CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Los grandes temas que Francisco y Cirilo ni hablaron
17 - 03 - 2016 - INTERRELIGIOSO - Ortodoxos

Los ortodoxos no sólo no reconocen como válidos los sacramentos católicos, sino que ponen en duda que la Iglesia de Roma sea una verdadera Iglesia. La acusan de haber corrompido la pureza y la integridad de la fe, de la cual ellos son los únicos custodios. El análisis de un experto 

El documento firmado hace un mes en La Habana por el papa Francisco y por Cirilo, el patriarca de Moscú, está muy lejos de pacificar las relaciones entre la Iglesia Católica y la ortodoxia:

> "Por la voluntad de Dios Padre…"

Francesco lo ha rebajado prudentemente a "discutible" y "opinable". Y a los obispos de la Iglesia Greco-católica Ucraniana les ha dicho que ese documento "no es la palabra del Evangelio".

Pero las heridas siguen abiertas. Y son mucho más profundas que lo que hace creer "La Civiltà Cattolica", según la cual lo que cuenta "no son las palabras escritas y firmadas, sino las manos que han usado la tinta y que se han estrechado".

El obstáculo más visible contra la pacificación entre Roma y Moscú sigue siendo los cinco millones de greco-católicos de Ucrania. "Dos mundos paralelos" es el título de la entrevista en la que el arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Shevchuck, dio voz a la amargura de sus fieles, inmediatamente después de la cumbre de La Habana:

> La protesta de los católicos ucranianos: "El Papa apoya la agresión rusa"

La Iglesia Greco-católica de Ucraina es una realidad viviente. En 1989, cuando salió de las catacumbas, contaba sólo con 300 sacerdotes ancianos, mientras que hoy tiene 3000 jóvenes, de un promedio de 38 años de edad.

El drama de esta Iglesia es que se siente incomprendida, tanto por Roma como por Moscú.

*

Con Roma los obispos ucranianos han intentado arreglarse, al encontrarse con el papa Francisco el 5 de marzo y publicar inmediatamente después el siguiente documento:

> The Address of the Permanent Synod of the UGCC after the meeting with the Holy Father

En ese documento escriben, entre otras cosas:

"El Santo Padre es una autoridad moral global que dice la verdad. La voz de la verdad es particularmente importante para el sufrimiento del pueblo de Ucrania. Si el pueblo no escucha o no comprende esta voz se vuelve confuso, ansioso y se siente abandonado".

Pero fue su arzobispo mayor, Sviatoslav Shevchuck, quien describió en forma más directa la orientación del encuentro con el Papa, en esta entrevista en Radio Vaticana:

> Shevchuk: Pope "shares in suffering" of Ukrainians

Scevchuck hace referencia a que el Papa les ha asegurado que en el diálogo con Moscú "no sacrificará una sola vida, mucho menos la de toda una Iglesia Católica oriental".

Y sobre el conflicto en las regiones orientales de Ucrania el Papa dijo que había leído el informe que le enviara el nuncio en Kiev, Claudio Gugerotti, y prometió a los obispos que intervendrá en su ayuda.

Al término del encuentro, los bendijo y se hizo bendecir, "inclinando humildemente la cabeza para recibir la bendición".

*

En cuanto a la irreductible hostilidad de Moscú contra la Iglesia Greco-católico Ucraniana, ella ha sido confirmada por enésima vez por el número dos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el poderoso metropolitano Hilarion de Volokolamsk, precisamente en reacción a las críticas de Shevchuck al documento de La Habana.

A juicio de Hilarion los greco-católicos ucranianos "no están dispuestos a escuchar no sólo la voz de nuestro patriarca, sino ni siquiera la voz del Papa":

> Agire da fratelli, non da concorrenti

Pero todavía más radicales son las críticas dirigidas a ellos en el documento publicado en los primeros días de marzo por la Iglesia Ortodoxa Ucraniana en ocasión de los setenta años del Concilio de Lviv, de 1946, el cual impuso a los greco-cátolicos el retorno a la ortodoxia y cuyos efectos duraron para ellos hasta 1989:

> The department for the external Church relations of the UOC (MP) on the anniversary…

En este documento no hay ni siquiera huellas del ligero ablandamiento de las relaciones entre católicos y ortodoxos ucranianos que se hicieron entrever en la declaración conjunta de La Habana, en la que por otro lado no se reconoce a los greco-católicos la identidad de "Iglesia", sino sólo la de "comunidad eclesial".

En todo caso, la cumbre de La Habana suscitó agitación y división también dentro de la Iglesia Ortodoxa. Tan cierto es esto que también Hilarion, en paralelo con el Papa, ha tenido que minimizar el alcance de la declaración conjunta:

"No ha habido ningún intento de acercamiento doctrinal y no se discutió ninguna cuestión dogmática o teológica. Y también ahora este tipo de discusiones no están en el orden del día".

