CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Sale Müller, entra Schönborn. El Papa ha cambiado de maestro de doctrina
30 - 05 - 2016 - VATICANO - Documentos

Para Francisco la justa interpretación de la "Amoris laetitia" no es la del prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, sino la del cardenal austriaco. He aquí por primera vez el texto íntegro. Artículo de Sandro Magister. 

 El prefecto de la congregación para la doctrina de la fe sigue siendo él, el cardenal alemán Gerhard L. Müller.

El cual sigue llevando adelante con compromiso su tarea; la última ocasión fue con el monumental discurso que pronunció en Oviedo el 4 de mayo para una correcta comprensión de la "Amoris laetitia", en sintonía con el magisterio precedente de la Iglesia sobre la familia:

> Ejercicios de lectura. La "Amoris laetitia" del cardenal Müller

Pero es cada vez más evidente que para el Papa Francisco no es Müller, sino otro cardenal el maestro de doctrina autorizado para iluminar la exhortación post-sinodal: el cardenal Christoph Schönborn.

El 19 de mayo, cuando se reunió en el Vaticano con los dos cardenales y los tres obispos que forman la presidencia del consejo episcopal latinoamericano, Francisco, preguntado por ellos acerca de la "Amoris laetitia", respondió de este modo, según cuanto refiere el sitio internet del CELAM:

"El Papa responde que el corazón de la Exhortación es el capítulo 4: el amor en la vida familiar, fundamentado en el capítulo trece de la primera carta de San Pablo a los Corintios. El más difícil de leer es el capítulo 8. Algunos, dice el Papa, se han dejado aprisionar por este capítulo. El Santo Padre es muy consciente de las críticas de algunos, incluidos Cardenales, que no han logrado entender el significado evangélico de sus afirmaciones. Y dice que la mejor manera de entender ese capítulo es bajo el marco de la presentación que hizo el cardenal Christoph Schönborn OP, arzobispo de Viena, Austria, un gran teólogo, miembro de la congregación para la doctrina de la fe, muy familiarizado con la doctrina de la Iglesia".
El 16 de abril, preguntado por los periodistas en el vuelo de vuelta a Roma desde la isla de Lesbos, Francisco ya había indicado a Schönborn como el intérprete justo del documento, recomendando leer su presentación y gratificándolo también en esa ocasión con halagos; es más, incluso lo promovió, por error, al cargo de ex "secretario" de la congregación para la doctrina de la fe.

Pero después de esto Müller pronunció su discurso de Oviedo, con la intención de arrojar luz en el tiovivo de interpretaciones y aplicaciones contrastantes de la "Amoris laetitia"que ya se han abierto camino. Pero para el Papa este discurso no ha tenido la más mínima importancia. Como tampoco la ha tenido para "L'Osservatore Romano", que lo ha ignorado por completo.

De hecho, para Francisco la única interpretación que vale de la "Amoris laetitia" es la que hizo Schönborn en la presentación oficial del documento, en la sala de prensa vaticana, el 8 de abril, día de su publicación.

Entonces es necesario leer íntegra, por fin, esta presentación, tanto el texto escrito como los añadidos improvisados por el cardenal. Como deben leerse también las preguntas y respuestas de la rueda de prensa tras la presentación.

A continuación se publica, por primera vez, la transcripción íntegra y fiel de la presentación, basada en la videograbación hecha por el Centro Televisivo Vaticano:

> Presentation of the exhortation "Amoris laetitia" - 2016.04.08

Se observará que hacia el final de la presentación, el cardenal Schönborn indica en el libre "discernimiento" de cada caso individual la vía para admitir a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Y más adelante, al responder a una pregunta de Francis Rocca del Wall Street Journal, plantea precisamente uno de estos casos, afirmando que Juan Pablo II y Benedicto XVI ya habían presentado esa hipótesis.

De hecho, a este propósito hace referencia al párrafo 84 de la "Familiaris consortio" de 1981 en la que, efectivamente, el Papa Karol Wojtyla habla de "los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido".

Pues bien, Schönborn afirma que "ni el Papa Juan Pablo ni el Papa Benedicto han puesto nunca explícitamente en duda" la admisión de estos a los sacramentos, que "ya era una práctica desde hace mucho tiempo".

Más adelante, respondiendo a Diane Montagna de Aleteia, vuelve a insistir sobre cómo en la "Familiaris consortio" estaba ya "implícito" lo que el Papa Francisco ahora "dice clara y explícitamente", en la trayectoria "del desarrollo orgánico de la doctrina".

En realidad, ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI han admitido nunca a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, ni siquiera "implícitamente", salvo en el caso de que en la segunda unión – a causa de "motivos serios como por ejemplo la educación de los hijos" – ellos "asuman el compromiso de vivir en plena continencia".

Para confirmar esto basta releer entero -y no frases extrapoladas deliberadamente- precisamente ese párrafo 84 de la "Familiaris consortio" al que alude Schönborn en apoyo de las innovaciones de la "Amoris laetitia".

También es útil volver a leer lo que escribió Joseph Ratzinger sobre la misma cuestión, como cardenal y como Papa:

> La pastoral del matrimonio debe fundarse en la verdad

Por este motivo, más abajo, después de la presentación y del sucesivo turno de preguntas y respuesta del cardenal Schönborn con los periodistas, se reproduce como elemento necesario de comparación el párrafo 84 de la exhortación apostólica "Familiaris consortio" de Juan Pablo II.

Sigue la crítica de un teólogo tomista sobre el modo impropio con el que la "Amoris laetitia" cita a Santo Tomás de Aquino.

