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La pobreza segĂșn Francisco. Virtud y vicio a la vez
12 - 07 - 2016 - PAPADOS - Francisco

Es un hito del magisterio del Papa. Que la exalta como valor salvífico pero, al mismo tiempo, la condena como enemigo que hay que combatir. Un filósofo analiza esta contradicción, no resuelta, del pontificado 

 La acogida de los mayores actos magisteriales del Papa Francisco va de un extremo a otro.

Por un lado está el coro, casi universal, de aprobación de la que goza su encíclica ecologista "Laudato si'", sobre todo fuera del catolicismo.

En el lado opuesto está la disputa cada vez más conflictiva, en este caso sobre todo dentro de la Iglesia, causada por la exhortación apostólica post-sinodal "Amoris laetitia".

Y en el medio está la tranquila acogida, sin excesos ni a favor ni en contra, de otro hito del pontificado de Francisco, muy claro sobre todo en la exhortación "Evangelii gaudium" y condensado en la fórmula "una Iglesia pobre para los pobres".

Sin embargo, hace un par de meses salió un libro que, sin hacer ruido, pero con una atención que va en aumento por la claridad y la agudeza de su análisis, centra precisamente dicha cuestión:

> F. Cuniberto, "Madonna povertà. Papa Francesco e la rifondazione del cristianesimo", Neri Pozza Editore, Vicenza, 2016

El autor, Flavio Cuniberto, enseña estética en la universidad de Perugia. Sus estudios abarcan desde la filosofía a la literatura moderna y contemporánea, sobre todo alemana, con incursiones en el platonismo, el judaísmo, el pensamiento islámico y con un interés particular en las cuestiones de la modernidad.

En la pobreza exaltada por Jorge Mario Bergoglio, el profesor Cuniberto ve una doble contradicción, la primera de naturaleza teológica y la segunda de carácter práctico.

En el primer caso, observa que Francisco, en el momento mismo en que eleva la pobreza a categoría teológica, según el modelo de la "kenosis" del Hijo de Dios hecho hombre, la trata en realidad como condición material más que espiritual, en un sentido marcadamente sociológico: la pobreza de las "periferias" y de los excluidos de la riqueza.

La segunda contradicción se encuentra, en cambio, entre la pobreza como valor salvífico y, al mismo tiempo, como enemigo que hay que combatir y vencer, para lo cual Bergoglio indica remedios que "calcan viejos esquemas tercermundistas" desvinculados de la realidad.

Efectivamente, no hace falta ser un defensor del capitalismo liberal -como no lo es el profesor-, para reconocer que, a pesar de todo, ése ha arrancado de la pobreza a una masa enorme de personas que han entrado, así, a formar parte de las nuevas clases medias.

Y es precisamente éste, por ejemplo, uno de los datos de hecho que el Papa Francisco no ve.

El 12 de julio de 2015, preguntado a quemarropa por un periodista alemán en el vuelo de vuelta de Paraguay, que le pidió que explicara por qué no habla nunca de las clases medias, Francisco admitió, efectivamente, la "equivocación" de olvidarse de ellas en sus análisis, pero añadió que en su opinión, estas clases "son cada vez más pequeñas", pues son aplastadas por la polarización entre ricos y pobres.

He aquí a continuación el análisis del profesor Cuniberto, que confuta estas contradicciones en algunos pasajes del libro, muy argumentado y de obligada lectura.

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La pobreza, ¿enemigo que hay que combatir o tesoro valioso?

por Flavio Cuniberto


Discutible a nivel teológico-exegético, esta interpretación de la pobreza [que hace el Papa Francisco] genera una maraña que se parece mucho a un rompecabezas.

Si, de hecho, la pobreza como miseria material, exclusión y abandono es indicada desde el principio como un mal que hay que combatir, por no decir el mal de los males, siendo por consiguiente el objetivo principal de la acción misionera, el significado cristológico de la pobreza hace de ella, al mismo tiempo, un valor; es más, el valor supremo y ejemplar. Si la bienaventuranza, es decir, la posesión del Reino, es anunciada a los pobres, si la existencia misma del pobre posee una "fuerza salvífica" que el cristiano debe alcanzar (porque así alcanza al propio Cristo), es difícil entonces pensar en la pobreza como un simple enemigo que hay que combatir, una simple pasividad que hay que eliminar.

¿Por qué combatir la pobreza y erradicarla cuando es, al contrario, un "tesoro valioso" e incluso el camino hacia el Reino? ¿Enemigo que hay que combatir o tesoro valioso? ¿Descartes sociales o figuras misteriosas de la Encarnación? El discurso parece enroscarse en esta contradicción sin fondo.

Supongamos -es, obviamente, una visión utópica- que la acción misionera orientada hacia la "opción para los pobres" obtenga al final el objetivo declarado de liberar a los pobres de la propia condición de exclusión social, es decir, de eliminar la pobreza. ¿Qué pasaría, entonces, con la pobreza como modelo de Cristo, de la pobreza como misterioso recurso espiritual mediante el cual alcanzar la gracia de Cristo? ¿De la pobreza sin la cual no se entra en el Reino de los cielos? El manantial se secaría, el modelo sería sacrificado en aras de un ideal -todo él ilustrado y moderno- de progreso generalizado que, aboliendo las bolsas de pobreza, llevaría por fin a la tierra de la Nueva Jerusalén de los libres e iguales. ¿Es, de verdad, este el objetivo de la "Evangelii gaudium"? ¿La eliminación de la pobreza material?

