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Feliz cumpleaños para Lutero. Pero en tono menor
04 - 11 - 2016 - INTERRELIGIOSO - Luteranos

Al celebrar en Suecia los quinientos años de la Reforma protestante, Francisco ha esquivado los puntos de conflicto, pero se mantienen todos en pie. Entre tanto, sigue condenando el "proselitismo", precisamente mientras en la Iglesia se derrumba el impulso misionero . Artículo de Sandro Magister.

Doctrina, sacramentos, misión. Éstos son los tres puntos críticos que el papa Francisco afrontó y resolvió a su modo, al celebrar junto con los luteranos los quinientos años de la Reforma protestante, en Lund, el 31 de octubre.


DOCTRINA


En el terreno doctrinal, Francisco ha dado tranquilamente por adquirido la superación completa de lo que se juzgaba el mayor punto de división entre católicos y protestantes, respecto a la "justificación".

Pero justamente, cuando en 1999 católicos y luteranos suscribieron juntos un acuerdo sobre este tema, no se resolvió todo. El acuerdo en su totalidad no se enfocó "sobre la verdad" de la doctrina de la justificación, sino sólo "sobre la verdad" parcial de la misma. Y Joseph Ratzinger, en esa época cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo hizo notar en una entrevista clarificadora:

> Il mistero e l'operazione della grazia

Mientras que ahora el comunicado conjunto católico-luterano que ha precedido el viaje del Papa a Lund fue más allá de esa distinción, y expeditivamente ha dado por superada y archivada toda la contradicción:

"La Declaración [de 1999] anuló antiguas disputas de siglos entre católicos y luteranos sobre las verdades fundamentales de la doctrina de la justificación, la cual estaba en el centro de la Reforma del siglo XVI".

Además, si es verdad que la doctrina de la justificación fue factor capital de la ruptura entre católicos y luteranos, hoy ella casi ha desaparecido del sentido común. La lejanía de Dios, sobre todo en las regiones que fueron teatro de la Reforma, ha hecho desvanecer también la conciencia del pecado y la buena nueva de la gracia.

Y este dato de hecho ha facilitado todavía más por una parte la provisión del contraste doctrinal, y por otra parte un relanzamiento actualizado de la idea de justificación en términos de "misericordia", palabra clave del pontificado de Jorge Mario Bergoglio y polivalente en cuanto basta para ser compartida también por los luteranos.

En el discurso pronunciado en Lund, el Papa degradó de hecho los contrastes doctrinales a malentendidos lingüísticos, cuando dijo que en esencia la división se derivó de simples retraimientos "por miedo o prejuicio contra la fe que los otros profesan con un acento y un lenguaje diferentes".


SACRAMENTOS


En cuanto a los sacramentos, el punto crucial de contraste remite a la Eucaristía, y en particular a la posibilidad o no de recibir la comunión juntos - católicos y protestantes - en el mismo rito.

Un año atrás, en visita a la Iglesia luterana de Roma, al responder a una protestante casada con un católico que le preguntó si podía recibir la comunión en Misa, el Papa respondió con un ambivalente sí, no, no sé, decidan ustedes, de lo que sin embargo todos extrajeron la impresión que él "se abrió" a la intercomunión, como en efecto confirmó posteriormente "La Civiltà Cattolica", espejo fiel del pensamiento de Bergoglio:

> Comunión para todos, también para los protestantes

Pero posteriormente, en vísperas del viaje a Lund, llegó la voz de alto del cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, que en una entrevista concedida a Giuseppe Rusconi para el blog Rossoporpora declaró lo siguiente:

"Si queremos discutir solamente la Eucaristía, no podemos llegar a un resultado positivo. Antes debemos aclarar los conceptos de Iglesia y de ministerio. Para los católicos, el ministerio sacerdotal es el supuesto para celebrar la Eucaristía. Pienso que hasta aquí todavía no hemos profundizado y aclarado suficientemente, en los encuentros con los luteranos, los conceptos antes recordados. Si no podemos reconocer las formas de ministerio de las otras Iglesias, es imposible permitir la intercomunión".