Y, para terminar, un juicio del cardenal Carlo Caffarra –que ha participado en ambos sínodos por invitación directa de Francisco, pero que es también uno de los trece purpurados que han firmado la carta al Papa contra los riesgos de manipulación de la asamblea– sobre la "objetiva falta de claridad" del capítulo ocho de la "Amoris laetitia" y, por lo tanto, sobre el deber de interpretarlo "en continuidad con el magisterio precedente".

¡Buena lectura!

__________

 

1. Schönborn: la presentación oficial de la "Amoris laetitia"

Sala de prensa de la Santa Sede, 8 de abril de 2016. Entre paréntesis cuadrados las frases añadidas por el cardenal verbalmente al texto escrito. Lengua original: italiano.


[Me gustaría, ante todo, expresar mi alegría, mi gozo por el modo con el que el Papa Francisco habla del amor en la familia. Para mí, sencillamente, la "Amoris laetitia" es un texto bellísimo. Me atrevo a decir que a veces nuestros documentos eclesiásticos son un poco difíciles de leer. A pesar de la extensión de este texto, es una lectura bellísima, al menos para mí. Me gustaría decir, a título personal, el porqué lo he leído con tanta alegría, gratitud y, siempre, con una gran emoción. Tengo que decirlo].

En la enseñanza eclesial sobre el matrimonio y la familia a menudo hay una tendencia, tal vez inconsciente, a abordar con dos enfoques estas dos realidades de la vida. Por un lado están los matrimonios y las familias “normales", que obedecen a la regla, en los que todo está "bien”, y está "en orden", y luego están las situaciones "irregulares" que plantean un problema. Ya el mismo término "irregular" sugiere que hay una clara distinción.

Por lo tanto, el que se encuentra en el lado de los "irregulares" tiene que dar por sentado que los "regulares" están en la otra parte. Sé personalmente, debido a mi propia familia, lo difícil que es esto para los que vienen de una familia “patchwork”. En estas situaciones las enseñanzas de la Iglesia pueden hacer daño, pueden dar la sensación de estar excluidos.

El Papa Francisco ha puesto su exhortación bajo el lema: "Se trata de integrar a todos" (AL 297), porque se trata de una comprensión fundamental del Evangelio: ¡todos necesitamos misericordia! "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" (Juan 8, 7). Todos nosotros, independientemente del matrimonio y la situación familiar en la que nos encontramos, estamos en camino. Incluso un matrimonio en el que todo "va bien" está en camino. Debe crecer, aprender, superar nuevas etapas. Conoce el pecado y el fracaso, necesita reconciliación y nuevos comienzos, y esto hasta edad avanzada (AL 297).

El Papa Francisco ha conseguido hablar de todas las situaciones sin catalogar, sin categorizar, con esa mirada fundamental de benevolencia que tiene algo que ver con el corazón de Dios, con los ojos de Jesús, que no excluyen a nadie (AL 297), que acogen a todos, y a todos conceden la "alegría del Evangelio". Por eso la lectura de la "Amoris laetitia" es tan reconfortante. Nadie debe sentirse condenado, nadie despreciado. En este clima de acogida, la enseñanza de la visión cristiana del matrimonio y de la familia se convierte en invitación, estímulo, alegría del amor en la que podemos creer y que no excluye, verdadera y sinceramente, a nadie.

Por eso, para mí, la "Amoris laetitia" es sobre todo y en primer lugar un "acontecimiento lingüístico", como lo fue la "Evangelii gaudium". Algo ha cambiado en la enseñanza eclesial. Este cambio de lenguaje se percibía ya durante el camino sinodal. Entre las dos sesiones sinodales de octubre de 2014 y octubre de 2015 se puede ver claramente cómo el tono se ha enriquecido en estima, como se han aceptado sencillamente las diversas situaciones de la vida, sin juzgarlas ni condenarlas inmediatamente. En la "Amoris laetitia" ha pasado a ser el tono lingüístico constante. Detrás de esto no hay, por supuesto, solamente una opción lingüística, sino un profundo respeto ante cada persona que nunca es, en primer lugar, un "caso problemático" , una "categoría", sino un ser humano inconfundible, con su historia y su camino con y hacia Dios. En la "Evangelii gaudium" el Papa Francisco decía que deberíamos quitarnos los zapatos ante la tierra sagrada del otro (EG 36).

Esta actitud fundamental atraviesa la entera exhortación. Y es, también, la razón más profunda para las otras dos palabras clave: discernir y acompañar. Estas palabras no se aplican únicamente a las "situaciones llamadas irregulares" (Francisco hace hincapié en este ¡"las llamadas"!), sino que valen para todas las personas, para cada matrimonio, para cada familia. Todas, de hecho, están en camino y todas necesitan "discernimiento" y "acompañamiento".

Mi gran alegría ante este documento reside en el hecho de que supera, coherentemente, la artificiosa, externa y neta división entre "regular" e "irregular" y pone a todos bajo la instancia común del Evangelio, siguiendo las palabras de San Pablo: "Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos misericordia” (Rom 11, 32).

Obviamente, este principio continuo de "inclusión" preocupa a algunos. ¿No se habla aquí a favor del relativismo? ¿No se convierte en permisivismo la tan evocada misericordia? ¿ Se ha acabado la claridad de los límites que no se deben superar, de las situaciones que -objetivamente- se definen como irregulares, pecaminosas? Esta exhortación ¿no favorece una cierta laxitud, un "todo vale"? La misericordia propia de Jesús ¿no es, a menudo en cambio, una misericordia severa, exigente?

