CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Buenos Aires y Roma. Para Francisco son las diĆ³cesis modelo
05 - 10 - 2016 - VATICANO - Documentos

En ambas, el Papa ha hecho saber cómo quiere que se ponga en práctica el capítulo octavo de "Amoris laetitia", el de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. Sus portavoces aprobados: los obispos argentinos y su cardenal vicario .Artículo de Sandro Magister.

 Ha causado gran rumor en todo el mundo la carta de encomio escrita por el Papa Francisco a los obispos argentinos de la región de Buenos Aires, elogiados por cómo han sabido dar la justa interpretación de "Amoris laetitia" –es decir, la del propio Francisco, la única auténtica porque, dice, "no hay otras"– acerca del punto crucial de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar:

> Intercambio de cartas sobre los "Criterios básicos para la aplicación del capítulo 8 de Amoris laetitia". La respuesta de Papa Francisco

Pero, en realidad, aún no está claro qué valor tiene el texto de los obispos argentinos. Está firmado genéricamente "Los Obispos de la Región" y no aparece en ningún órgano oficial de su diócesis. Ha sido inicialmente distribuido al clero bonaerense –quien lo ha filtrado– y sólo en un segundo tiempo ha aparecido en la agencia online AICA de la conferencia episcopal argentina, con la advertencia de que "cada obispo en su diócesis tiene de hecho autoridad para precisarlos, ampliarlos o acotarlos".

Mientras tanto, también en Roma, en la diócesis de la que Francisco es obispo, hay directrices muy oficiales sobre cómo interpretar y aplicar "Amoris laetitia". Las ha dado a conocer el cardenal vicario del Papa, Agostino Vallini, que las leyó solemnemente el 19 de septiembre en la catedral de San Juan de Letrán.

En este caso no hubo, que se sepa, carta de encomio del Papa. Pero es impensable que el cardenal vicario de Roma haya oficializado estas directrices sin que el titular supremo de la diócesis las haya leído primero y aprobado.

Por lo tanto, hoy sabemos con certeza cuál es la interpretación de "Amoris laetitia" que el propio Francisco autoriza en su diócesis.

Es, de hecho, la que se lee en las 17 páginas del texto firmado por el cardenal Vallini, íntegramente publicado en la página web oficial del vicariato de Roma:

> "La letizia dell’amore": il cammino delle famiglie a Roma

Son directrices que recorren los principales pasajes de la exhortación post-sinodal.

Éstas son especialmente amplias en lo que respecta al fatídico capítulo octavo, el que atañe a los divorciados que se han vuelto a casar "vinculados por una precedente unión sacramental".

*

La primera indicación que el cardenal vicario Vallini da es "poner a su disposición un servicio de información y de asesoramiento en vista de una verificación de la validez del matrimonio", sirviéndose de los nuevos procedimientos, más rápidos, que el Papa ha introducido en los procesos canónicos de nulidad.

Pero si "no se puede ir por la vía procesal porque el matrimonio ha sido celebrado válidamente y ha naufragado por otros motivos, por lo que entonces la nulidad matrimonial no puede ser demostrada ni declarada", se abren los recorridos trazados por "Amoris laetitia".

El primer paso que hay que llevar a cabo –dice el cardenal– es "un largo 'acompañamiento' que siga el principio moral del primado de la persona sobre la ley".

A continuación Vallini prosigue textualmente así, en los puntos quinto y sexto del capítulo cuarto de su relación:

"El paso sucesivo es un 'responsable discernimiento personal y pastoral' (AL, 300). Por poner algunos ejemplos: acompañar con coloquios periódicos, verificar si la conciencia de 'reflexión y de arrepentimiento' madura, una apertura sincera del corazón con el fin de reconocer las propias responsabilidades personales, el deseo de búsqueda de la voluntad de Dios, madurando en ella".

"En esto todos los sacerdotes tienen la importantísima tarea, bastante delicada de llevar a cabo, de evitar el 'riesgo de mensajes equivocados', la rigidez o el laxismo, para contribuir a la formación de una conciencia de verdadera conversión y sin 'renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio' (AL, 307), según el criterio del bien posible".

