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Aguer: ¿Cómo se forma la conciencia del argentino medio?
14 - 11 - 2016 - IGLESIA - América

"¿Quién forma actualmente la conciencia, el sentido de la vida, la opinión, del argentino común? ¿Cuáles son las fuentes en las que abreva el argentino común para hacerse una idea no sólo de las cuestiones políticas o económicas, de lo que pasa, sino también de la vida, de la muerte, del sentido de la existencia?." Con estos interrogantes comenzó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, su habitual reflexión en el programa “Claves para un mundo mejor ". Texto completo.

¿Quién forma actualmente la conciencia, el sentido de la vida, la opinión, del argentino común? ¿Cuáles son las fuentes en las que abreva el argentino común para hacerse una idea no sólo de las cuestiones políticas o económicas, de lo que pasa, sino también de la vida, de la muerte, del sentido de la existencia?

Con estos interrogantes comenzó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, su habitual reflexión en el programa “Claves para un mundo mejor”, que se emitió por el Canal 9 de TV el sábado 12 de noviembre.

A modo de respuesta el prelado señaló: “Yo observo algo que me resulta muy peligroso, y lo digo con todo respeto. Veo en los últimos años una “tinellización”, una “susanización”, una “lanatización” de la cultura nacional. Esto tiene que ver con la importancia que adquieren los medios de comunicación y ciertas personas que actúan en ellos con gran profesionalismo y, por tanto también, tienen una audiencia fenomenal”.

Y agregó: “Nos dicen que el programa “Claves para un mundo mejor” lo ven cientos de miles de personas en todo el país. ¡Ojalá! Pero los programas a los que que me refiero los ven millones de personas. Debemos tomar conciencia de cómo este influjo invasor de ciertos medios de comunicación tiene un poder tan grande sobre capas inmensas de la población argentina. Es algo que invita a pensar, porque detrás de este fenómeno, está el hecho de la libertad, de la libertad personal. Todos somos muy rápidos para hablar de la libertad de expresión y demás, pero la libertad de pensamiento, la libertad de reflexión, la libertad de formarse una opinión, ¿es realmente libre?, quiero decir: ¿existe de hecho?”.

“No estoy preconizando el protagonismo absoluto de alguien que imponga un pensamiento de un modo dictatorial. ¡Líbreme Dios, no es eso! Lo que digo es: ¿se reflexiona acerca de qué valores están en juego en la acción de esos poderes que influyen sobre la manera de pensar de los argentinos? ¿Se advierte sobre ellos, se los elabora críticamente, se los critica?”.

Monseñor Aguer señaló que ve “con asombro, que hay periodistas omniscientes, que saben de todo, que hablan de todo y que hablan como si tuvieran la razón siempre. Si entrevistan a alguien que no está de acuerdo con lo que ellos, los periodistas, consideran verdadero o justo, aun si lo tratan con respeto, lo que no siempre ocurre, ellos quedan con el micrófono o la cámara y “lo hacen bolsa” sin escrúpulos”.

“Aquí -prosiguió- hay un fenómeno extraño: que una libertad de expresión tan amplia acaba en la abolición de la libertad, en la imposición de una manera de pensar que, independientemente del problema de la fe religiosa, respecto de las cosas humanas, respecto del sentido de la vida, va arrasando completamente con lo que antes se llamaba el sentido común y que hoy habría que llamar el menos común de los sentidos”.

El prelado platense señaló que antes uno se limitaba a leer el diario cuyo influjo era muy limitado, mientras que ahora el influjo audiovisual o de las redes virtuales es enorme. Hay actualmente poderes omnipotentes de imposición de ideas que se festejan, que se aceptan sin crítica y que van configurando hechos, modas, una determinada manera de pensar y vivir.

Por último monseñor Aguer hizo referencia “a la fe religiosa” y señaló que “la descristianización, la pérdida de la fe o el dejar de lado la visión del mundo propia del cristianismo, lleva a la deshumanización y, a veces, a la falta de decoro, a la falta de honestidad fundamental, de dignidad. Insisto: haciendo creer, muchas veces, que uno es libre, el televidente o el oyente va asimilando un pensamiento único que se le impone en +nombre de la libertad de expresión”. 