Para aclarar esto el Papa Francisco no deja duda alguna sobre sus intenciones y nuestra tarea: "Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano. Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar. Es verdad que no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si con eso pudiéramos cambiar algo. Tampoco sirve pretender imponer normas por la fuerza de la autoridad. Nos cabe un esfuerzo más responsable y generoso, que consiste en presentar las razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece” (AL 35).

[Bien, pienso que este es el punto nodal, la motivación. El Papa Francisco es un pedagogo y sabe que sólo la motivación puede hacer amar el propósito cristiano del matrimonio y de la familia].

El Papa Francisco está convencido de que la visión cristiana del matrimonio y de la familia tiene, también hoy en día, una fuerza de atracción inmutable. Pero exige "una saludable reacción autocrítica": "Tenemos que ser humildes y realistas, para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos" (AL 36). Hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales, tal como son.

[Subrayo: ¡tal como son!].

"Esta idealización excesiva, sobre todo cuando no hemos despertado la confianza en la gracia, no ha hecho que el matrimonio sea más deseable y atractivo, sino todo lo contrario” (AL 36).

[¡Autocrítica necesaria!].

Permítanme relatarles una experiencia del Sínodo de octubre pasado: que yo sepa, dos de los trece "circuli minores" comenzaron su trabajo haciendo que cada participante contase su propia situación familiar. Pronto se descubrió que casi todos los obispos o los otros participantes del “circulus minor" se enfrentaban en sus familias con los temas, las preocupaciones, las "irregularidades" de las cuales, nosotros en el Sínodo, habíamos hablado de forma algo abstracta. El Papa Francisco nos invita a hablar de nuestras familias "tal cual son" .Y ahora, lo magnífico del camino sinodal y de su proseguimiento con el Papa Francisco: este sobrio realismo sobre las familias "tal cual son" ¡no nos aleja para nada del ideal! Al contrario: el Papa Francisco consigue con el trabajo de ambos Sínodos situar a las familias en una perspectiva positiva, profundamente rica de esperanzas.

Pero esta perspectiva alentadora sobre las familias exige esa "conversión pastoral" de la que hablaba la "Evangelii gaudium" de una manera tan emocionante. El siguiente párrafo de la "Amoris laetitia" recalca las líneas directrices de esa "conversión pastoral": “Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas. Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas" (AL 37).

El Papa Francisco habla de una profunda confianza en los corazones y en la nostalgia de los seres humanos. Se percibe aquí la gran tradición educacional de la Compañía de Jesús

[¡Lo digo como dominico!]

a la responsabilidad personal. Habla de dos peligros contrarios : El "laissez-faire" y la obsesión de querer controlar y dominar todo. Por un lado es cierto que " la familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía…Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano" (AL 260).

Pero la vigilancia puede volverse también exagerada: “Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (…). Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía”(AL 261).

Encuentro muy iluminante poner en conexión este pensamiento sobre la educación con aquellos relacionados con la praxis pastoral de la Iglesia. De hecho, en este sentido el Papa Francisco habla de la confianza en la conciencia de los fieles: “Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL 37). Obviamente, la gran cuestión es: ¿cómo se forma la conciencia?

[Tema que ha preocupado mucho tanto al Papa Juan Pablo como al Papa Benedicto].

¿Cómo llegar a aquello que es el concepto clave de todo este gran documento, la clave para comprender correctamente la intención del Papa Francisco: “el discernimiento personal”, sobre todo en situaciones difíciles, complejas? El discernimiento es un concepto central de los ejercicios ignacianos. Estos, de hecho, deben ayudar a discernir la voluntad de Dios en las situaciones concretas de la vida. Es el discernimiento el que hace de la persona una personalidad madura, y el camino cristiano quiere ser de ayuda al logro de esta madurez personal: “no para formar autómatas condicionados por el exterior, teledirigidos, sino personas maduras en la amistad con Cristo".

[¡Gran tema del Papa Benedicto!]

Solo allí donde ha madurado este “discernimiento” personal es también posible alcanzar un “discernimiento pastoral”, el cual es importante sobre todo ante “situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone” (AL 6). De este “discernimiento pastoral” habla el capítulo ocho, un capítulo probablemente de gran interés para la opinión pública eclesial, pero también para los medios.

[No me atrevo a preguntar quienes entre ustedes ha leído primero el capítulo ocho. ¡Yo les invito cordialmente a leer primero el capítulo cuatro!].

Debo todavía recordar que el Papa Francisco ha definido como central los capítulos cuatro y cinco (“los dos capítulos centrales”), no solamente en sentido geográfico, sino por su contenido: “No podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar” (AL 89). Muchos probablemente se saltarán la lectura de estos dos capítulos centrales de la "Amoris Laetitia"

[También entre nosotros, teólogos y obispos].

para llegar inmediatamente a las “patatas calientes”, a los puntos críticos. Como pedagogo experto, el Papa Francisco sabe bien que nada atrae y motiva más que la experiencia positiva del amor. “Hablar del amor” (AL 89): esto proporciona claramente una gran alegría al Papa Francisco, que habla del amor con gran vivacidad, comprensibilidad y empatía. El capítulo cuatro es un amplio comentario al Himno de la caridad, en el capítulo trece de la primera carta a los Corintios. Recomiendo a todos la meditación de estas páginas. Ellas nos animan a creer en el amor (cfr. 1 Juan 4,16) y a tener confianza en su fuerza. Aquí es donde “crecer”, otra palabra clave de la "Amoris Laetitia", tiene su sede principal: en ningún otro lugar se manifiesta tan claramente como en el amor que se trata de un proceso dinámico en el cual el amor puede crecer, pero también puede enfriarse. Puedo solamente invitar a leer y a disfrutar de este delicioso capítulo.

