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Birmania elige a un vicepresidente cristiano
16 - 03 - 2016 - CULTURA - PolĂ­tica

El histórico nombramiento del pentecostal Henry Van Thio al lado del nuevo presidente U Kyaw Htin, exponente de la Liga Nacional por la Democracia; en el año jubilar, una señal fuerte para el proceso de reconciliación con las minorías étnicas

Birmania completa el cambio democrático y da una señal de la esperada obra de reconciliación nacional: el Parlamento birmano acaba de completar la renovación democrática de las instituciones, que comenzó después del voto de septiembre de 2015, con la elección de la cúpula del estado
 

Por primera vez, después de 50 años, el poder vulve a estar en manos de civiles: el neo-electo presidente U Kyaw Htin, histórico exponente de la Liga Nacional por la Democracia (hombre que no pertenece al ejército) representa el nuevo rostro de la nación. Con los 360 votos que le dio el Parlamento, el académico de 69 años y hombre de confianza de la lideresa Aung San Suu Kyi, fue elegido nuevo presidente. «El resultado de hoy es un triunfo para Aung San Suu Kyi y para la democracia», dijo en sus primeras declaraciones después de la votación.

La renovación se completa con los dos vicepresidentes: el primero, como se podía esperar, es el ex general U Myint Swe, candidato de los militares; el segundo, y esta es la novedad relevante, es Henry Van Thio, también de la Liga Nacional por la Democracia, pero expresión de las minorías étnicas y religiosas; proviene del grupo étnico chin y es un cristiano pentecostal, en un país de mayoría budista, en el que los cristianos representan solo el 5% de la población.

Y si el pueblo esperaba, hasta el último momento, que Aung San Suu Kyi pudiera llegar a la silla presidencial (la mujer no pudo contender como candidata debido a una cláusula «ad personam» incluida en la Constitución de 2008, aprobada en tiempos de la junta militar), es cierto que la ganadora del Premio Nobel de la Paz seguirá ejerciendo su precioso papel de «líder moral» del país, y cultivando sólidos y estrechos vínculos políticos con el presidente.

Parece que fue justamente Aung San Suu Kyi la que quiso incluir en la lista de los candidatos a la presidencia a un político que pertenece a las minorías étnicas y religiosas: el elegido fue Henry Van Thio, de 57 años, y representa un símbolo importante para la reconciliación nacional.

El conjunto de las minorías étnicas en Myanmar constituye una tercera parte de la población (55 millones de habitantes) e incluye a la mayor parte de los cristianos birmanos. «La presencia de un presidente cristiano de etnia chin es un buen signo: proviene de una de las minorías más pequeñas y de un área muy pobre. Pedimos que la paz para las minorías étnicas sea la prioridad para los nuevos gobernantes», explicó a la agencia vaticana Fides Paul Awng Dang, director de la Cáritas en la diócesis de Banmaw, en el norte del país, en donde el conflicto entre el ejército regular y los rebeldes de etnia kachin continúa, y sigue provocando nuevos flujos de desplazados.

La población chin (de alrededor de 500 mil personas), y relegada a la Birmania occidental, es la más pobre de la nación, con el 73% de la gente que vive bajo el umbral de la pobreza. Al ser discriminada por su etnia, su lengua y su religión, esta población vive una especie de abandono: las calles principales, la electricidad y las infraestructuras de comunicación siguen siendo completamente inadecuadas. Los chin viven aislados del resto del país y participan raramente en la vida económica y pública de la nación.

Hay que decir que la condición de los chin es incluso idílica si se la compara con las de otros grupos étnicos minoritarios, como los musulmanes rohinyá, sometidos durante los últimos años a violencias de carácter étnico-religiosa tanto por parte de grupos fanáticos y nacionalistas budistas como por parte del estado, que les niega la ciudadanía y el reconocimiento de los derechos civiles.

Por no hablar de lo que los obispos católicos del norte de Myanmar nunca han dejado de denunciar y definir como «genocidio» en contra de las minorías de la etnia kachin, que viven en un conflicto civil que solamente en los últimos años ha provocado más de 200.000 desplazados, con muchísimos casos de abusos perpetrados por los militares.

Frente a esta situación la Iglesia católica ha lanzado en numerosas ocasiones su llamado a acabar con la guerra civil, a la protección de los derechos humanos y a un proceso de reconciliación nacional que, según los observadores, podría encontrar una solución política de tipo federal.

«Myanmar necesita misericordia y compasión», escribió el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon, en la carta pastoral para el Año Jubilar. Mientras se busca justicia, paz y desarrollo, se lee en el texto, «nosotros los cristianos estamos llamados a contribuir, mediante la misericordia, en la construcción de la nación y de la paz». Esta esperanza, hoy, gracias a la nueva cúpula del estado, se está haciendo más concreta y posible.

(Fuente: Vaticaninsider)