"Este discernimiento pastoral de cada persona individualmente es un aspecto muy delicado y debe tener en cuenta el 'grado de responsabilidad' que no es igual para todos los casos, el peso de los 'condicionamientos o factores atenuantes', por lo que es posible que, dentro de una situación objetiva de pecado –que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno– se pueda encontrar un recorrido para crecer en la vida cristiana, 'recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia' (AL, 305)".

"El texto de la exhortación apostólica no va más alla, pero en la nota 351 se lee: 'En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos'. El Papa utiliza el condicional, por lo tanto, no dice que hay que admitir a los sacramentos, aunque no lo excluye en algunos casos y con algunas condiciones [el subrayado está en el texto de la relación, ndr]. El Papa Francisco desarrolla el magisterio precedente en línea con la hermenéutica de la continuidad y de la profundización, y no de la discontinuidad y la ruptura. Afirma que debemos recorrer la 'via caritatis' de acoger a los penitentes, escucharles atentamente, mostrarles el rostro materno de la Iglesia, invitarles a seguir el camino de Jesús, hacer que maduren la recta intención de abrirse al Evangelio y esto lo debemos hacer prestando atención a las circunstancias de cada persona individualmente, a su conciencia, sin comprometer la verdad y la prudencia que ayudarán a encontrar el camino justo.

"Es de máxima importancia establecer con todas estas personas y parejas una 'buena relación pastoral'. Es decir, debemos acogerlas con calor, invitarlas a abrirse a participar de alguna manera en la vida eclesial, en los grupos de familias, a que desarrollen algún servicio, por ejemplo, caritativo o litúrgico (coro, oración de los fieles, procesión del ofertorio). Para llevar a cabo estos procesos es más valiosa que nunca la presencia activa de parejas de operadores pastorales, que beneficiará mucho al clima de la comunidad. Estas personas –dice el Papa– 'no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia' (AL, 299)".

"No se trata de llegar necesariamente a los sacramentos, sino de orientar a estas personas para que vivan formas de integración en la vida eclesial. Pero cuando las circunstancias concretas de una pareja lo hacen factible, es decir, cuando su camino de fe ha sido largo, sincero y progresivo, hay que proponer vivir en continencia; pero si esta elección es difícil de practicar para la estabilidad de la pareja, 'Amoris laetitia' no excluye la posibilidad de acceder a la penitencia y a la eucaristía. Esto significa una cierta apertura, como en el caso en que hay la certeza moral de que el primer matrimonio era nulo, pero no hay pruebas para demostrarlo en sede judicial; pero no en el caso en que, por ejemplo, se ostenta la propia condición como si formara parte del ideal cristiano, etc".

"¿Cómo debemos entender esta apertura? Ciertamente, no en el sentido de un acceso indiscriminado a los sacramentos, como sucede a veces, sino de un discernimiento que distinga adecuadamente caso por caso. ¿Quién puede decidir? Por el tenor del texto y la 'mens' de su Autor no me parece que haya otra solución que la del foro interno. Efectivamente, el foro interno es la vía favorable para abrir el corazón a las confidencias más íntimas y si se ha establecido una relación de confianza con un confesor o un guía espiritual, es posible iniciar y desarrollar con él un itinerario de conversión largo, paciente, formado por pequeños pasos y sucesivas verificaciones".

"Por consiguiente, sólo puede ser el confesor quien, en un determinado momento, en su conciencia, tras mucha reflexión y oración, asuma la responsabilidad ante Dios y el penitente y pida que el acceso a los sacramentos tenga lugar de manera reservada. En estos casos el camino de discernimiento no acaba (AL, 303: 'discernimiento dinámico') con el fin de alcanzar nuevas etapas hacia el ideal cristiano pleno".

*

"Una cierta apertura" por lo tanto existe en "Amoris laetitia" respecto al magisterio precedente, sostiene el cardenal vicario con el evidente asentimiento de su directo superior.

Sin embargo, no se trata, observa, de una apertura indiscriminada.

En lo que respecta al acceso a los sacramentos de los divorciados que se han vuelto a casar "el Papa utiliza el condicional" –subraya el cardenal– porque ese es "factible" solo en algunos casos determinados y bien ponderados, es decir, después de un "camino de fe largo, sincero y progresivo" que lleve al propósito de la pareja divorciada y vuelta a casar de "vivir en continencia".