Es importante notar un aspecto: el Papa Francisco habla aquí con una rara claridad del papel que también tienen las pasiones, las emociones, el eros, la sexualidad en la vida matrimonial y familiar. No es casual que el Papa Francisco cite aquí de modo particular a Santo Tomás de Aquino.

[Debo expresar mi alegría por la lectura de este documento que es profundamente tomístico. Es verdad, puedo demostrarlo sistemáticamente. Es la gran visión de Santo Tomás de la felicidad como meta de la vida. Y todo el camino humano, el ser en camino, es el caminar hacia esta bienaventuranza que nos ha sido prometida y nos atrae. Sólo el bien atrae y Santo Tomás ha desarrollado mucho este método pedagógico. Por esto Santo Tomás habla tanto de la importancia de las pasiones en la educación y en el camino hacia un matrimonio feliz. El de las pasiones es un tema muy olvidado en la teología moral moderna, casi ya no existe. El cardenal Ratzinger, en el Catecismo de la Iglesia Católica, insistía mucho que se hablara de manera explícita de la importancia de las pasiones para la vida moral. Y encontrarán ustedes páginas bellísimas sobre esto del Papa Francisco].

Aquí es donde el título de la Exhortación del Papa encuentra su plena expresión: ¡Amoris laetitia! Aquí se entiende cómo es posible llegar “a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio” (AL 205). Pero aquí se hace también dolorosamente visible el mal que causan las heridas de amor, lo lacerantes que son las experiencias de fracaso de las relaciones. Por esto no me maravilla que sea sobre todo el capítulo ocho el que llama la atención y el que despierta interés. De hecho la cuestión de cómo la Iglesia trata estas heridas, de cómo trata los fracasos del amor se ha convertido para muchos en una cuestión de examen para entender si la Iglesia es verdaderamente el lugar en el cual se puede experimentar la misericordia de Dios.

Este capítulo debe mucho al intenso trabajo de los dos Sínodos, a las amplias discusiones en la opinión pública y eclesial. Aquí se manifiesta la fecundidad del modo de proceder del Papa Francisco. Él deseaba expresamente una discusión abierta sobre el acompañamiento pastoral de situaciones complejas y ha podido basarse ampliamente en los textos que los dos Sínodos le han presentado.

[Este método del sínodo, de los dos sínodos, es muy importante para caminar juntos, para avanzar].

El Papa Francisco hace explícitamente suyas las declaraciones que ambos Sínodos le han presentado: “Los Padres sinodales alcanzaron un consenso general, que sostengo” (AL 297). En lo que respecta a los divorciados vueltos a casar con rito civil sostiene: “Acojo las consideraciones de muchos Padres sinodales, quienes quisieron expresar que (…) la lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral (…) Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre” (AL 299).

Pero ¿qué significa esto concretamente? Muchos se plantean, con razón, esta pregunta. Las respuestas decisivas se encuentran en la "Amoris Laetitia" n. 300. Éstas ofrecen, ciertamente, materia para ulteriores discusiones. Pero éstas son también una importante aclaración y una indicación para el camino a seguir: “Si se tiene en cuenta la innumerable variedad de situaciones concretas (…) puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos”. Muchos se esperaban tal norma. Quedarán desilusionados.

[Estoy convencido de que es la elección necesaria, la que ha hecho el Papa].

¿Qué es posible? El Papa lo dice con toda claridad: “Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares”.

Y de cómo puede y debe ser este discernimiento personal y pastoral es el tema de la entera sección de la "Amoris Laetitia" nn. 300-312. Ya en el Sínodo de 2015, en el apéndice a los enunciados del círculus germánicus, fue propuesto un “Itinerarium” del discernimiento, del examen de conciencia que el Papa Francisco hizo suyo. “Se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios”. Pero el Papa Francisco recuerda también que “este discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia” (AL 300).

El Papa Francisco menciona dos posiciones erróneas. Una es aquella del rigorismo: “un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones «irregulares», como si fueran piedras que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que a menudo se esconden aún detrás de las enseñanzas de la Iglesia” (AL 305). Por otra parte la Iglesia no debe absolutamente “renunciar a proponer el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza” (AL 307).

Se plantea, naturalmente, la pregunta: ¿qué dice el Papa respecto al acceso a los sacramentos de las personas que viven en situaciones “irregulares”?

[Nos hemos centrado demasiado sobre esta cuestión. El Papa lo decía: se puede convertir en una trampa fijarse sólo en esta cuestión].

El Papa Benedicto ya había dicho que no existen “simples recetas” (AL 298, Nota 333).

[Lo dijo en Milán, en el congreso para la familia].

Y el Papa Francisco vuelve a recordar la necesidad de discernir bien las situaciones, siguiendo la línea de la "Familiaris consortio" (84) de San Juan Pablo II (AL 298).

[Del n. 84, famoso texto en el cual el Papa Juan Pablo dice: por amor de la verdad los pastores están obligados a discernir las situaciones. Y enumera tres situaciones muy distintas].

“El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios” (AL 305). El Papa Francisco nos recuerda una frase importante que había escrito en la "Evangelii Gaudium" n. 44: “Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades” (AL 304).

[No lo he puesto en mi texto, pero diría una cosa: para mí una clave de lectura de la "Amoris laetitia" es la experiencia de los pobres, porque en la vida de los pobres, de las familias pobres, se experimenta exactamente esto, esos pequeños pasos en el camino de la virtud que pueden ser mucho más grandes que el éxito "virtuoso" de quien vive en una situación confortable. Y detrás de este texto se siente toda la experiencia de vida del Papa Francisco, que ha caminado con tantas familias que han sufrido, que son pobres. Para nosotros es también una llamada a la conversión].

