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Primavera Roma-Pekín, pero para la Iglesia china es invierno
02 - 09 - 2016 - IGLESIA - Asia

Descienden los bautismos, caen las vocaciones. Los números describen un catolicismo en pleno declive. Y mientras tanto las negociaciones siguen adelante. Dos intervenciones reveladoras del cardenal Parolin 

 Las anticipaciones sobre un posible acuerdo entre la Santa Sede y Pekín acerca del nombramiento de los obispos han sido confirmadas indirectamente por dos intervenciones consecutivas del secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, número uno de la diplomacia pontificia.

La primera es la entrevista concedida el 24 de agosto por el cardenal al periódico de la conferencia episcopal italiana "Avvenire":

> Parolin: con l'accoglienza si costruisce la pace

La segunda, y más amplia, es la conferencia pronunciada por Parolin el 27 de agosto en Pordenone, dedicada a la obra del cardenal Celso Costantini, primer delegado apostólico en China desde 1922 a 1933 y ardiente impulsor de las relaciones diplomáticas en plena regla entre la Santa Sede y el entonces régimen republicano chino, relaciones efectivamente iniciadas en 1946 pero interrumpidas poco después por la subida al poder de Mao Zedong.

Parolin ha evitado entrar en el vivo de la polémica entre los optimistas y los pesimistas en lo que se refiere a la negociación en curso, a los que han dado voz respectivamente –entre otros– los dos cardenales chinos John Tong y Joseph Zen Zekiun, último y penúltimo obispo de Hong Kong:

> En el nombramiento de obispos el Papa se inclina ante Pequín

El secretario de Estado ha intentado más bien echar agua al fuego y asegurar que la Santa Sede hará lo posible para "llegar a un acuerdo que sea satisfactorio para todos".

*

A "Avvenire", que le ha preguntado acerca de las negociaciones en curso, Parolin ha respondido así:

"Los contactos entre la Santa Sede y China continúan con espíritu de buena voluntad por ambas partes. Para la Santa Sede es especialmente importante que los católicos chinos puedan vivir de manera positiva su pertenencia a la Iglesia y, al mismo tiempo, que puedan ser buenos ciudadanos y contribuir a reforzar la armonía de toda la sociedad china. Y esto precisamente porque los católicos en China son plenamente chinos y, al mismo tiempo, plenamente católicos. El camino del conocimiento y de la confianza recíproca requiere tiempo, paciencia y previdencia por ambas partes. Se trata de encontrar soluciones realistas por el bien de todos".

Y acerca de las "dos" Iglesias presentes en China, la sometida al régimen y la que no tiene reconocimiento oficial y está expuesta a todo tipo de vejación, ha dicho:

"Sostener que en China existen dos Iglesias diferentes no corresponde ni a la realidad histórica ni a la vida de fe de los católicos chinos. Se trata más bien de dos comunidades, ambas deseosas de vivir en plena comunión con el Sucesor de Pedro. Cada una de ellas lleva consigo el bagaje histórico de momentos de gran testimonio y sufrimiento, lo que nos habla de la complejidad y de las contradicciones de ese inmenso país. La Iglesia en China conoce figuras de testimonios heroicos del Evangelio, un río de santidad a menudo escondida y desconocida para la mayoría. El deseo de la Santa Sede es ver, en un futuro no lejano, a estos dos comunidades reconciliarse, acogerse, dar y recibir misericordia para un común anuncio del Evangelio, que sea verdaderamente creíble. El Papa Francisco tiene un gran interés en que se superen las tensiones y las divisiones del pasado, para poder así escribir una página nueva de la historia de la Iglesia en China. Tengo confianza que este camino pueda ser un ejemplo elocuente para el mundo entero, construyendo en todas partes puentes de fraternidad y comunión".

*

Menos centrada en la actualidad pero aún más elocuente, ha sido la conferencia pronunciada por el cardenal Parolin en Pordenone.

Por ejemplo, al recorrer los fracasos de Celso Costantini en su intento de establecer relaciones diplomáticas con China, fracasos debido a la resistencia de las autoridades vaticanas, Parolin ha contrapuesto a la desconfianza de entonces la buena voluntad del Papa actual, mucho más en "sintonía" –ha dicho– con los propósitos a largo plazo del entonces delegado apostólico:

"Costantini tomó acto del fracaso de los dos intentos de negociación, considerándolos batallas perdidas que no comprometían la consecución de la victoria final: establecer relaciones diplomáticas entre la Iglesia y el Estado en China. Se me ocurre la sintonía que tiene esta actitud con cuanto indicado por el Papa Francisco sobre 'la santidad de la negociación'. En su homilía en Santa Marta del 9 de junio de 2016, el pontífice afirmó: 'Es necesario vivir 'la santidad pequeña de la negociación', es decir, ese 'sano realismo' que 'la Iglesia nos enseña': se trata, entonces, de rechazar la lógica del 'o esto o nada' y de emprender el camino de lo posible para reconciliarse con los otros".

