El Papa Francisco ha canonizado este domingo a una antigua enfermera sueca luterana, reconocida en la lista de “justos entre las Naciones” del memorial de Yad Vashem, y definida por el cardenal español Rafael Merry del Val como “la mujer más extraordinaria de Roma”. fue una conversa luterana en Suecia a quien los judíos consideran “Justa entre las Naciones” – un título que podría equipararse a la canonización en esa religión – por haber salvado a muchos perseguidos durante la Segunda Guerra Mundial.
En Estados Unidos
De un modo que refleja en su vida personal una idea repetida con frecuencia por el Papa, María Elizabeth Hesselblad (1870-1957) se encontró plenamente con Cristo cuando trabajaba como enfermera en Nueva York y atendía en sus casas a muchos pobres, entre los que abundaban los católicos.
En 1888, fue recibida en la Iglesia católica en Washington por el sacerdote jesuita Johann Georg Hagen, que era también astrónomo y “veía” la mano de Dios en el universo. Por muchos años se dedicó a asistir como enfermera a los enfermos en Estados Unidos. Allí, con el contacto con pacientes católicos, su caridad, oración, estudio y devoción filial a la Virgen María la condujeron decididamente hacia la Iglesia Católica
Viaja a Roma
En una vida que parece sacada de una novela, María Elizabeth peregrina a Roma, descubre la memoria y la casa donde había vivido cinco siglos antes santa Brígida de Suecia, encuentra su vocación y termina por refundar la orden con ayuda de tres chicas británicas. El 9 de septiembre de 1911 la Sierva de Dios, comenzando con 3 jóvenes postulantes inglesas, (había profesado sus votos en 1906) con la misión de orar y trabajar especialmente por la unión de los cristianos de Escandinavia con la Iglesia Católica.
No es extraño que Rafael Merry del Val, que fue nombrado secretario de Estado del Vaticano a los 36 años y era él mismo un personaje fuera de lo común, la considerase una mujer extraordinaria. Entre sus carismas figuraba el ecumenismo, facilitando el acercamiento entre católicos y luteranos varias décadas antes del Concilio Vaticano II.
Mujer precursora
Si el cardenal y diplomático español (1888-1930) hubiese vivido para ver la Segunda Guerra Mundial se encontraría a María Elizabeth escondiendo familias judías en su convento. Y compartiendo una amistad con el rabino jefe de Roma, Israel Zolli quien, al acabar la guerra, se convirtió al cristianismo y tomó el nombre de Eugenio como agradecimiento al Papa Pio XII (Eugenio Pacelli) por haber salvado del Holocausto a cientos de miles de judíos. Durante y después de la segunda Guerra Mundial, Mary Elizabeth realizó una intensa obra de caridad a favor de los pobres y de los perseguidos por leyes de racismo; y promovió un movimiento por la paz con católicos y no católicos, trabajando fuertemente en el ecumenismo.
Las “brigidinas”, reconocibles a distancia por su corona nórdica de trazos blancos y broches rojos, eran las más alegres en una plaza de San Pedro repleta de decenas de miles de fieles entusiastas.
Terminada la ceremonia, el Papa ha dedicado casi tres cuartos de hora a saludar a muchos de los sacerdotes concelebrantes, recorrer la plaza en el “papamóvil” y acariciar y bendecir a numerosos enfermos..
Fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II el 9 de abril del año 2000. Y el 14 de diciembre de 2015, el Papa Francisco aprobó el segundo milagro atribuido a la beata.