En el sentido de esta “via caritatis” (AL 306), el Papa afirma de manera humilde y simple en una nota (351) que se puede dar también la ayuda de los sacramentos “en ciertos casos”. Pero a este propósito él no nos ofrece una casuística de recetas, sino que simplemente nos recuerda dos de sus frases famosas: “a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor” (EG 44) y la Eucaristía “no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (EG 47).

[Aquí no nos es de ayuda la casuística para alcanzar la claridad. Nos ayuda el discernimiento, el acompañamiento].

¿No es un desafío excesivo para los pastores, para los guías espirituales, para las comunidades, si el “discernimiento de las situaciones” no está regulado de modo más preciso? El Papa Francisco conoce esta preocupación: “Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna” (AL 308), a lo que objeta diciendo: “Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” (AL 311).

El Papa Francisco confía en la “alegría del amor”. El amor debe encontrar el camino.

[No ha citado a San Agustín, pero se podría citar su famosa frase: "Dilige et fac quod vis". ¡Verdaderamente! Ama y sabes qué debes hacer].

Es la brújula que nos indica el camino. Es la meta y el camino mismo. Porque Dios es amor y porque el amor es de Dios. Nada es tan exigente como el amor. El amor no se puede comprar. Por esto nadie debe temer que el Papa Francisco nos invite, con la “Amoris Laetitia”, a un camino demasiado fácil. El camino no es fácil, pero está lleno de alegría.

[¡Gracias al Papa Francisco por este hermoso documento!].

__________

 

2. Schönborn: turno de preguntas y respuestas con los periodistas

Sala de prensa de la Santa Sede, 8 de abril de 2016


D. – (Jean-Marie Guénois, Le Figaro) ¿Por qué el punto clave de la "Amoris laetitia" está tratado con una pequeña nota a pie de página y no en el texto?

R. – No lo sé. No he escrito el texto, es el Papa quien lo ha hecho. Podemos preguntarle al Santo Padre por qué lo ha puesto allí. Cada uno puede dar su propia interpretación. Por ejemplo, como he dicho, una vez oí decir al Papa: es una trampa centrar todo sobre este punto, porque se olvida el conjunto de la cuestión. Por esto sugeriría que después de la "Amoris laetitia" hay tantas cuestiones que hay que seguir discutiendo y unos de los puntos es una renovación, en general, del conjunto de nuestra praxis sacramental. Cincuenta años después del Vaticano II sería bueno pensar también en lo que quiere decir la vida sacramental, no sólo para un caso particular, el de los divorciados que se han vuelto a casar, sino para todos nosotros.

D. – (Francis Rocca, The Wall Street Journal) Usted ha citado la "Familiaris consortio" de 1984, pero en este documento, en el n. 84, el Papa escribe que la Iglesia confirma su praxis fundada sobre la Escritura de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar, a no ser que asuman el compromiso de vivir en plena continencia. Entonces, uno se pregunta: ¿ha cambiado algo respecto a treinta y cinco años atrás? ¿Hay una posibilidad en el magisterio papal no prevista por Juan Pablo? Y si es así, ¿hay en la continuidad del magisterio papal un motivo por el cual un próximo Papa no pueda considerar de nuevo oportuno y necesario confirmar esta praxis?

R. – Brevemente, en el n. 84 de la "Familiaris consortio" el Papa San Juan Pablo II habla de tres situaciones distintas, la tercera de las cuales es el caso en el que los divorciados que se han vuelto a casar están moralmente convencidos de que su primer matrimonio no es válido. No ha sacado conclusiones de este hecho, pero yo pienso que hay situaciones que todos nosotros conocemos en la praxis pastoral en las que no es posible encontrar una solución canónica; pero en las que, con la certeza moral de que este primer matrimonio no era sacramental, aunque no se pueda aclarar el caso canónicamente, con el pastor y los cónyuges convencidos en su conciencia, de la que habla el Papa Juan Pablo, de que no están casados sacramentalmente, admitirlos a los sacramentos ya era una praxis desde hacia mucho tiempo que ni el Papa Juan Pablo ni el Papa Benedicto han puesto en duda explícitamente. Y el hecho del que habla sobre la convivencia como hermano y hermana, es ya un caso excepcional porque de otra manera conviven matrimonialmente; el matrimonio no se reduce a la unión sexual, es toda la vida la que se comparte y por lo tanto viven en una segunda unión plenamente y, con excepción de la relación sexual, tienen una vida matrimonial. El Papa Juan Pablo ya decía que en este caso, si no hay escándalo, pueden acceder a los sacramentos. Por lo tanto, estos matices existían desde siempre y el Papa Francisco no entra en la casuística sino que da la indicación esencial, sobre la que nosotros debemos seguir reflexionando.

D. – (Zenit edición española) Entre verdad y caridad, cuando un obispo no consigue discernir, ¿a quién debe dirigirse, hay alguien que lo puede ayudar?

R. – Por su propia naturaleza el discernimiento comporta una cierta incertidumbre porque Santo Tomás dice, y el Papa lo cita en su texto, que los principios son evidentes, son claros, son clarísimos, enunciados claramente, pero a medida que se baja en la acción, en las situaciones concretas, cada vez es más delicado discernir y por esto el ejercicio de los Ejercicios ignacianos es precisamente el discernir de los espíritus. Santo Tomás dice que esto está unido también a una cierta ansia, angustia, que debe discernir, sí. Y también por esto siempre será así: un sacerdote tal vez esté más predispuesto a una visión más amplia, otro será tal vez más temeroso, más severo en el discernimiento, pero esto será siempre así, también en la vida familiar. El discernimiento es una obra delicada pero necesaria.