Y al llegar a la conclusión, al extraer una lección para hoy de ese gran precursor que fue Costantini, el cardenal Parolin ha dicho:

"Hoy, como entonces, son muchas las esperanzas y las expectativas por nuevos desarrollos y una nueva estación en las relaciones entre la Sede Apostólica y China, en beneficio no sólo de los católicos de la tierra de Confucio, sino de todo el país, que tiene una de las civilizaciones más grandes del planeta. Me atrevería a decir que todo esto será en beneficio también de una ordenada, pacífica y fructífera convivencia de los pueblos y de las naciones en un mundo, como el nuestro, lacerado por tantas divisiones y conflictos.

"Considero importante resaltar con fuerza este concepto: las deseadas nuevas y buenas relaciones con China –incluidas las relaciones diplomáticas, ¡si Dios quiere!– no son un fin en sí mismas o un deseo de alcanzar unos utópicos éxitos 'mundanos', sino que han sido ponderadas y deseadas, no sin temor y temblor porque se trata de la Iglesia, que es cosa de Dios, en cuanto 'funcionales' –repito– para el bien de los católicos chinos, de todo el pueblo chino y de la armonía de toda la sociedad, en favor de la paz mundial.

"El Papa Francisco, como antes sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, conoce bien el bagaje de sufrimiento, de incomprensión, a menudo de silencioso martirio que la comunidad católica en China lleva sobre sus hombros. ¡Es el peso de la historia! Pero conoce también, junto a las dificultades externas e internas, cuán vivo está el deseo de comunión plena con el sucesor de Pedro, cuántos progresos se han llevado a cabo, cuántas fuerzas vivas actúan testimoniando el amor a Dios y el amor al prójimo, sobre todo a las personas más débiles y necesitadas, que es la síntesis de todo el cristianismo. ¡Y conoce y anima, sobre todo en el contexto del Jubileo de la Misericordia, al perdón recíproco, a la reconciliación entre hermanos y hermanas que experimentan la división, el esfuerzo de crecer en la comprensión, en la colaboración, en el amor!

"Estamos todos llamados a acompañar con afectuosa cercanía, respeto, humildad y, sobre todo, con la oración, este camino de la Iglesia en China. Se trata de escribir una página inédita de la historia, mirando hacia adelante con confianza en la Providencia divina y con sano realismo, para asegurar un futuro en el que los católicos chinos puedan sentirse profundamente católicos, aún más visiblemente anclados a la sólida roca que, por voluntad de Jesús, es Pedro, y plenamente chinos, sin renegar o disminuir todo lo que de verdadero, noble, justo, puro, amable, honrado (cfr. Fil. 4, 8) ha producido y sigue produciendo su historia y su cultura. ¡No hay nada genuinamente humano, nos repite el Concilio Vaticano II, que no encuentre su eco en el corazón de los discípulos de Jesús! (cfr. GS n. 1).

"Hay que aceptar con realismo que los problemas que hay que resolver entre la Santa Sede y China no faltan y pueden generar, a causa a veces de su complejidad, posiciones y orientaciones diversas. Pero dichos problemas no son del todo diferentes a los que surgieron y fueron afrontados positivamente hace 70 años. El cardenal Celso Costantini sigue siendo, por lo tanto, una fuente de inspiración y un modelo de extrema actualidad".

*

Al día siguiente, desde Pekín, el portavoz del ministero de asuntos exteriores chino, Hua Chunying, comentó así la conferencia del cardenal Parolin:

"Somos positivos y sinceros en nuestro deseo de mejorar las relaciones con el Vaticano y con el nuevo Papa, pero obviamente tenemos algunos principios sobre los que insistimos. Hemos visto progresos entre China y el Vaticano. Mantenemos canales de comunicación tranquilos, amigables y eficaces. Hay progresos en nuestras relaciones. Esperamos trabajar junto al Vaticano para seguir mejorando nuestras relaciones".

