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Gracias al "Schott", siendo niño, Joseph Ratzinger se enamoró de la Misa.c
07 - 08 - 2016 - PAPADOS - Benedicto XVI

Uno de los rasgos más importantes del pontificado de Benedicto XVI fue el cuidado de los detalles, por amor a Cristo, en las celebraciones litúrgicas, particularmente en la Santa Misa. Este amor por la Eucaristía que nutre la vida del Papa emérito Benedicto XVI surgió en su infancia, cuando tuvo acceso a una novedosa obra de la época...

En su libro “Mi vida”, cuenta pasajes de su infancia y de cómo se enamoró de la Santa Misa gracias al libro popularmente conocido como “Schott”.

¿Qué era el “Schott”?

El hoy Papa emérito cuenta que a fines del siglo XIX el padre benedictino Anselm Schott tradujo el antiguo misal del latín al alemán, su lengua materna, y que su párroco organizaba misas comunitarias para los escolares en las que se leían los textos del “Schott”.

Para gracia suya y beneficio futuro de la Iglesia, el buen párroco regaló un “Schott” a sus padres en el aniversario de bodas del año 1920; y el pequeño Joseph no perdía oportunidad para pedirlo prestado, pues amaba leerlo y orar con él. Así nació un amor con ecos de eternidad entre el futuro Papa y Cristo Eucaristía.

“En él, el desarrollo de la acción litúrgica iba ilustrado con imágenes para que se pudiese seguir bien lo que sucedía” recuerda Papa emérito y agrega… “Además, presentaba de vez en cuando una breve plegaria que sintetizaba lo principal de las distintas partes de la liturgia, haciéndola accesible para el rezo de los niños”.

El niño Joseph expresa su amor al Niño Jesús

Tanto amaba a Cristo que en una Navidad le escribió una carta al Niño Jesús pidiéndole un “Schott” para él:

“Querido Niño Jesús, pronto descenderás sobre la tierra. Traerás alegría a los niños. También a mí me traerás alegría. Quisiera el Volks-Schott, una casulla verde para la Misa y un Corazón de Jesús. Seré siempre bueno. Saludos. Joseph Ratzinger”.

¡Y su apasionada petición fue escuchada! El pequeño Joseph recibió un “Schott para niños”, luego un “Schott dominical” y finalmente todo el Misal completo. Él recuerda con mucho cariño estos regalos.

“Cada nuevo paso que me hacía profundizar más en la liturgia era para mí un gran acontecimiento. Cada librito litúrgico que recibía era algo precioso, algo que no podía soñar más bello. Era una aventura fascinante entrar poco a poco en el misterioso mundo de la liturgia que se desarrollaba allí, en el altar, ante nosotros y para nosotros”, menciona Papa emérito Benedicto XVI en su libro autobiográfico.

Amando a Cristo en la Eucaristía

Sin embargo, debido a su corta edad no podía entender todo lo que allí se explicaba, pero sabía que le comunicaba lo sobrenatural, le situaba ante Dios.

“Naturalmente, como niño no comprendía cada uno de los detalles, pero mi camino con la liturgia era un proceso de continuo crecimiento en una gran realidad que superaba todas las individualidades y las generaciones, que se convertía en ocasión de asombro y descubrimientos siempre nuevos. La inagotable realidad de la liturgia católica me ha acompañado a lo largo de todas las etapas de mi vida; por este motivo, no puedo dejar de hablar continuamente de ella“.(PORTALUZ)