D. – (Washington Post) El principio del discernimiento, del que usted hablaba, en razón del cual se podría encontrar a un sacerdote que tenga una visión más amplia o a otro más temeroso, ¿lo considera usted un nuevo principio de partida, una nueva ley desde la cual empezar, o una cuestión que permanece abierta?

R. – El Papa lo ha dicho claramente, no es una nueva disposición canónica, y yo puedo recordar, precisamente aquí en esta sala, en 1981, hace mucho tiempo, que un cardenal alemán que era famoso por su claridad doctrinal, el cardenal Höffner, había respondido a una pregunta similar: habladlo con vuestro confesor. Pero hay una responsabilidad en cada uno de nosotros. No se puede jugar con los sacramentos, es cierto, no se puede jugar con la conciencia. El Papa habla mucho de la conciencia: ¿cómo estás tú o estáis vosotros en la pareja con dificultades? ¿Cómo estáis ante Dios en vuestra conciencia? Sobre esto la regla canónica no puede responder con detalle, ni el pastor. Lo debéis saber vosotros, no podéis jugar con Dios. Por lo tanto, el caso que cita San Juan Pablo en el n. 84 de la "Familiaris consortio", el caso de una pareja que se ha vuelto a casar y, dice el Papa, en la cual el matrimonio está "definitivamente roto", usa esta expresión, si están convencidos en conciencia de que su matrimonio no era válido, es una situación distinta a la del otro caso que cita San Juan Pablo, de una persona que ha roto el matrimonio válido por ligereza: es otra situación moral, ante Dios y ante la comunidad y la Iglesia, ante su conciencia. Por lo tanto, el Papa no innova en este documento, esto es importante decirlo, no innova, permanece en la gran tradición pastoral, prudencial, de la Iglesia. Es el recurso a la prudencia pastoral que cada sacerdote, cada obispo debe ejercer.

D. – (Gianfranco Svidercoschi) He leído el capítulo cuatro y me he quedado asombrado al ver que en las notas no hay una sola referencia al sínodo. Sobre la sexualidad, el eros y la pasión se limita a citar a Juan Pablo II, las catequesis sobre el cuerpo, y a Benedicto XVI. Pero lo que es aún más asombroso es que esto corresponde a lo que ha sucedido en el sínodo. Tenemos un Papa que considera la sexualidad un gran valor y un sínodo que en cambio no habla de ello. Y entonces tengo la duda de cómo sabrán hablar los clérigos de los problemas de la familia.

R. – También a mí me ha asombrado que nada de este bellísimo capítulo cuarto esté en las dos relaciones del sínodo. Pero creo que esto revela algo. Los padres sinodales eran casi todos célibes, sí, con una excepción, el superior mayor de los Petits Frères de Jésus, no no, ni siquiera él, no era sacerdote, pero era célibe, los casados eran expertos pero no padres sinodales. Este es el problema, tiene usted razón. Gracias a Dios el Papa Francisco ha remediado esto y de manera bellísima.

D. – (Frankfurter Allgemeine Zeitung, en alemán; el padre Federico Lombardi resume la pregunta en italiano) ¿Por qué la referencia a los divorciados que se han vuelto a casar está sólo en la nota 351?

R. – Un hecho que me asombra es que todos lean esta nota. Por lo tanto, ponerlo en una nota sorprende y atrae el interés. Pero permanezco firme sobre este punto: el Papa Francisco quiere exponer una visión de conjunto y no centrarse sobre un punto en particular, que es importante, pero particular. Y sin los criterios de conjunto del discernimiento, también el discernimiento acerca de "en determinados casos también la ayuda de los sacramentos" caería del cielo, sin vinculación con el conjunto.

D. – (Elisabetta Povoledo, New York Times) ¿Quién ha formado parte de la comisión que ha escrito el documento?

R. – No lo sé. Yo no y no lo he preguntado. Y no puedo mentir diciendo que no lo sé.

D. – (Felipe Domínguez, San Pablo de Brasil) - Parece que el documento subraya mucho la formación de las parejas y el acompañamiento después de casados. Pero al mismo tiempo usted habla de una idealización excesiva de la vida en familia. ¿Qué se puede aportar a este camino de acompañamiento a las parejas de modo práctico que no sean sólo los encuentros, las catequesis, las cosas de siempre?

R. – Brevemente. En este momento, cuando existen tantos ataques a la familia, que el Papa declare en voz alta, con belleza y fuerza, su confianza en el matrimonio y en la familia, esto ya es un mensaje muy fuerte para la sociedad hodierna.

D. – (Diane Montagna, Aleteia) Sólo para aclararlo, pienso que todos quieren saberlo, acerca del párrafo 84 de la "Familiaris consortio" en conjunto, ¿ha cambiado algo respecto a ese párrafo? ¿Todo sigue igual tal como es en la "Familiaris consortio" número 84?