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TEXTO COMPLETO DE LA ALOCUCION

¿Cómo se forma la conciencia del argentino medio?
Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (12 de noviembre de 2016)


“Mis queridos amigos hoy quisiera conversar con ustedes sobre algo que me parece fundamental. En realidad converso para ustedes pero estoy seguro que después ustedes comentan entre sí y, muchas veces, me llegan los ecos. Lo de hoy es esto: ¿quién forma actualmente la conciencia, el sentido de la vida, la opinión, del argentino común? ¿Cuáles son las fuentes en las cuales abreva el argentino común para hacerse una idea no sólo de las cuestiones políticas o económicas, de lo que pasa, sino también de la vida, de la muerte, del sentido de la existencia?”.

“Yo observo algo, y lo digo con todo respeto, que me resulta muy, muy peligroso. Veo, en los últimos años, una “tinellización”, una “susanización”, una “lanatización” de la cultura nacional. Esto tiene que ver con la importancia que adquieren los medios de comunicación y ciertas personas que actúan en ellos con gran profesionalismo y, por tanto también, tienen una audiencia fenomenal”.

“Nos dicen que a este programa “Claves para un mundo mejor” lo ven cientos de miles de personas en todo el país. Ojalá, pero a los programas que me refiero los ven millones y millones de personas. Creo que nosotros tenemos que tomar conciencia de cómo este influjo invasor de ciertos medios de comunicación tiene un

poder tan grande sobre capas inmensas de la población argentina. Es algo que invita a pensar, porque detrás de todo esto, detrás de este fenómeno, se encuentra el hecho de la libertad, de la libertad personal. Todos somos muy rápidos para hablar de la libertad de expresión y demás, pero la libertad de pensamiento, la libertad de reflexión, la libertad de formarse una opinión, ¿es realmente libre?, quiero decir: ¿existe de hecho?”.

“Fijense la pavada que estoy diciendo: ¡si la libertad es libre!” Usted ve tal o cual programa, su vecino ve el otro y son televidentes adictos a esos programas, por no hablar de los blogs y de las opiniones innumerables que circulan por las redes. Hay una especie de descontrol, no estoy preconizando el protagonismo absoluto de alguien o que alguien imponga un pensamiento de un modo dictatorial. ¡Líbreme Dios, no es eso!. Lo que digo es: ¿se reflexiona acerca de qué valores están en juego en la acción de esos poderes inmensos que influyen sobre la manera de pensar de los argentinos? ¿Se advierte sobre ellos, se los elabora críticamente, se los critica?”.

“Veo, con asombro, que hay periodistas omniscientes, saben de todo, hablan de todo y, además, hablan como si ellos tuvieran la razón siempre. Siempre tienen la razón. Si entrevistan a alguien que no está de acuerdo con lo que ellos, los periodistas, consideran verdadero o justo, aún si lo tratan con respeto, lo que no siempre ocurre, ellos quedan con el micrófono o la cámara y “lo hacen bolsa” sin escrúpulos. Aquí hay algo raro, me parece, y que configura un fenómeno muy extraño: que una libertad de expresión tan amplia, tan amplia, acaba en la abolición de la libertad, acaba en la imposición de una moda, de una manera de pensar que, independientemente del problema de la fe religiosa, respecto de las cosas humanas, respecto del sentido de la vida, va arrasando completamente con lo que antes se llamaba el sentido común y que hoy habría que llamar el menos común de los sentidos”.

“Antes uno se limitaba a leer el diario, que venía en una amplia e incómoda hoja sábana y el influjo de ese diario era muy limitado; pero ahora el influjo audiovisual o el influjo de las redes virtuales es enorme, especialmente, si uno se concentra en ello”.

“Fíjense, de paso, en la cuestión del “aparatito” del teléfono multifunción. A mí me llama la atención, caminando por la calle, observar que toda la gente va con el telefonito, además en una reunión; además, en una reunión cualquiera todo el mundo está con su telefonito como si viviera en dos mundos a la vez. Es sospechoso todo esto, de cómo hay, hoy en día, poderes omnipotentes de imposición de ideas que se festejan, que se aceptan sin crítica y que van configurando, hechas modas, una determinada manera de pensar y vivir”.

“De paso, hice referencia a la fe religiosa; me refiero precisamente al cristianismo, a las verdades fundamentales de la fe cristiana y advierto, hoy día, este fenómeno: que la descristianización, la pérdida de la fe o el dejar de lado la visión del mundo propia del cristianismo, lleva a la deshumanización y, a veces, hasta extremos irrisorios, a la falta de decoro, a la falta de honestidad fundamental, de dignidad. Insisto: haciendo creer, muchas veces, que uno es libre, el oyente o el televidente va asimilando un pensamiento único que se le impone en nombre de la libertad de expresión”.


Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata