los hombres, que son las que alimentan las guerras, empezando por las injusticias». Existe, de hecho, «una íntima relación entre la justicia y la paz», pero, como enseñó San Juan Pablo II, la justicia humana debe ser ejercida y completada con el perdón. El Jubileo fue una ocasión «particularmente propicia para descubrir también la incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social».

Acoger e integrar a los migrantes

«Es necesario un compromiso común —dice el Papa— en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna». Esto implica a capacidad de conjugar el derecho de cada ser humano a migrar y garantizar, al mismo tiempo, «la posibilidad de una integración de los inmigrantes en los tejidos sociales en los que se insertan, sin que éstos sientan amenazada su seguridad, su identidad cultural y sus propios equilibrios políticos y sociales». Un enfoque «prudente» por parte de las autoridades no implica, explica Francisco, «la aplicación de políticas de clausura hacia los inmigrantes», si bien los gobernantes deban «evaluar, con sabiduría y altura de miras, hasta qué punto su país es capaz, sin provocar daños al bien común de sus ciudadanos, de proporcionar a los inmigrantes una vida digna, especialmente a quienes tienen verdadera necesidad de protección». Francisco explica que no se puede reducir la crisis actual a «un simple recuento numérico», porque los migrantes «son personas con nombres, historias y familias, y no podrá haber nunca verdadera paz mientras quede un solo ser humano al que se le vulnere la propia identidad personal y se le reduzca a una mera cifra estadística o a objeto de interés económico».

No abandonar a los países que responden a la emergencia

El problema migratorio «tema que no puede dejar indiferentes a algunos países mientras que otros sobrellevan, a menudo con un esfuerzo considerable y graves dificultades, el compromiso humanitario» de una «emergencia que no parece tener fin». Todos, afirma el Pontífice, deberían perseguir «el bien común internacional», Bergoglio agradece a «todos los países que acogen generosamente a los necesitados», entre los que cita a Italia, Alemania, Grecia y Suecia. Y recuerda también la acogida que han ofrecido el Líbano, Jordania y Turquía, «así como el compromiso de diferentes países de África y Asia». Después recuerda a «los miles de inmigrantes centroamericanos que sufren terribles injusticias y peligros en su intento de alcanzar un futuro mejor, y que son víctimas de extorsión y objeto de ese despreciable comercio ?horrible forma de esclavitud moderna? que es la trata de personas».

La paz pasa por el desarrollo

Francisco afirma que es enemiga de la paz «una visión reductiva del hombre, que abre el camino a la propagación de la iniquidad, las desigualdades sociales y la corrupción». «El camino de la paz pasa por el —añade, citando la encíclica “Populorum Progressio”, que este año celebra su cincuenta aniversario— pasa por el desarrollo» que las autoridades públicas tienen la obligación de animar y favorecer, creando las condiciones para una más equitativa de los recursos». En el mundo «hay todavía muchas personas, especialmente niños, que aún sufren por causa de una pobreza endémica y viven en situaciones de inseguridad alimentaria (más bien, de hambre) mientras que los recursos naturales son objeto de la ávida explotación de unos pocos, desperdiciándose cada día enormes cantidades de alimentos».

Siria, Corea y la carrera de armamentos

Francisco llama a la comunidad internacional «para que trabaje con diligencia para poner en marcha una seria», con el objetivo de acabar con el conflicto en Siria, que está provocando «un verdadero desastre humanitario». Cada una de las partes involucradas debe «tener como prioridad el respeto del derecho humanitario internacional, asegurando la protección de la población civil y la necesaria ayuda humanitaria». El Papa vuelve a pedir «erradicar el despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir armas cada vez más sofisticadas». «Causan un gran desconcierto —afirma— las pruebas llevadas a cabo en la Península coreana, que desestabilizan a la región y plantean a la comunidad internacional unos inquietantes interrogantes acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares». El Papa recuerda que «la facilidad con la que a menudo se puede acceder al mercado de las armas», además de empeorar los conflictos, «produce una sensación muy extendida y generalizada de inseguridad y temor, que es más peligrosa en los momentos de incertidumbre social y de profunda transformación como el que vivimos».

La ideología que fomenta desprecio y odio

Enemiga de la paz, dice Bergoglio, es «la ideología, que se sirve de los problemas sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al otro como un enemigo que hay que destruir, es enemiga de la paz. Desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen constantemente en el horizonte de la humanidad. Haciéndose pasar por portadoras de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de sí pobreza, divisiones, tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia incluso la muerte». La Santa Sede se compromete con convicción para «solucionar los conflictos» y «seguir los procesos de paz». Francisco cita los ejemplos positivos de Cuba y Estados Unidos, el de Colombia. Pide «gestos valientes» para Venezuela y para el Medio Oriente, «no sólo para poner fin al conflicto sirio, sino también para promover una sociedad plenamente reconciliada en Irak y en Yemen».

Israel y Palestina, paz y dos Estados

La Santa Sede, afirma el Papa, «renueva también su urgente llamamiento para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos, para que se alcance una solución estable y duradera que garantice la convivencia pacífica de dos Estados dentro de fronteras reconocidas internacionalmente. Ningún conflicto ha de convertirse en un hábito del que parece que nadie se puede librar. Israelíes y palestinos necesitan la paz. ¡Todo el Oriente Medio necesita con urgencia la paz!». Francisco también espera «que se cumplan plenamente los acuerdos destinados a restablecer la paz en Libia» y «todos los esfuerzos que en ámbito local e internacional estén destinados a restaurar la convivencia civil en Sudán y en Sudán del Sur, en la República Centroafricana», y también pide a las autoridades políticas en el Congo que «se esfuercen diligentemente para promover la reconciliación y el diálogo entre todos los miembros de la sociedad civil». Además recordó también el caso de Myanmar, pidiendo que «se promueva una convivencia pacífica y, con la ayuda de la comunidad internacional, no se deje de atender a aquellos que están en grave y urgente necesidad».

La idea de Europa y las fuerzas disgregadoras

El diálogo, afirma, Bergoglio, es la única vía para garantizar la seguridad y el desarrollo también en Europa. El Papa ve favorablemente las iniciativas que pretenden la reunificación de Chipre y espera que «en Ucrania se sigan buscando con determinación soluciones viables para la plena aplicación de los compromisos asumidos por las partes y, sobre todo, para que se le dé una pronta respuesta a una situación humanitaria que sigue siendo grave». Europa, explica Francisco, «está atravesando un momento decisivo de su historia, en el que está llamada a redescubrir su propia identidad». Debe «volver a descubrir sus raíces con el fin de plasmar su propio futuro. Frente a las fuerzas disgregadoras, es más urgente que nunca actualizar la “idea de Europa” para dar a luz un nuevo humanismo basado en la capacidad de integrar, de dialogar y de generar, que han hecho grande al así llamado Viejo Continente». El proceso de unificación europea «ha sido y sigue siendo una oportunidad única para la estabilidad, la paz y la solidaridad entre los pueblos»; la Santa Sede está preocupada «por Europa y su futuro». Al final, el Papa también habla sobre la importancia del cuidado de la Creación, refiriéndose al acuerdo de París sobre el clima y expresando la esperanza de una «cooperación más amplia por parte de todos» para afrontar el cambio climático. Recuerda las calamidades naturales, como los terremotos en Ecuador, Italia e Indonesia, esperando que la solidaridad «que ha unido al querido pueblo italiano en las horas siguientes al terremoto, siga animando a toda la Nación, especialmente en estos delicados momentos de su historia».