R. – No veo que haya un cambio, pero ciertamente hay un desarrollo, un desarrollo orgánico, en cómo el Papa Juan Pablo ha desarrollado la doctrina. Pongo un ejemplo: nunca en la historia de la doctrina de la Iglesia la pareja hombre y mujer había sido considerada como tal imagen de Dios. El Papa Juan Pablo ha hecho de ella el centro de su enseñanza sobre el matrimonio. Pero yo desafío a todos los expertos de teología a decir cuando en la tradición se ha hecho esto. Por lo tanto es normal, es verdad que hay un desarrollo. John Henry Newman nos explicó cómo funciona este desarrollo orgánico de la doctrina. Ciertamente, en este sentido el Papa Francisco desarrolla las cosas. La frase que usted ha dicho estaba implícita en la "Familiaris consortio", implícita, estoy dispuesto a demostrarlo. Para mí el desarrollo es que el Papa Francisco lo dice clara y explícitamente. Es el caso clásico del desarrollo orgánico de la doctrina. Hay innovación y continuidad. Lean para esto el famoso discurso del Papa Benedicto sobre la hermenéutica de la continuidad. En este documento para mí hay verdadera novedades pero no rupturas, como tampoco hay una ruptura en lo que Juan Pablo ha hecho con la imagen de Dios aplicada a hombre y mujer. No es un ruptura, sino un verdadero desarrollo.

D. – (Andrea Gagliarducci, CNA, ACI Stampa) En lo que respecta al punto 301 acerca de las parejas irregulares que no están en pecado mortal, y por el discurso sobre la innovación de la doctrina de la que usted hablaba, ¿de qué manera se concilia esto con la "Veritatis splendor" de Juan Pablo II, en la que se habla de un "mal intrínseco"?

R. – La "Veritatis splendor" ciertamente habla de la claridad de las normas del "intrinsece malum", pero el Papa Francisco aquí, en el documento, hace una serie de menciones sobre la cuestión de la imputabilidad, muy importantes, y cita el Catecismo de la Iglesia Católica. La imputabilidad que es una de las condiciones para saber si hay o no pecado mortal. Por consiguiente, se deben leer estos pasajes sobre la imputabilidad, que son clásicos, la mayor parte de estas citas vienen del Catecismo y de Santo Tomás.

__________

 

3. El párrafo 84 de la "Familiaris consortio" de 1981 sobre los divorciados que se han vuelto a casar


84. La experiencia diaria enseña, por desgracia, que quien ha recurrido al divorcio tiene normalmente la intención de pasar a una nueva unión, obviamente sin el rito religioso católico. Tratándose de una plaga que, como otras, invade cada vez más ampliamente incluso los ambientes católicos, el problema debe afrontarse con atención improrrogable. Los Padres Sinodales lo han estudiado expresamente. La Iglesia, en efecto, instituida para conducir a la salvación a todos los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes —unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental— han intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación.

Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido.

En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza.

La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.

La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos».

Del mismo modo el respeto debido al sacramento del matrimonio, a los mismos esposos y sus familiares, así como a la comunidad de los fieles, prohíbe a todo pastor —por cualquier motivo o pretexto incluso pastoral— efectuar ceremonias de cualquier tipo para los divorciados que vuelven a casarse. En efecto, tales ceremonias podrían dar la impresión de que se celebran nuevas nupcias sacramentalmente válidas y como consecuencia inducirían a error sobre la indisolubilidad del matrimonio válidamente contraído.

Actuando de este modo, la Iglesia profesa la propia fidelidad a Cristo y a su verdad; al mismo tiempo se comporta con espíritu materno hacia estos hijos suyos, especialmente hacia aquellos que inculpablemente han sido abandonados por su cónyuge legítimo.

La Iglesia está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad.

__________

 

4. A propósito de la cita de Santo Tomás de Aquino en la "Amoris laetitia" n. 304

por Richard A. Spinello


En la "Amoris laetitia" n. 304, con el fin de reforzar su tesis de conjunto, el Papa Francisco cita la cuestión 94 de la parte I-II de la "Summa Theologiae" de Santo Tomás de Aquino.

Santo Tomás parecería estar de acuerdo con el Papa Francisco desde el momento en que afirma en el artículo cuarto de esta cuestión que los principios morales generales pueden admitir excepciones. En consecuencia, el Papa invita a los lectores a integrar este principio tomístico en su "discernimiento pastoral".

La cuestión 94 ha sido citada a menudo por los reformistas para sostener la tesis que actos como el adulterio no son intrínsecamente malos. Santo Tomás afirma que puesto que las normas morales implican situaciones particulares, se aplican no de manera universal sino sólo en general y así pueden admitir algunas excepciones. En este sentido podemos entender el atractivo que suscita este texto, en apoyo de las afirmaciones de la "Amoris laetitia".

Sin embargo, la argumentación de Santo Tomás es mucho más sutil y la "Amoris laetitia" se olvida de centrar la distinción que él hace de los diferentes tipos de normas morales.

Para Santo Tomás, las normas se incluyen en dos clasificaciones generales. Hay normas morales negativas que valen "semper et ad semper", siempre y en cualquier circunstancia sin excepciones, porque excluyen actos que son “malos en sí mismos y no pueden convertirse en buenos” (Summa Theologiae, II-II, q. 33, art. 2).

Pero hay también preceptos morales positivos (como honrar a los padres) que valen "semper sed non ad semper", es decir, obligan siempre, pero no en todas las circunstancias.

Las normas consideradas en la cuestión 94 (art. 4) entran indiscutiblemente en esta última categoría. El ejemplo que plantea Santo Tomás aclara esto bastante. La norma positiva según la cual se debe devolver lo que se ha tomado prestado está sujeta a algunas excepciones que dependen de las circunstancias. Así, las armas confiadas a otra persona no deberían ser devueltas a su propietario si éste tiene la intención de utilizarlas para combatir contra su país.