*

Pero dejemos de lado la cuestión para pasar a una segunda, y no menos importante, maraña. La "Evangelii gaudium", en los números 186-204, se mide directamente con el sistema socio-económico del capitalismo tardío, indicado como la "causa estructural" de la pobreza de masa. Aquí la tesis del documento se hace drástica y puede remontarse a una fórmula breve: la causa fundamental de la pobreza es la desigualdad, la "inequidad", "el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta" (191). […]

La ingenuidad fundamental del discurso está en parte disfrazada por lo que parece un ataque agresivo a los "dogmas liberales": ya no podemos confiar, leemos, "en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado" (204). […] Es la clásica tesis "tercermundista" (que sea una clásica tesis marxista es algo que habría que ver: el elogio marxista de la burguesía emprendedora y modernizada introduce un matiz complejo que escapa al paradigma fácil).

Sin embargo, aquí no se trata de iniciar una disputa económico-teórica acerca de las ventajas y las desventajas del modelo liberal, o sobre las ventajas y las desventajas del modelo capitalista "correcto" en el sentido de solidaridad social. […]

La cuestión tiene que ver más bien con el tenor, en conjunto, del análisis propuesto por el documento: análisis que parece sostenido por una instrumentación teórica y léxica extrañamente retrasada respecto a la situación geoeconómica a la que hace referencia. […]

La tesis según la cual la carrera hacia el beneficio por parte de los "mercados" provocaría al mismo tiempo una desigualdad y un empobrecimiento crecientes es, de hecho, una tesis demasiado fácil, que ignora los sutiles mecanismos de la denominada globalización. El lugar común que busca por una parte un mundo rico más rico y por la otra, un mundo pobre más pobre, puede llevar a un falso diagnóstico. […]

De hecho, debemos constatar que la globalización, es decir, la modernización, del planeta persigue, en realidad, un objetivo opuesto al denunciado por el documento pontificio.

La lógica de la economía de mercado es más sutil que el esquema "hambriento". Y lo es porque se sostiene, como es bien sabido, en el paradigma del crecimiento ilimitado: la lógica del beneficio creciente implica un sistema de consumo creciente en el que dicho crecimiento es posible y, al mismo tiempo, necesario gracias al progreso continuo e imparable de las tecnologías. […] Y puesto que el nivel medio del consumo en el Occidente avanzado es ya muy elevado -y los márgenes de crecimiento son limitados-, el gran capital globaliza las propias estrategias en vista de una comunidad lo más amplia posible de consumidores evolucionados. […] En otros términos, la globalización económico-financiera presupone, no ya la exclusión de las masas, sino al contrario, su creciente inclusión en las dinámicas del consumo de masas. […]

Es un proceso que implica un aumento, y no una reducción, de la brecha social: el extendido crecimiento de los niveles de consumo comporta un crecimiento de los beneficios y una creciente concentración de los mismos en manos de las élites financieras.

Pero el lugar común según el cual el aumento de la distancia social comporta, de por sí, un empobrecimiento de la franja inferior es un "topos" errado, o mejor, retrasado respecto a los horizontes actuales de la economía globalizada.

En los países del denominado BRICS y afines se va formando una difundida y creciente clase media comparable, a nivel de consumo, con la clase media de las sociedades occidentales. En los últimos decenios, decenas de millones de chinos, indios, turcos, etc., han conseguido salir de una condición de pobreza atávica -de consumo al mínimo nivel y de pura subsistencia o menos-, para acceder a una condición de cierto bienestar (según los parámetros occidentales) y, por lo tanto, de ausencia de pobreza. […]

*

En resumen. El problema no es cuál sea la estrategia más eficaz para combatir la pobreza y eliminar sus causas estructurales. La respuesta, de hecho, es simple: en las condiciones actuales es la modernización de la estructura económica, realizada sobre bases tecnológicas y capitalistas.

El problema es más bien otro: es decir, cómo valorar la salida de la pobreza que se realiza, precisamente, con las formas impuestas por la modernización y la globalización de los estilos de vida. […] Es cómo valorar la forma de vida -ya no pobre, sino menos pobre- generada por el proceso de modernización, […] un proceso que parece imparable y que tiende a eliminar cualquier factor de resistencia ético-religiosa, además de política. […]

La "Evangelii gaudium" no da respuesta a esta pregunta, o mejor: no la da porque no se plantea la pregunta. […]

El diagnóstico, en apariencia muy severo, que la exhortación propone al Occidente capitalista acaba siendo, de este modo, un análisis tranquilizador: al relanzar viejos eslóganes de fácil consumo, parece ignorar los sutiles mecanismos del mercado y la naturaleza falsa de las estrategias puestas en marcha por el Occidente capitalista para realizar la deseada Aldea Global, una masiva propaganda mediática que penetra por todas partes y cuyo fin es proponer-imponer como buenos, deseables y necesarios objetos de consumo ideados y comercializados con el único fin de alimentar el "crecimiento" de los propios consumos, y, en consecuencia, el crecimiento de los beneficios. […]

En lo que atañe a este aspecto de la "maquinaria" tecno-económica, la "Evangelii gaudium" calla, como si la pobreza no se analizara también en términos de esclavitud mental, de consumo forzado. […] Al elogiar los nuevos medios de comunicación, el magisterio no se da cuenta de estar elogiando al caballo de Troya ideado por el gran capital para expugnar los bastiones de la antigua pobreza y convertirla a la religión del consumo.

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Dos servicios recientes de www.chiesa sobre pobreza y riqueza en las palabras y gestos del Papa Francisco, y su visión política:

> Bienvenidos los ricos. Francisco los acoge con los brazos abiertos (11.3.2016)

> "El pueblo, categoría mística". La visión política del Papa sudamericano (20.4.2016)

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano(CHIESA)