Y si los dos viven, efectivamente, como hermano y hermana, no cambia nada respecto a la "Familiaris consortio" de Juan Pablo II, que en esta condición ya admitía la comunión sacramental.

Pero, ¿y si la continencia "se revela difícil de practicar para la estabilidad de la pareja"?

Es en este punto donde interviene la novedad introducida por el Papa Francisco, quien también en este caso –observa el cardenal vicario– "no excluye la posibilidad de acceder a la penitencia y a la eucaristía".

Pero, de nuevo, no de manera indiscriminada. Sólo cuando el confesor, tras examinar a fondo el caso individualmente, lo autorice. De hecho, Vallini escribe haciendo referencia al pensamiento del Papa: "Por el tenor del texto y por la 'mens' de su Autor no me parece que haya otra solución que la del foro interno".

En otras palabras:

"Sólo puede ser el confesor quien, en un determinado momento, en su conciencia, tras mucha reflexión y oración, asuma la responsabilidad ante Dios y el penitente y pida que el acceso a los sacramentos tenga lugar de manera reservada".

Teniendo en cuenta que tampoco en estos casos termina "el camino de discernimiento", que debe continuar con el fin de "alcanzar nuevas etapas hacia el ideal cristiano pleno".

No asombra, por lo tanto, que al oír estas indicaciones del cardenal vicario, algunos sacerdotes de la diócesis de Roma hayan lamentado que fueran "demasiado restrictivas".

Porque efectivamente el cardenal ha sometido el "sí" a la comunión para los divorciados que se han vuelto al acatamiento de dichas, y muchas, condiciones, que hace que sea aplicable sólo en rarísimos casos, además del de "vivir en continencia".

Con la advertencia, además, que la posible autorización debe ser concedida sólo "en foro interno" y que el acceso a los sacramentos debe realizarse "de manera reservada".

*

De todo esto podemos sacar dos observaciones.

La primera es que el Papa Francisco ha dado, hasta ahora, vía libre no a una, sino a dos interpretaciones de "Amoris laetitia" aprobadas por él personalmente: la de los obispos argentinos de la región de Buenos Aires y la de su vicario para la diócesis de Roma.

La argentina facilita más el acceso a los sacramentos de los divorciados que se han vuelto a casar; la romana, mucho menos.

Por consiguiente, podemos deducir que para el Papa Francisco la interpretación de "Amoris laetitia" expuesta por el cardenal Vallini con todos los sellos de aprobación de la oficialidad es el umbral mínimo bajo el cual no se puede descender, a no ser que se traicione su voluntad.

Mientras que la argentina, más "abierta", es la solución que le es más congenial. Tanto es así que la ha premiado con una carta de apoyo, a pesar de que se trate sólo de un esbozo para ulteriores integraciones y aplicaciones a nivel diocesano; tal vez incluso por esto su título de mérito.

La segunda observación es que los hechos son, a menudo, más fuertes que las palabras. Por consiguiente, todas las condiciones y las precauciones recordadas, por ejemplo, por el cardenal Vallini puede ser arrasadas –y en realidad lo son ya en muchos lugares– por comportamientos prácticos que van más allá de las mismas.

Una vez que "Amoris laetitia" ha abierto la puerta, es difícil que la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar quede confinada al "foro interno" y se lleve a cabo "de manera reservada".

En la autorizada publicación "Il Regno", el presidente de los teólogos moralistas italianos Basilio Petrà ha llegado a teorizar como "no necesario" el confiarse a un sacerdote y al foro interno sacramental, es decir, a la confesión, para "discernir" si un divorciado y vuelto a casar puede acceder a la comunión:

> "Amoris laetitia". Un passo avanti nella Tradizione

Petrà ha escrito:

"El fiel iluminado podría llegar a la decisión de que en su caso no hay necesidad de confesión".

Y ha explicado:

"[De hecho], es del todo posible que una persona no tenga la adecuada conciencia moral y/o no tenga libertad de actuar diversamente y que, aunque esté haciendo algo que objetivamente es considerado grave, no esté pecando gravemente en sentido moral y, por lo tanto, no tenga el deber de confesarse para acceder a la eucaristía. 'Amoris laetitia', en el n. 301, alude claramente a esta doctrina".

Es como decir: cada uno es libre de actuar por sí mismo.

__________


Traducción en español de Helena Faccia Serrano(CHIESA)