Santo Tomás afirma a menudo la existencia de absolutos morales específicos, como las normas negativas sin excepciones que prohiben siempre el asesinato de inocentes, el robo, la mentira, el adulterio, la fornicación. En varios textos hace referencia al mal intrínseco de algunos actos, especificado por su objeto moral. Cuando Santo Tomás se confronta con un comentador aristotélico que dice que el adulterio no es intrínsecamente un mal, responde: "No tenemos que estar de acuerdo con el comentador sobre este punto, puesto que uno no puede cometer adulterio con motivo de un bien cualquiera" (De Malo, q. 15, a. 1, ad. 5). En otro tratado él describe algunos actos humanos que "tienen una deformidad inseparablemente pegada a ellos, como la fornicación, el adulterio y otros de este tipo, que no pueden ser realizados moralmente de ningún modo" (Quaestiones quodlibetales, 9, q. 7, a. 2).

Por lo tanto, la referencia del Papa Francisco a Santo Tomás en la "Amoris laetitia" no se sostiene, porque en la cuestión 94 de la "Summa" Santo Tomás se refiere sólo a las normas positivas y no a la norma negativa universalmente vinculante que prohíbe el adulterio.

Si el Papa Francisco quiere afirmar que las normas que prohíben la supresión de vidas inocentes, la mentira, el adulterio y la fornicación tienen excepciones cuando se aplican en medio de las complejidades concretas de la vida, no puede reclutar a Santo Tomás de Aquino como aliado.

Además, una posición de este tipo es contraria a una tradición católica muy antigua que incluye a los teólogos más grandes de la Iglesia como Agustín y Tomás de Aquino y que se extiende desde Trento hasta el Vaticano II.

*

Richard A. Spinello es profesor en el Boston College y en la facultad teológica del St. John's Seminar de Boston. El texto íntegro de su comentario fue publicado en "Crisis Magazine" el 10 de mayo de 2016:

> Does "Amoris laetitia" Retreat from Absolute Moral Norms?

Y he aquí el párrafo de la "Amoris laetitia" con la inadecuada cita de Santo Tomás:

304. Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano. Ruego encarecidamente que recordemos siempre algo que enseña santo Tomás de Aquino, y que aprendamos a incorporarlo en el discernimiento pastoral: "Aunque en los principios generales haya necesidad, cuanto más se afrontan las cosas particulares, tanta más indeterminación hay [...] En el ámbito de la acción, la verdad o la rectitud práctica no son lo mismo en todas las aplicaciones particulares, sino solamente en los principios generales; y en aquellos para los cuales la rectitud es idéntica en las propias acciones, esta no es igualmente conocida por todos [...] Cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación" (Summa Theologiae I-II, q. 94, a. 4). Es verdad que las normas generales presentan un bien que nunca se debe desatender ni descuidar, pero en su formulación no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares. Al mismo tiempo, hay que decir que, precisamente por esa razón, aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma. Ello no sólo daría lugar a una casuística insoportable, sino que pondría en riesgo los valores que se deben preservar con especial cuidado.

__________

 

5. El cardenal Caffarra acerca del "magisterio incierto" del capítulo ocho de "Amoris laetitia"


El capítulo VIII, objetivamente, no es claro. ¿Cómo se explicaría entonces el "conflicto de interpretaciones" que ha estallado entre los obispos? Cuando esto ocurre, es necesario verificar si hay otros textos del Magisterio que sean más claros, teniendo presente un principio: en materia de doctrina de la fe y moral el Magisterio no puede contradecirse. No se debe confundir contradicción y desarrollo. Si digo S es P y luego digo S no es P, no significa que he profundizado lo primero. Lo he contradicho.

La "Amoris laetitia", por lo tanto, ¿enseña o no enseña que existe un espacio de acceso a los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar?

No. Quien vive en un estado de vida que objetivamente contradice el sacramento de la Eucaristía no puede acceder a ella. Como enseña el Magisterio precedente, pueden acceder en cambio quienes, no pudiendo satisfacer la obligación de la separación (por ejemplo, a causa de la educación de los hijos nacidos de la nueva relación), viven en continencia. El Papa toca este punto en una nota (la n. 351). Ahora bien, si el Papa hubiera querido cambiar el Magisterio precedente, que es clarísimo, habría tenido el deber, y el deber grave, de decirlo clara y expresamente. No se puede cambiar la disciplina secular de la Iglesia con una nota, y además de tenor incierto. Estoy aplicando un principio interpretativo que siempre se ha admitido en Teología. El Magisterio incierto se interpreta en continuidad con el precedente.

*

Dicho juicio ha sido extraído de la entrevista del cardenal Carlo Caffarra a "La Nuova Bussola Quotidiana" del 25 de mayo de 2016:

> Caffarra a tutto campo su matrimonio e famiglia

______________________


El resumen del encuentro del 19 de mayo entre el Papa Francisco y la presidencia del consejo episcopal latinoamericano:

> Encuentro de la presidencia del CELAM con el Santo Padre Francisco

Entre los presentes al encuentro estaban el panameño José Luis Lacunza Maestrojuán, hecho cardenal por el Papa Francisco, que en la primera jornada de discusión del sínodo del pasado octubre levantó, con su intervención, un cierto rumor.

Lacunza, de hecho, defendió al sucesor de Pedro "por ser tan misericordioso" no como Jesús, como todos se esperaban que dijera, sino "como Moisés", que concede el divorcio a los "duros de corazón".

Los portavoces oficiales del sínodo no refirieron nada a la prensa sobre esta intervención. Lo citó, en cambio, en su página web la conferencia episcopal de Polonia, suscitando la reacción del cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo, que ordenó que se eliminara.

__________


Traducción en español de Helena Faccia Serrano