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Así ve Ratzinger a Francisco: "Es el hombre de la reforma práctica"
15 - 09 - 2016 - PAPADOS - Benedicto XVI

El Papa reinante descrito por su predecesor. "Es muy diverso a como le había conocido". Y muy diferente a él . Son pocas las alusiones al Papa Francisco presentes en el libro-entrevista que Joseph Ratzinger ha publicado hace unos días, pero todas ellas significativas. Artículo de Sandro Magister.

Para empezar, Ratzinger dice que no había pensado mínimamente en Jorge Mario Bergoglio como su sucesor.

Ciertamente le conocía, "gracias a las visitas 'ad limina' y a la correspondencia". Pero le creía diferente a como lo ha visto tras ser elegido Papa:

"Le conocía como un hombre muy decidido, una persona que en Argentina decía con firmeza: 'esto se hace y esto no se hace'. Su cordialidad, su atención hacia los otros son aspectos de él que no conocía".

Ratzinger minimiza las voces según las cuales Francisco se consulta con él a menudo. "No hay razón para ello", dice.

Bergoglio – observa, por ejemplo, – no le mandó su exhortación apostólica programática "Evangelii gaudium" antes de publicarla:

"Pero me escribió una carta personal… muy afectuosa, por lo que de todas formas recibí la exhortación apostólica de una manera particular. Y encuadernada en blanco, algo que normalmente se hace sólo para el Papa. La estoy leyendo. No es en absoluto un texto breve, pero es bonito y entusiasmante. Seguramente no todo es suyo, pero hay mucho de él también".

Viceversa – dice – "me ha planteado preguntas acerca de algunas cuestiones, también respecto a la entrevista que concedió a 'La Civiltà Cattolica'. En estos casos expreso mi opinión".

A pesar de todo, concluye marcando las distancias:

"En conjunto estoy muy contento de que no se recurra a mí".

Ratzinger niega, además, ver una ruptura entre el pontificado de Francisco y el suyo, pero especifica:

"Naturalmente, se pueden malinterpretar algunos puntos para decir, después, que las cosas van de manera distinta. Si se aíslan algunos episodios concretos se pueden construir contraposiciones, pero esto no ocurre cuando se considera todo el conjunto. Quizá se pone más énfasis en algunos aspectos, pero no hay ninguna contraposición".

Si con el Papa Francisco hay una novedad, es de este tipo:

"Sí, hay una nueva frescura en el seno de la Iglesia, una nueva alegría, un nuevo carisma que se dirige a los hombres, es algo positivo".

Más adelante Ratzinger traza así la diferencia entre su sucesor y él:

"Cada uno tiene su carisma. Francisco es el hombre de la reforma práctica. Ha sido arzobispo durante mucho tiempo, conoce la labor, ha sido superior de los jesuitas y tiene también espíritu para llevar a cabo acciones de tipo organizativo. Yo sabía que este no es mi punto fuerte".

Pero se mantiene firme en que la prioridad del actual pontificado debe seguir siendo la misma que la del pontificado anterior:

"Lo importante es preservar la fe hoy. Considero que esta es nuestra tarea principal. Todo el resto son cuestiones administrativas".

En cualquier caso, evita decir que con Francisco ha iniciado una nueva era:

"Las divisiones temporales se deciden siempre a posteriori. Por este motivo no haría ahora esta afirmación… Yo ya no pertenezco al viejo mundo, pero el nuevo en realidad aún no ha empezado".

*

Es todo. No hay nada más acerca del Papa Francisco en el libro. Y lo poco que hay, como se ha visto, se centra - ¿a propósito? - en su papel práctico, de promotor de un cambio organizativo, no doctrinal y tal vez ni siquiera "pastoral", a no ser dentro de los límites de un enfoque empático con las personas.

Acerca de los contrastes que se pueden identificar entre su sucesor y él, Ratzinger pone en guardia sobre la malinterpretación de frases aisladas y el hecho de insistir acerca de episodios también aislados.

