Con una inyección letal. Así terminó la vida de una joven de 20 años en Holanda que pidió la eutanasia al no poder recuperarse del daño psicológico ocasionado por los abusos sexuales que había sufrido siendo una niña.

Después de varios años de tratamiento psiquiátrico, finalmente la joven quiso terminar con su vida y recurrir para ello al suicidio asistido. Su pretensión encontró acogida en los médicos holandeses que, con una inyección letal, practicaron la eutanasia a una joven de veinte años necesitada de ayuda psicológica.

La joven había sido víctima de abusos sexuales en su infancia, entre los 5 y los 15 años, y durante varios años recibió atención psiquiátrica hasta que, hace un año, los médicos y psiquiatras sentenciaron que su estado era irreversible y que no podía vivir con ese sufrimiento mental.

Además de un trastorno de estrés postraumático, el diagnóstico de la joven incluía anorexia severa, depresión crónica, tendencia a la autoagresión, alucinaciones, obsesiones y cambios de humor con tendencias suicidas.

El diagnóstico que tuvo como consecuencia la eutanasia no se correspondía, sin embargo, con las mejoras en la condición psicológica de la mujer durante los dos últimos años antes del suicidio asistido, consecuencia de una “terapia intensiva”.

Esta mejora fue considerada por los psiquiatras que atendieron a la joven antes de la eutanasia “un éxito parcial temporal” y finalmente se dictaminó que “no había ninguna esperanza” para la chica de veinte años.

El suicidio asistido de esta joven se produjo hace un año, pero ha trascendido ahora a los medios de comunicación filtrado por los defensores en Inglaterra de la legalización de la eutanasia, según sostiene The Daily Mail.

Los que se oponen a la legalización de la eutanasia han criticado el caso de esta joven al considerar que los médicos deberían haber tenido en cuenta que la reclamación de muerte por parte de una persona con un trastorno psicológico debería haber sido interpretada como una petición de auxilio.

El caso holandés ha avivado la polémica en el Parlamento británico, donde un diputado del Partido Laborista, Robert Flello, ha criticado que se condene con la muerte a una víctima de abusos sexuales, mientras la diputada Fiona Bruce ha defendido que la joven necesitaba ayuda para superar sus problemas y no la eutanasia.

Desde la legalización de la eutanasia en Holanda en el año 2002, esta práctica se ha extendido en el país hasta el punto de que en el año 2015 se produjeron 5.561 muertes por eutanasia. En el año 2013, cientos de parejas holandesas tomaron la decisión de terminar con la vida de 650 bebés enfermos al considerar que el sufrimiento de los recién nacidos resultaba insoportable.

La ley de la eutanasia en Holanda permite la intervención directa del médico para causar la muerte del paciente siempre que la decisión sea voluntaria, que esté sufriendo una enfermedad irreversible o que se encuentre en estado terminal y con un padecimiento insoportable. Esta práctica incluye también a menores, de forma legal si tienen entre 12 y 18 años, y en la realidad, según las cifras, también se aplica a los bebés que se encuentren en la misma situación.

(Fuente: Infovaticana)