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Divorciados: inédito gesto del Papa ante visita presidencial
28 - 02 - 2016 - DESAFIOS - Pastorales

Por primera vez en la historia, el protocolo del Vaticano dejó entrar a un presidente católico junto a su esposa casados por lo civil, en una visita oficial al Papa. Desde una mirada argentina-dice Elizabeta Piqué en La Nación-, podría parecer una pequeñez, pero para la Santa Sede se trata de un cambio de costumbre drástico, que marca un antes y un después y reafirma el rumbo reformista del pontificado de Bergoglio.

Todo el mundo se detuvo a observar ayer el denominado body language del Papa y las imágenes extremadamente frías del encuentro que tuvo con el presidente Mauricio Macri. Y pasó inadvertido un gesto con muchísimo contenido de Francisco, que significó un cambio histórico en el estricto protocolo del Vaticano y, también, un gesto de gran respeto hacia Macri.

Una fuente bien informada del Vaticano contó que a Francisco le costó convencer a la Secretaría de Estado de este histórico y novedoso cambio de reglas del protocolo, acorde con los tiempos.

 

Según las ahora superadas -por expresa voluntad de Francisco- normas del protocolo, cuando un jefe de Estado llegaba de visita al Palacio Apostólico con una consorte casada por civil y no por la Iglesia, ésta era saludada por el Santo Padre aparte, en forma separada de su marido, en otro salón. Algo que, aunque pasó inadvertido, no sucedió ayer con Juliana Awada.

Elegantísima, vestida de riguroso negro y con la cabeza cubierta por una mantilla, la tercera esposa del Presidente saludó al Santo Padre junto a su marido una vez terminada la reunión entre ambos a solas. Entonces a Francisco, ayer especialmente serio, se lo vio algo más sonriente y cariñoso.

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Macri y Awada ya habían estado con Francisco juntos en una reunión privada e informal en la residencia de Santa Marta en septiembre de 2013. Pero Macri aún no era presidente, sino jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

"Hace dos años y medio hubo un antecedente con un mandatario latinoamericano que prefiero no nombrar, que llegó con su esposa casada por civil, ya que todavía no había obtenido la nulidad del primer matrimonio. Y el Pontífice se sintió muy mal cuando por el protocolo se vio obligado a saludar a la mujer en forma separada, en otro salón", contó a LA NACION una fuente del Vaticano bien informada. "Le pareció injusto y comenzó a madurar esta idea de cambiar el protocolo, cosa que sucedió por primera vez hoy (por ayer) con Macri", agregó.

Más allá de este detalle, en el Vaticano reinaba gran satisfacción por una visita "positiva", "muy correcta", con mucho contenido y sin reclamos, que pareció abrir una nueva etapa, marcada por una vuelta a la normalidad en la gestión de la relación bilateral.

Atrás quedaron casi tres años de desbordes, comitivas demasiado "latinoamericanas" ante ojos curiales, muy numerosas y ruidosas, con reuniones fuera de todo protocolo, en la residencia de Santa Marta y excesivamente largas, al cabo de las cuales el propio Papa confesó sentirse "usado".

En este sentido, era evidente ayer el clima distinto, sobrio e institucional que se respiró en el Palacio Apostólico del Vaticano, un sitio que no significa frialdad al compararlo con la residencia de Santa Marta, sino "un trato de mayor jerarquía, lo máximo", explicaban en el Vaticano. Allí, los gentilhombres de frac que, como es tradición, recibieron al Presidente en el Patio de San Dámaso y lo acompañaron, como indica el ceremonial, hasta la biblioteca del segundo piso, quedaron impactados por la belleza y el refinamiento de Juliana Awada.

"La comitiva fue muy protocolar. Esta vez no fue la reunión entre dos argentinos, sino entre dos jefes de Estado", destacó a la nacion un monseñor de la Secretaría de Estado. El prelado también minimizó ese body language frío, muy formal, del ex arzobispo de Buenos Aires. "En todas las fotos oficiales la expresión mímica del Papa es la misma", aseguró.

En este marco, el comunicado del Vaticano que dio cuenta del encuentro y detalló los temas de mutuo interés abordados no casualmente destacó "el buen estado de las relaciones bilaterales entre la Santa Sede y la República Argentina". Haber insertado en el comunicado esa frase, según explicaron a la nacion fuentes de la Secretaría de Estado, tuvo un objetivo preciso: desmontar "esa montaña de especulaciones que se tejen en la Argentina sobre supuestas guerras frías del Papa contra Macri y demás hilaciones aparecidas en ese sentido en los últimos tiempos".