«En la masacre del día de Pascua no murieron también mujeres y niños musulmanes, sino que murieron sobre todo mujeres y niños musulmanes». Lo recuerda Giorgio Bernardelli en «Mondo e Missione», en donde publicó las cifras oficiales sobre las víctimas del terrible atentado suicida que cobró las vidas de muchos niños y niñas. El saldo más actualizado habla de 74 muertos. Según el líder de la policía de Lahore, entre las víctimas identificadas, hay 14 cristianos y 54 musulmanes. Un dato que no sorprende: en un gran parque de una gran ciudad paquistaní, en un día de vacaciones, era improbable atacar solo y específicamente a los cristianos. A pesar de que fue el día de Pascua y a pesar de la cercanía de dos iglesias cristianas pentecostales de la Asamblea de Dios.

Al calor de la noticia, debido a las celebraciones pascuales y a la cercanía de las dos iglesias (y, sobre todo, debido a la reivindicación del grupo terrorista talibán que afirmó haber tenido como blanco justamente a los cristianos), se difundió la noticia de que las víctimas eran principalmente cristianas. Pero pocas horas después, cuando se dieron a conocer los primeros datos sobre lo sucedido, comenzó a surgir muy otra realidad.

Datos que hablaban de un atentado en el que murieron, mezclando su sangre, cristianos y musulmanes, pero estos últimos pagaron el precio más alto. La de Lahore no fue una masacre de cristianos, sino una masacre de musulmanes y cristianos.

No hay duda de que es necesario mantener elevado el nivel de alerta y no dejar pasar en silencio la persecución contra los cristianos en el mundo. Pero tampoco hay que cometer el error de ver según esta óptica todo lo que está sucediendo. Los atentados que en los últimos años han devastado Pakistán no han tenido como blanco solo a los cristianos, sino también a los musulmanes chiitas, a los ajmadíes, a los sunitas moderados, a los sufis. Y también han sido atacados objetivos del gobierno.

Lo mismo está sucediendo en Siria y en Irak con el autoproclamado Estado Islámico: los que han acabado en la mira de los desolladores fundamentalistas islámicos no han sido solo cristianos o yazidíes, sino también muchos musulmanes sunitas moderados y chiitas. Lo que está sucediendo, más allá de consignas y de la hábil propaganda anti-occidental del EI, es antes que nada una guerra dentro del mismo Islam.

(Fuente; Valoresreligiosos)