Tal vez porque reconoce en el jesuita Bergoglio un rasgo común con otro célebre jesuita, el teólogo alemán Karl Rahner, del que Ratzinger describe uno de sus textos, en un pasaje del libro, de este modo:

"Era tan tortuoso, como son los textos de Rahner, que por un lado representaba una defensa del celibato y por el otro dejaba abierto el problema a una reflexión ulterior… Era un texto típico de Rahner, formulado a través de una maraña de frases afirmativas y negativas que se podían interpretar tanto en un sentido como en el otro".

Pero sería demasiado ver en esto una alusión a la actual controversia interpretativa "tanto en un sentido como en el otro" de la exhortación post-sinodal "Amoris laetitia".

En cualquier caso, en el libro no se hace la mínima alusión a comparaciones con el Papa Francisco en el terreno de la doctrina y de los dogmas.

Sin embargo, hay un par de apuntes acerca de la actual sensibilidad de Ratzinger en lo que atañe a determinados temas teológicos, que reflejan una notable distancia respecto a la sensibilidad de Bergoglio:

"Muchas palabras del Evangelio las encuentro ahora, por su grandeza e importancia, más difíciles que en el pasado… Me doy cuenta de que la Palabra [de Dios] no ha sido profundizada en todos sus significados. Y precisamente algunas palabras que expresan la ira, la condena, la amenaza del juicio, se hacen más inquietantes, impresionantes y grandes que antes".

Y en lo que respecta a las realidades últimas, la muerte y la vida eterna, que han constituido una parte central de su producción teológica y sobre las que Ratzinger dice seguir reflexionando:

"Es verdad. Precisamente mis reflexiones acerca del Purgatorio, la naturaleza del dolor, su significado, el carácter comunitario de la beatitud, sobre el hecho de que nos sumergimos en el gran océano de la alegría y del amor, son muy importantes para mí".

*

Hay además un pasaje del libro-entrevista en el que Ratzinger comenta críticamente la contestadísima encíclica de Pablo VI "Humanae vitae", sin retractarse de sus objeciones del pasado:

"En el contexto del pensamiento teológico de entonces, la 'Humanae vitae' era un texto difícil. Estaba claro que lo que decía era válido en sustancia, pero el modo de argumentarlo no era para nosotros, tampoco para mí, satisfactorio. Yo buscaba un enfoque antropológico más amplio. Y, efectivamente, el Papa Juan Pablo II integró el corte iusnaturalista de la encíclica con una visión personalista".

Curiosamente, en lo que respecta a la "Humanae vitae" Bergoglio parece más "conservador" que Ratzinger, según los comentarios elogiosos, y sólo tales, que el actual Papa ha dedicado repetidamente a la encíclica, por ejemplo en la entrevista del 5 de marzo de 2014 al entonces director del "Corriere della Sera", Ferruccio de Bortoli:

"Todo depende de cómo se interpreta la 'Humanae vitae'. El propio Pablo VI, al final, recomendaba a los confesores mucha misericordia y atención a las situaciones concretas. Pero su genialidad fue profética, tuvo la valentía de alinearse contra la mayoría, de defender la disciplina moral, de ejercer un freno cultural y de oponerse al neomalthusianismo presente y futuro".

*

Una palabra, la última, acerca del discurso de Benedicto XVI sobre el Islam en Ratisbona, un discurso efectivamente impensable en boca del Papa Bergoglio.

Preguntado si había encontrado por casualidad esa cita del emperador bizantino Manuel II Paleólogo que, extrapolada del discurso, había desencadenado la reacción violenta de muchos musulmanes, Ratzinger responde:

"Había leído ese diálogo del Paleólogo porque me interesaba el diálogo entre cristianismo e islam. Por lo tanto, no fue por casualidad. Se trataba verdaderamente de un diálogo. En esa época el emperador ya era vasallo de los musulmanes, pero sin embargo tenía la libertad de decir cosas que hoy no se podrían decir. Por lo tanto, me pareció sencillamente interesante incluir en el discurso esta conversación de hace quinientos años".

Bien dicho: "La libertad de decir cosas que hoy no se podrían decir".

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano(CHIESA)