Una diferencia respecto a los tiempos de Costantini es que hoy las partes se han invertido. Entonces, quien resistía a las propuestas de la parte contraria era la Santa Sede; hoy, es el gobierno chino quien es más reacio a ceder sus posiciones de fuerza y permanece firme –como ha dicho su portavoz– sobre algunos de sus "principios" prácticamente no negociables, para nada fáciles de limar y de ser aceptados por la Iglesia.

Una enésima confirmación de dicha reticencia es un artículo publicado el 29 de agosto en el "Global Times", la publicación internacional del gubernamental "Diario del Pueblo", con el título de "Obstáculos siguen estancando las relaciones chino-vaticanas", en el cual emerge la antigua petición al Vaticano de "cortar sus canales oficiales con Taiwan":

> "Global Times": Ostacoli e pessimismo nei rapporti fra Cina e Vaticano

Y se lee:

"China no está tan impaciente por establecer relaciones formales con el Vaticano, única nación europea que no tiene este tipo de relación con China, porque no es una cuestión urgente que podría dañar el estatus internacional del país si no se resuelve enseguida".

Pero hay otra diferencia, más sustancial. En los años en que Costantini fue delegado apostólico en China, la Iglesia china floreció extraordinariamente, tal como él describió y nos ha recordado el cardenal Parolin:

"Cuando en 1922 fui a China las misiones, es decir, las circunscripciones eclesiásticas eran 57 y ninguna estaba confiada a prelados indígenas. Cuando me fui, en 1933, las circunscripciones eclesiásticas eran 121. Y de éstas, 23 estaban confiadas a superiores chinos".

Hoy sucede lo contrario. El estado de salud de la Iglesia china es todo menos florido. Es una Iglesia en retirada, envejecida, sin el empuje de años atrás, afligida por un claro descenso de los bautismos y de las vocaciones, tanto masculinas como femeninas.

Quien ha hecho este diagnóstico ha sido Anthony Lam Sui-ky, gran experto de la Iglesia en China, en un artículo lleno de datos publicado en el último número de "Tripod", la revista del "Holy Spirit Study Center" de Hong Kong:

> Catholic Population in China Since 2000 and Its Impact

Helo aquí traducido, a continuación.

Una lectura obligada. Porque la aventura de la Iglesia china no está hecha sólo de diplomacia, aunque sea con su "santidad pequeña".

__________

 

El descenso de la población católica en China y su impacto en la Iglesia

por Anthony Lam Sui-ky


A partir del año 2000, la Iglesia católica de China ha afrontado toda una serie de desafíos. Entre estos, el descenso de los números correspondientes a la población católica es, seguramente, uno de los más significativos. El estancamiento del crecimiento de la población católica se une al envejecimiento de los fieles. Y esto conlleva también una crisis en el número de vocaciones.

En 2000 nadie se preocupaba de las vocaciones. En esa época las personas estaban ocupadas sólo en encontrar un modo para construir universidades y seminarios más grandes, para poder así acoger un número de seminaristas en constante crecimiento. Pero en los diez años siguientes, este número ha descendido significativamente.


El crecimiento de la población católica y su declive


La Academia china de ciencias sociales publicó en 2010 un “Libro azul sobre las religiones”, aparecido el 11 de agosto de ese año. El texto incluía estadísticas sobre la pertenencia a la Iglesia católica y a las protestantes. En esa época fue importante la decisión de publicar dichos números y hablé de ellos con nuestros lectores. Según la publicación:

"Hasta el 10 de diciembre de 2010 había en China 3.397 miembros del clero católico (obispos, sacerdotes y diáconos). En este número se incluyen los 3.268 sacerdotes residentes en aproximadamente 100 diócesis distintas. En la China continental había 10 seminarios mayores con 628 inscritos; 106 conventos con 5.451 religiosas que ya han tomado sus votos; 30 seminarios preparatorios con 630 participantes. Había unos 350 miembros de congregaciones religiosas masculinas; 5.967 iglesias o centros de oración esparcidos en toda la nación. Según estadísticas no completas, China tiene unos 5.714.853 fieles católicos” (Blue Book 2010, p. 98).

Lo que hace este texto distinto del pasado es el hecho de que los investigadores responsables del mismo “han tomado en consideración algunas circunstancias especiales. Por lo tanto, el número real de católicos en la China continental debería ser de más de seis millones de fieles” (ivi). Y añade también el "Libro azul" que tras 400 años de desarrollo [es decir, desde la llegada de Matteo Ricci y sus compañeros] "el número podría oscilar entre los seis y los doce millones"(p. 107).

