La larga fila de personas tras la puerta de su oficina no le asusta. Blindado en su residencia del centro de Lahore –dadas las amenazas recibidas por parte de los talibanes-- el católico Khalil Thair Sindhu vive protegido por imponentes medidas de seguridad. Pero no por esto renuncia a recibir a los ciudadanos, sobre todo cristianos, que vienen a exponerle problemas y necesidades. Tras una larga carrera forense, Sindhu está desarrollando su segundo mandato como ministro para los Derechos Humanos y las Minorías en el gobierno de la provincia del Pinjab, que acoge al 80% de la entera población cristiana de Pakistán. Vatican Insider se ha reunido con él.

Ministro Sindhu, entre los muchos casos de cristianos en dificultad, está el de Asia Bibi ¿qué nos puede decir sobre ello?
Puedo decir que el fin de su calvario está cerca. La audiencia ante la Corte Suprema será en el mes de octubre. Estoy convencido de que será absuelta. Como abogado, he estudiado a fondo su caso y, vistos los elementos a favor de Asia, preveo una absolución. Estaré en tribunal para seguir directamente la audiencia como representante del gobierno provincial.

¿Le gustaría decir algo más específico sobre la cuestión?
Puedo decir brevemente que las acusaciones han sido claramente fabricadas. Las pruebas en mano de la acusación son insuficientes. En primer lugar porque el principal denunciante, el imam que puso la denuncia, no estaba presente en el momento de la presunta blasfemia. Por otra parte existe un retardo de cinco días entre el episodio acaecido y la presentación de la denuncia a la policía, lo que contradice uno de los principios básicos de la justicia penal. Esto avala la hipótesis de la conspiración. Haremos todo lo posible para salvar a Asia. Rezo cada día el Rosario por ella: también Dios nos ayudará.

Las víctimas inocentes de la ley de blasfemia son tantas. ¿Qué se puede hacer?
Soy consciente. En mi carrera de abogado he hecho absolver a 37 cristianos acusados falsamente de blasfemia. Y muchas víctimas inocentes son también musulmanas. Parar los abusos de la ley es un primer paso importante. También la Comisión por los Derechos Humanos del Senado recientemente ha iniciado un iter de consultas con este objetivo. Sobre la blasfemia digo: ya que hablar de “cambio” de la ley es imposible, se puede pensar un “añadido” a nivel de procedimiento. Por ejemplo: si se demuestra una falsa acusación, el acusador tendrá el mismo castigo que el acusado. Esto desalentará los abusos.

¿Cómo juzga desde su punto de vista la condición de los cristianos y de las minorías religiosas en Pakistán?
En la vida de las minorías religiosas hay dos tipos de problemas. Se puede hablar de “discriminación social” y de “discriminación constitucional”. En la mentalidad de la gente común, los cristianos y los hindúes están considerados ciudadanos de ’serie B’ o inferiores, herencia de la vieja tradición de las castas, a la que se une el motivo de la religión. Con la obra de sensibilización de las conciencias, se puede contrarrestar la discriminación social. En el segundo caso, el proceso es más difícil. Existen leyes, artículos de la Constitución, reglamentos públicos discriminatorios. Desde la independencia de Pakistán hasta hoy la Constitución ha cambiado a peor, después de tantas modificaciones. Es necesario operar en ambos frentes.

¿Qué resultados ha conseguido gracias a su acción política?
Intentamos cada día mejorar la vida de las minorías religiosas. Hace años una ley reservaba a los no-musulmanes trabajos humildes como la limpieza de las calles, y la hemos abolido. Es reciente el reconocimiento estatal del matrimonio con el rito hindú. En las escuelas públicas, las notas de los estudiantes musulmanes en materia de religión islámica no cuentan para la media, sino los estudiantes no musulmanes partían ya en desventaja. Hemos perfeccionado el procedimiento que reserva una cuota del 5% de los puestos de trabajo públicos a las minorías.

¿Cuál es el camino para mejorar, a largo plazo, la situación?
Políticos, activistas, clero, la sociedad civil deben universe en un esfuerzo común. Es necesario recuperar aquel espíritu misionario de los orígines que animó, por ejemplo, los padres dominicos y franciscanos a dedicarse a los pobres para garantizar formación, dignidad, desarrollo. Es necesario dar a los jóvenes oportunidades para avanzar en los estudios y formar líderes que formen otros líderes, en un ciclo virtuoso. (PAOLO AFFATATO - VATICAN INSIDER)