Efectivamente, en Lund, la solemne declaración conjunta luterano-católica sobre este punto específico no ha significado ningún paso adelante.

Pero formuló con fuerza un deseo:

"Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa, como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de los que comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y sed espiritual de nuestro pueblo con el fin de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que progresen, también con la renovación de nuestro compromiso en el diálogo teológico".

Es el mismo deseo que Francisco expresó con gran eficacia en su respuesta en la iglesia luterana de Roma, aparentemente incoherente y sin embargo altamente calculada.


MISIÓN


Finalmente, en cuanto a la misión evangelizadora de la Iglesia, en Lund el papa Francisco no tuvo nada que agregar a todo lo que él ya dijo y repitió decenas de veces, la última vez pocos días antes del viaje, en una entrevista concedida al jesuita sueco Ulf Jonsson para "La Civiltà Cattolica":

"En todo caso deberíamos tener un criterio muy claro: hacer proselitismo en el campo adhesiónl es un pecado. Benedicto XVI nos ha dicho que la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción. El proselitismo es una actitud pecaminosa".

Francisco se expresó así también frente a un numeroso grupo de luteranos que peregrinaron a Roma el 13 de octubre:

"El proselitismo es el veneno más potente contra el camino ecuménico".

Lo mismo había dicho también este año dirigiéndose a los cristianos ortodoxos, en Georgia (Tiflis), el 1 de octubre:

"Hay un grave pecado contra el ecumenismo: el proselitismo. Jamás se debe hacer proselitismo con los ortodoxos".

Y el 12 de febrero en Cuba, en la declaración conjunta con Cirilo, el patriarca de Moscú:

"La misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo de hoy… comporta el respeto recíproco para los miembros de las comunidades cristianas y excluye cualquier forma de proselitismo".

En esta última ocasión Francisco había especificado que por proselitismo entendía "el uso de medios desleales para incitar a los creyentes a pasar de una Iglesia a otra, negando su libertad religiosa o sus tradiciones".

Pero casi nunca Bergoglio estuvo tan cuidadoso en circunscribir el sentido y la amplitud de su condena del proselitismo.

En gran parte de los casos su condena se limita a excluir la conversión a la fe católica de los protestantes y de los ortodoxos, pero parece extenderse al propósito de hacer discípulos y bautizar a todos los pueblos.

El 7 agosto del 2013, la primera vez en la que el Papa se lanzó contra el proselitismo, en un videomensaje a los argentinos para la fiesta de san Cayetano de Thiene, Bergoglio dijo:

"¿Vas a convencer a otro para que se haga católico? ¡No, no, no! Ve a encontrarlo, es tu hermano. ¡Esto es suficiente".

El 1 de octubre, en una entrevista con Eugenio Scalfari, fundador del diario "La Repubblica" y exponente de primer nivel del pensamiento laicista, el Papa fue directamente más perentorio, si es fiel la transcripción que Scalfari hizo de sus palabras:

"El proselitismo es una estupidez solemne, no tiene sentido”.

Y en noviembre del mismo año, en una entrevista con su amigo judío Abraham Skorka, el Papa se habría expresado así, de acuerdo con lo referido por el mismo Skorka a "L'Osservatore Romano":

"Reconozco un gran valor en las intervenciones de Bergoglio contra el proselitismo. Es un punto sobre el cual golpea con fuerza y con un énfasis absolutamente especial, lo cual tiene todavía más relieve si consideramos el marco de evangelización en el interior de la cual se pronuncian estas intervenciones. Bergoglio me ha aclarado que el concepto ya había sido explicitado por su predecesor. Pero la incisividad en la materia del actual Papa es mayor. Debemos recordar, en efecto, cómo la evangelización, hasta hace poco tiempo, estuvo inevitablemente asociada al proselitismo. Ahora, por el contrario, el Papa habla de acercar a la fe sólo a los católicos".