Es interesante observar que la diferencia entre nuestros datos y los oficiales sigue siendo bastante estable. En 1998 propuse por primera vez un número para la población católica en China: unos ocho millones. El gobierno, en cambio, establecía el número alrededor de tres millones y medio. Por lo tanto, la proporción entre las dos previsiones era de 2,3 católicos contra 1. En 2005 fijé la presencia china en alrededor de doce millones mientras que para el gobierno era de cinco millones trescientos mil. La proporción había permanecido igual.

Los datos presentados demuestran que todavía hoy la proporción entre nuestros números y los números oficiales permanece estable. Se puede presumir que en ambos casos se hayan usado métodos de investigación válidos y la discrepancia entre los números es debida a otras cuestiones. De hecho, hay "distintas definiciones de Iglesias oficiales y no oficiales", pero también existe el "mercado negro de la población" [los nacidos no registrados que viven en el país - ndt] y otras más. De todas formas es positivo que el "Libro azul" del 2010 esté de acuerdo en establecer que "el número real de católicos en China podría superar los seis millones". Demuestra que quieren afrontar la realidad de un modo más pragmático.


El "fenómeno del Plateau"


Con el término "fenómeno del Plateau" se indica una comunidad que ha vivido un rápido desarrollo, pero que no ha conseguido mantenerlo estable. Y por lo tanto los nuevos miembros de esta comunidad sencillamente reemplazan a los que se pierden, sin hacer que el grupo aumente.

Gracias a una serie de datos que he recogido, se puede decir que no más tarde del año 2000 la Iglesia católica en China ya había entrado en el "fenómeno del Plateau".

Si cogemos como base el número de doce millones de fieles y consideramos que la expectativa de vida media en China es de 75,6 años -presumiendo que la edad media de cada bautismo es a los 18 años-, entonces se puede calcular que cada año la Iglesia necesita 210.000 nuevos bautismos sólo para cubrir las "perdidas" naturales. Esto no incluye el drenaje de fieles de otras religiones o sectas, como la tristemente célebre “Oriental Lighting”.

La Iglesia oficial de China sostiene que cada año -en el periodo entre el 2004 y el 2010- se han celebrado entre 90.000 y 100.000 bautismos. Si a estos añadimos los números de la Iglesia no oficial, entonces llegamos a un número total de nuevos fieles que a duras penas cubre lo necesario. El esquema que se publica a continuación representa los datos de Faith Press.

Número de nuevos bautismos celebrados en Pascua:

2011
20.000

2012
22.000

2013
16.000

2014
24.000

2015
19.554

Si a estos números añadimos los otros bautismos celebrados durante el resto del año vemos que la Iglesia oficial podría llegar a tener entre los 30.000 y los 35.000 nuevos católicos al año. Comparados con los datos del periodo entre el 2004 y el 2010 -entre los 90.000 y los 100.000 bautismos cada año- se nota una evidente disminución de la población católica.

Tomando en consideración varías estadísticas y tras una serie de entrevistas que he llevado a cabo en el verano de 2014, podemos decir que hoy los católicos en China son aproximadamente diez millones y medio (es decir, el 0,77 por ciento del total de la población). Un colega mío ha llevado a cabo otro cálculo, sobre parámetros distintos, y ha fijado el número de fieles chinos "entre los nueve y los doce millones". Estos datos conviven bien.

El 13 de abril de 2015 la Gallup International -que agrupa a 75 organizaciones independientes que operan en el mundo de las encuestas-, ha publicado un informe sobre una investigación realizada en 65 áreas o naciones en el periodo entre septiembre y diciembre de 2014. El tema era el factor religioso.

Según este informe, la nación menos religiosa entre las que se tomaron en consideración era China: aquí el 61 por ciento de los entrevistados se definió "ateo convencido" acerca del doble respeto a cualquier otra nación, mientras que el 29 por ciento se definió "no religioso". Sólo el 7 por ciento de los chinos entrevistados se definió religioso.

Otra fuente de datos que merece atención es la encuesta sobre el panorama religioso llevado a cabo en 2007 por el americano Pew Forum on Religion & Public Life. Publicado en 2008, el texto indicaba que el 14 por ciento de los adultos chinos entrevistados se definía religioso y que los católicos representaban el 1 por ciento de la población. Según la encuesta Gallup 2014, los fieles católicos son, en cambio, el 0,5 por ciento.