Esto es muy cierto. Tanto Francisco como Cirilo han dado mucha más importancia al gesto que a las palabras. Con el resultado que los puntos reales de desacuerdo entre el catolicismo y la ortodoxia han quedado intactos en su totalidad.

Y no sólo es útil sino necesario volver a recorrerlos uno por uno, como ha hecho en un ensayo reciente el profesor Lubomir Zak, eslovaco, profesor ordinario de Introducción a la Teología y de Historia de la Teología en la Pontificia Universidad Lateranense, especialista en teología ortodoxa rusa.

El ensayo fue publicado en el 2015 en la revista teológica "Lateranum" y puede ser adquirido también como e-book:

> Il cammino ecumenico aperto da "Unitatis redintegratio" tra difficoltà e speranze: in dialogo con l'ortodossia

*

El dato del cual parte el análisis de Zak es el fuerte contraste entre la visión que la Iglesia Católica tiene hoy de la ortodoxia y, viceversa, la que la Iglesia Ortodoxa tiene del catolicismo.

En efecto, para decirlo con las palabras del metropolitano Hilarion de Volokolamsk, desde el Concilio Vaticano II en adelante la Iglesia católico-romana ha admitido "finalmente que las Iglesias ortodoxas son salvíficas, poseen la sucesión apostólica y los sacramentos, y lo que les falta es solamente la comunión con la sede de Roma".

Es precisamente así. Tan cierto es que los decretos conciliares "Unitatis redintegratio" y "Orientalium ecclesiarum" llegan a sostener que "la comunicación en las cosas sagradas con los hermanos de las Iglesias Orientales separadas... no sólo es posible sino también aconsejable".

Otro hallazgo de la visión decididamente positiva que la Iglesia Católica tiene hoy de la Ortodoxia es el reconocimiento, acontecido en el 2001, de la validez sacramental de la antigua anáfora de Addai y Mari de la liturgia eucarística asiria, a pesar que no contiene la fórmula del relato de la institución de la Eucaristía.

Y también se tornó habitual para los Papas, desde Juan Pablo II en adelante, dirigirse a la ortodoxia con la utilización del término "Iglesias hermanas".

Pero nada de todo esto se encuentra en la visión que la Iglesia Ortodoxa tiene del catolicismo y en la praxis que sigue éste último.

Un comienzo del deshielo fue en el año 1969, cuando el sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa autorizó la administración de los sacramentos a los católicos que están desprovistos de un ministro propio. En esa época, como responsable de las relaciones externas del patriarcado de Moscú – en el rol desempeñado hoy por Hilarion – estaba el metropolitano Nikodim, campeón del ecumenismo, con un joven ayudante de nombre Cirilo, el actual patriarca.

Pero en 1978 Nikodim murió a causa de un infarto en el Vaticano mientras estaba conversando con Juan Pablo I. Y con el posterior papa Juan Pablo II, polaco, las aperturas ecuménicas de la Iglesia Rusa se detuvieron y retrocedieron, también por las presiones del Kremlin. Se revocó el decreto que autorizaba la comunión y los sacramentos a los católicos.

La resurrección, en 1989 en Ucrania, de la Iglesia Greco-católica "uniata" y la expansión "proselitista" hacia el Este del Papa polaco reforzaron todavía más en la Ortodoxia las tendencias anticatólicas.

Hoy estas tendencias son menos belicosas que en los años '90, cuando llegaron a su máximo nivel. El patriarca de Moscú, Cirilo, incluso se atrevió a abrazarse con el Papa de Roma.

Pero se mantienen en su totalidad las causas profundas de confrontación, y Zak las examina una por una.

*

Una primera causa de confrontación es la diferente visión eclesiológica.

Cuando los Papas llaman "hermanas" a las Iglesias Ortodoxas lo hacen en el marco de una visión de la Iglesia en la que todos los obispos diocesanos están en unidad con el obispo de Roma, que tiene poder sobre todas las Iglesias particulares.

Para los ortodoxos, por el contrario, la Iglesia está estructurada en "patriarcados", en cada uno de los cuales se eligen patriarcas y obispos, con autonomía de cada territorio en materia de liturgia y de disciplina canónica. Según esta visión, el Papa sería "patriarca de Occidente", es decir, precisamente el título que Benedicto XVI, para disipar todo equívoco, eliminó en el 2006 de los atributos atribuidos a él por el Anuario Pontificio.

Sobre la base de esta confrontación entre las eclesiologías, el profesor Zak comenta:

"No sorprende que también el diálogo católico-ortodoxo sobre el tema del primado del Papa – cuyo fruto más reciente es el documento de Ravena del año 2007, elaborado por la Comisión Mixta Internacional – haya podido solamente avanzar pocos pasos, deteniéndose a breve distancia del punto de partida".

