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Ortodoxo fascinado con Francisco
14 - 11 - 2013 - INTERRELIGIOSO - Ortodoxos

El Metropolita ruso elogia las nuevas «pistas ecuménicas» sugeridas por Papa Bergoglio: la unidad no nace como alianza «contra alguno o alguien», sino que florece a partir de la común fe apostólica.

El encuentro entre el Metropolita ruso Hilarion Alfeyev y Papa Francisco se llevó a cabo ayer por la mañana. Y por la tarde el representante del Patriarcado de Moscú dio muestras de la prontitud con la que los ortodoxos rusos reciben y descifran las señales que les ha enviado el actual Obispo de Roma.

La ocasión fue la presentación, en el Centro ruso de ciencia y cultura de Roma, del libro póstumo de Sergei Averintsev “Verbo de Dio y palabra del hombre. Discursos romanos, editado por el profesor Pierluca Azzaro de la recién creada Academia Sapientia et Scientia. Al hablar sobre el gran filólogo ruso, que falleció en Viena en 2004, el “ministro del Exterior” del Patriarcado de Moscú retomó la frecuencia en la que podría volver a sintonizarse el diálogo ecuménico entre los católicos y los ortodoxos en el futuro.


El gran intelectual cristiano Averincev –explicó Hilarion– intuyó desde los años inmediatamente posteriores al derrumbe de la Unión Soviética la falta fatal de una idea de unidad entre los cristianos que él mismo definía “política” o “ideológica”: es decir la unidad «en un cristianismo de muchos adjetivos (conservador, liberal, y demás), la unidad según las reglas del mundo, que tiende a ser una unidad contra alguien o algo, la unidad de una “religión sin fe, sin creer”». Los únicos caminos posibles para proceder en compañía, sugirió Hilarion citando a Averintsev– son los que parten de la «unidad del “cristianismo cristiano”. La unidad de los que, a pesar de todas las diferencias existentes, ha permanecido fiel a los Sacramentos y a las dinámicas propias de la fe cristiana. La unidad de los que leen en cada palabra de Cristo una expresión de la propia fe».


Incluso hoy en día, aclaró Hilarion, la unidad auténtica entre los cristianos no puede desnaturalizarse en mera «unión en contra de» o que se pueda relacionar con «motivaciones ideológicas, pragmáticas o propagandísticas». A las Iglesias de Oriente y Occidente, «arraigadas en el cristianismo apostólico», subrayó el Metropolita ortodoxo, «corresponde la especial misión de ofrecer juntas testimonio del “cristianismo cristiano”, de profesar juntas la verdad de la Cruz». Pero esta confesión conjunta solo será eficaz «cuando nosotros aprendamos a ver los unos en los otros no adversarios, como en la época de las cruzadas, ni concurrentes, como sucede a menudo hoy en día, sino obreros que trabajan juntos en la viña del Señor». Cuando «aprendamos a dar valor a las diferencias que marcan nuestras diferentes tradiciones y dejemos de perseguir la uniformidad exterior».

En su discurso, Hilarion consideró el dato elemental de la fe apostólica compartida como factor propulsor del camino ecuménico del presente y del futuro. Es un regreso «a las fuentes» el que puede desplegarse gracias a los aportes que ya ha ofrecido Papa Francisco en sus intervenciones. Elocuentemente, Hilarion concluyó su discurso con dos largas citas del actual Obispo de Roma. En la primera citó las palabras que pronunció el Papa Bergoglio durante el vuelo que lo llevaba de Río a Roma, cuando el Sucesor de Pedro hizo un homenaje al alma rusa de Dostoevskij y a las Iglesias ortodoxas «que han conservado esa prístina liturgia, tan hermosa. Nosotros», había dicho el Papa, «hemos perdido un poco el sentido de la adoración. Ellos lo conservan, ellos alaban a Dios, ellos adoran a Dios, cantan; el tiempo no cuenta».

En la segunda cita bergogliana, Hilarion aptrovechó el pasaje de la entrevista de Papa Francisco a “La Civiltá Cattolica”, en el que el Obispo de Roma reveló que prentendía «aprender» de los ortodoxos «sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre la tradición de la sinodalidad».

La reflexión compartida sobre cómo era el gobierno de la Iglesia durante los primeros siglos, continuaba el papa en la entrevista citada por Hilarion, «dará frutos en su momento». Mientras tanto, en las relaciones ecuménicas es importante «no solo conocerse mejor, sino también reconocer lo que el Espíritu ha sembrado en los demás incluso como don para nosotros. Caminar unidos en las diferencias. No hay otro camino para unirnos. Este es el camino de Jesús».

La profunda revisión del Instituto del Sínodo de los obispos que está preparando Francisco refleja concretamente su apertura hacia el reconocimiento del don que representa para la Iglesia Catolica lo que ha sembrado el Espíritu a lo largo del camino de las Iglesias Ortodoxas. De esta manera, el diálogo ecuménico podrá tomar senderos inéditos. Fuera de los aburridos rituales de las cortesías entre aparatos.(Vatican Inisder)