Declive y colapso de las vocaciones


La disminución de la población católica conlleva una disminución en el número de vocaciones, si bien se necesitarán algunos años antes de ver el fenómeno en toda su amplitud. En los últimos quince años las vocaciones sacerdotales y religiosas en China han sufrido golpes muy duros. El esquema que sigue refleja el declive de las vocaciones entre los jóvenes.

Seminaristas mayores y menores de la Iglesia oficial:

1996
Mayores 1000
Menores 600

1998
Mayores 1000
Menores 600

2000
Mayores 900
Menores 700

2002
Mayores 870
Menores 800

2004
Mayores 710
Menores 740

2006
Mayores 650
Menores 530

2008
Mayores 610
Menores 550

2010
Mayores 630
Menores 600

2012
Mayores 533
Menores 490

2014
Mayores 560
Menores 400

Seminaristas de la Iglesia no oficial:

1996: 700

1998: 800

2000: 800

2002: 800

2004: 800

2006: 400

2008: 400

2010: 550

2012: 450

2014: 300

Total seminaristas:

1996: 2300

1998: 2400

2000: 2400

2002: 2470

2004: 2250

2006: 1580

2008: 1560

2010: 1780

2012: 1473

2014: 1260

Pasemos ahora a las vocaciones religiosas femeninas. La situación es incluso peor.

Religiosas en formación en la Iglesia oficial:

1996: 1500

1998: 1500

2000: 1500

2002: 900

2004: 600

2006: 320

2008: 200

2010: 100

2012: 50

2014: 50

Religiosas en formación en la Iglesia no oficial:

1996: 1000

1998: 1000

2000: 1000

2002: 900

2004: 600

2006: 230

2008: 200

2010: 100

2012: 100

2014: 106

Total religiosas en formación:

1996: 2500

1998: 2500

2000: 2500

2002: 1800

2004: 1200

2006: 550

2008: 400

2010: 200

2012: 150

2014: 156


Los números de las ordenaciones


En China no es fácil preparar estadísticas completas y concretas para las comunidades católicas no oficiales. Durante el decenio entre el 1999 y el 2008, el número total de las ordenaciones en las comunidades no oficiales se estima que ha sido alrededor de 280.

Desde el punto de vista de la Iglesia oficial, durante el mismo periodo, las ordenaciones han sido 560. Como media cada año se han ordenado unos 50 hombres jóvenes. El dato no es enorme, pero tampoco es demasiado pequeño. Lo que hace que estos números sean preocupantes es que en los años anteriores había más ordenaciones. Desde 1999 a 2004 había una media anual de entre 70-80 ordenaciones. Desde entonces los números han disminuido constantemente.

El número de ordenaciones depende del número de vocaciones. El "fructífero" resultado correspondiente a las ordenaciones de los primeros años del siglo XXI es únicamente el resultado del florecer religioso que se verificó a finales del siglo XX. Si prosigue el declive podemos prever para el futuro un número de ordenaciones para nada optimista.

Ordenaciones en las comunidades oficiales y clandestinas celebradas en el año 2000.

2000: 134

2001: 110

2002: 171

2003: 87

2004: 164

2005: 89

2006: 76

2007: 82

2008: 40

2009: 47

2010: 65

2011: 46

2012: 78

2013: 66

2014: 78


Conclusiones


Ciertamente, el descenso de las vocaciones es el resultado de distintas causas, algunas de ellas de naturaleza política. Sin embargo, los datos presentados me inducen a prestar atención a estos puntos:

1. Mientras disminuye el número de vocaciones, deberíamos reforzar el trabajo de formación de los jóvenes sacerdotes. En pasado los seminarios tenían que afrontar cuestiones educativas muy complejas y no ahorraban ningún esfuerzo con el fin de obtener una mejor formación. Tenemos que eliminar este desnivel.

2. Debería mejorarse también la formación de los laicos. Al disminuir el número de nuevos sacerdotes, una parte del trabajo que hay que llevar a cabo en muchas comunidades católicas podría ser asignado a los laicos, por lo que necesitan y tienen derecho a una buena preparación.

3. Deberían fomentarse también las vocaciones adultas. Encontrar seminaristas es un trabajo que hay que realizar en todos los ámbitos, no sólo entre los jóvenes. Mientras China se transforma en una sociedad “middle-class”, muchos profesionales podrían reexaminar su vida y tal vez considerar un nuevo recorrido. En este grupo de personas tal vez haya alguna semilla vocacional. La Iglesia debería apoyarles proporcionándoles ayuda espiritual y discernimiento vocacional.

__________


Traducción en español de Helena Faccia Serrano(CHIESA)