*

Una segunda causa de confrontación es el llamado "uniatismo", término despectivo con el que la ortodoxia descalifica a las Iglesias de rito oriental unidas a Roma.

Los ortodoxos justifican en general esa descalificación por la peligrosidad mimética de estas comunidades, que al celebrar liturgias idénticas a las suyas pueden atraer a muchos fieles desprevenidos a la trampa de la sumisión a Roma.

"Sin embargo – escribe Zak – las razones de la confrontación son todavía más profundas y de naturaleza eclesiológica. Lo que escandaliza al mundo ortodoxo es que las Iglesias orientales católicas forman parte de una estructura que no es la que para ellos es la originaria, patriarcal, sino la romanocéntrica, que tiene en la Iglesia de Roma el punto obligatorio de referencia para cada aspecto de la vida eclesial".

La declaración de La Habana entrega verbalmente al pasado este "uniatismo", del cual los greco-católicos ucranianos son el ejemplo más imponente. Pero la cuestión permanece irresuelta, porque es verdad que Roma dice a las Iglesias orientales católicas: "ustedes son las que existieron primero", pero de hecho las engloba en una estructura de la Iglesia típicamente latina y papal, estructura que la Ortodoxia no quiere aceptar de ninguna manera.

*

Una tercera causa de confrontación se refiere a la "communicatio in sacris". La Iglesia Católica la admite. Las Iglesias ortodoxas – olvidada la apertura parcial y efímera de los años de Nikodim – la rechazan categóricamente.

El motivo de este rechazo – hace notar Zak – es también teológico y eclesiológico. Mientras que la Iglesia Católica considera verdaderos a todos los sacramentos de las Iglesias ortodoxas, no sucede lo mismo por parte de la Ortodoxia. Oficialmente, la Iglesia Ortodoxa no ha admitido en ningún documento, decreto o declaración que los sacramentos de la Iglesia Católica son verdaderos y salvíficos.

No sólo eso. Los ortodoxos ponen seriamente en duda que la Iglesia Católica sea verdadera Iglesia, en oposición a lo que la Iglesia Católica piensa de la Iglesia Ortodoxa. Que los no-ortodoxos no pertenecen a la única y verdadera Iglesia de Cristo es la idea que siguen manteniendo firme, bajo el velo de las cortesías ecuménicas.

*

Y llegamos a una cuarta causa de confrontación, la cual se refiere a los motivos de la ruptura entre Oriente y Occidente, consumada hace mil años.

El decreto conciliar "Unitatis redintegratio" atribuyó esa ruptura sobre todo a "la falta de mutua comprensión y caridad". También el papa Francisco parece pensar que la cuestión se plantea en su totalidad en este punto.

Pero en el campo ortodoxo están convencidos que los puntos de divergencia son muchos más graves. Entre otros, un solemne documento del patriarcado de Moscú del 2000 explica que la Iglesia católico-romana "se separó de la comunión con la Iglesia Ortodoxa, verdadera Iglesia de Cristo", porque corrompió la pureza e integridad de la fe (de la cual es custodio y testigo justamente la ortodoxia), introduciendo "nuevos dogmas" como la procesión del Espíritu Santo desde el Padre y del Hijo, la inmaculada concepción de María, la asunción de María al cielo y la infabilidad del Papa.

Concluye el profesor Zak:

"Una cosa es segura: a causa de la falta de pureza e integridad de la fe – ya no más en plena conformidad con la tradición apostólica – es que nace y sigue persistiendo el problema, para los ortodoxos, de la verdadera eclesialidad de la Iglesia católico-romana y, en consecuencia, de la eficacia salvífica de sus sacramentos.

"Es difícil pensar que el diálogo católico-ortodoxo pueda lograr, en un futuro próximo, resultados relevantes sin que antes cambie, o al menos se atenúe, la consideración de la ortodoxia sobre el 'defecto de fe' de la Iglesia de Roma; tanto más que la convicción acerca del 'defecto de fe' de los católicos fue sostenida y predicada, en el pasado, incluso por algunos santos ortodoxos, entre ellos el obispo Teófano el Recluso.

"Tal como explica un autorizado manual ortodoxo de teología ecuménica en uso en los seminarios de Moscú, Teófano – muy crítico respecto a las confesiones cristianas de Occidente – estaba convencido que el Espíritu Santo no actúa con plenitud entre los no-ortodoxos, por eso todos los sacramentos de los católicos son defectuosos y también lo son muchas de sus celebraciones'.

"Identificándose con la consideración del santo, los autores del manual no tienen temor de agregar: 'Se trata de palabras duras, pero que ofrecen un juicio correcto respecto al estado espiritual de la no-ortodoxia'".

__________


Traducción en español de Helena Faccia Serrano,(SANDRO MAGISTER-CHIESA)