La referencia que a veces Francisco hace de su predecesor no es infundada, porque efectivamente, en el año 2007, en Aparecida, Benedicto XVI bosquejó de este modo la misión genuina de la Iglesia:

"La Iglesia no hace proselitismo. Ella se desarrolla más bien por 'atracción'. Así como Cristo 'atrae a todos hacia sí' con la fuerza de su amor, consumado plenamente en el sacrificio de la cruz, de la misma manera la Iglesia cumple su misión en la medida que, asociada a Cristo, lleva a cabo toda obra suya en conformidad espiritual y concreta con la caridad de su Señor".

Pero en ese mismo año 2007 la Congregación para la Doctrina de la Fe, por voluntad del mismo Benedicto XVI, publicó una "Nota doctrinal sobre algunos aspectos de la evangelización", la cual no intentó frenar inexistentes excesos de proselitismo, sino justamente reanimar el impulso misionero de la Iglesia, paralizado por ideas como las siguientes:

"Se dice que basta ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a su propia religión, que basta con construir comunidades capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Además, algunos sostienen que no se debería anunciar a Cristo a quienes no lo conocen, ni favorecer a la adhesión a la Iglesia, pues sería posible salvarse también sin un conocimiento explícito de Cristo y sin una incorporación formal a la Iglesia".

En efecto, uno de los factores de crisis más dramáticos de la Iglesia después del Concilio ha sido el colapso del impulso misionero, a la que Benedicto XVI intentó remediar con el sínodo de la nueva evangelización del 2012 y antes de él Juan Pablo II con la encíclica "Redemptoris missio" de 1990:

> Luces y sombras del concilio. La laguna que Juan Pablo II quiso colmar

Una encíclica en la que se lee, entre otras cosas, en el n. 46:

"Hoy la llamada a la conversión, que los misioneros dirigen a los no cristianos, se pone en tela de juicio o pasa en silencio. Se ve en ella un acto de 'proselitismo'; se dice que basta ayudar a los hombres a ser más hombres o más fieles a la propia religión; que basta formar comunidades capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Pero se olvida que toda persona tiene el derecho a escuchar la 'Buena Nueva' de Dios que se revela y se da en Cristo, para realizar en plenitud la propia vocación".

El hecho es que el colapso del espíritu misionero sigue siendo todavía hoy uno de los mayores factores de crisis de la Iglesia. Pero el Papa Francisco sigue arrojándose contra su opuesto, es decir, contra la presunta propagación del proselitismo, y sin embargo ningún estudio sociológico traza huellas de ello.

Y para contrarrestar el pecaminoso "veneno", insiste en querer reducir a mudo testimonio el anuncio, la evangelización, la misión, porque en el fondo – dijo – ya "todos somos hijos de Dios", también los musulmanes, budistas, hindúes, agnósticos, ateos.

Ésta es una de las contradicciones más inexplicables del pontificado de Francisco. Pero ella también se cuenta entre las claves de su éxito. También en Lund.

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Los actos, los discursos y los documentos del viaje de Francisco por los quinientos años de la Reforma luterana:

> Viaje apostólico del Santo Padre a Suecia, 31 de octubre – 1 de noviembre de 2016

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En la primera página de "L'Osservatore Romano" del 30 de octubre, el periodista marroquí Zouhir Louassini, musulmán, dio cuenta del animado debate que se está suscitando, en el mundo islámico sobre todo de su país, lo que él define como "el fenómeno de la conversión de muchos marroquíes al cristianismo":

> Tre storie e una domanda

Escribe Louassini:

"El diario online Hespress, con más de un millón de visitas al día, ganó la atención de la opinión pública sobre este nuevo tema. Se discute en síntesis sobre el derecho de convertirse a otras religiones".

Louassini refiere el caso de Wallat Mustafa, "el primer refugiado sirio – escribe – convertido al cristianismo", cuyo bautismo se difunde por YouTube y "hace furor entre los musulmanes".

Y concluye preguntando: "¿Por qué este debate duro pero abierto no interesa a los medios de comunicación occidentales?".

Pregunta justa. Pero también podemos preguntarnos cómo pueden ser recibidos estos convertidos del Islam al cristianismo, en una Iglesia a la que el papa Francisco sigue prohibiendo hacer "prosélitos".

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Traducción en español de José Arturo Quarracino(CHIESA)