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Abrazo de La Habana: la unidad está lejanísima
20 - 02 - 2016 - INTERRELIGIOSO - Ortodoxos

El relato de dos esposos australianos, él católico, ella ortodoxa. Punto por punto todos los elementos de contraste entre las dos Iglesias, en la vida de cada día. Artículo de Sandro Magister. 

Al reunirse con Cirilo, patriarca de Moscú y de todas las Rusias, el Papa Francisco ha ido con el corazón más allá del obstáculo.

O mejor, de los obstáculos que, en gran número, siguen bloqueando el camino hacia la unidad entre las Iglesias cristianas.

Al camino hacia la reunificación se le da el nombre de ecumenismo. Y se imagina que es prerrogativa de los líderes de las distintas Iglesias y comunidades, con sus encuentros y documentos.

Pero, ¿qué pasa a nivel de los simples fieles?

Lo que sigue es precisamente un resumen que procede de la base. Sus autores son un médico católico italo-australiano, Aniello Iannuzzi, de 45 años, y su esposa Paraskevi Tsironis, greco-ortodoxa, también ella médico. Tienen cuatro hijos y viven en Sydney. Pero durante la semana él trabaja en Coonabarabran, un pueblo a 480 kilómetros de distancia. Es autor de ensayos y libros, entre los cuales: "Being Human for Human Beings", Fontaine Press, Fremantle, Western Australia, 2007.

Frecuentan sus respectivas iglesias. Y dicen:

"Desgraciadamente es imposible para nosotros recibir la santa comunión juntos, aunque tenemos el mismo credo. Igual que otras muchas familias como la nuestra no vemos la hora de que llegue la reunificación. No sabemos cuándo y cómo llegará. Pero mientras tanto hemos puesto por escrito nuestro punto de vista: es decir, cómo percibimos las diferencias reales, una por una, entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa y sobre todo cómo las vivimos nosotros, simples cristianos del Sur del mundo".

Démosles la palabra.

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"Ut unum sint", después de Cirilo

por Aniello Iannuzzi y Paraskevi Tsironis


Al Papa Francisco le gusta ser noticia teniendo al lado a jefes musulmanes, protestantes y ortodoxos. Denunciando el proselitismo, el Papa Francisco y sus responsables de medios de comunicación publicitan todo esto como ecumenismo y diálogo.

Todos están de acuerdo en que la unidad de la cristiandad es lo que nuestro Señor quiere. Pero la realidad dice que una reunificación es posible sólo entre las Iglesias sacramentales, dado que las otras comunidades eclesiales son demasiado distintas y están demasiado diversificadas.

De hecho, las discusiones ecuménicas más serias han sido las que han mantenido el Papa Francisco y el patriarca Bartolomé de Constantinopla. Una especie de nuevo concilio de Nicea ha sido prefigurado para ellos o para sus sucesores en 2025.

El pasado fin de semana el Papa Francisco se reunió con el patriarca Cirilo de Moscú en Cuba. Los comentarios han ido desde lo cínico a lo eufórico.

Pero, ¿pueden estas maniobras orquestadas llevar de modo realista a la reunificación de las Iglesias?

Para hacerlo, es necesario entrar en tres ámbitos de amplio alcance: la geopolítica, la liturgia y los sacramentos.


La geopolítica


Entre Oriente y Occidente siempre ha habido tensiones y diferencias teológicas, pero siendo honestos éstas existen también tanto dentro de Oriente como de Occidente. La historia de las dos ramas del cristianismo está llena de controversias, cismas y excomuniones, incluso hasta nuestros días.

Para ser verdaderamente católicos, como pretenden ambas Iglesias, parece inevitable que se mantengan algunas diferencias en la praxis. Ahogar las diferencias y promover una uniformidad excesiva crea a menudo más fracturas que inclusión.

Normalmente los cismas han tenido que ver más con la geopolítica que con la teología. No es absurdo pensar que si Constantinopla hubiera acogido inicialmente el rito latino y Roma el rito bizantino, en 2016 Rusia sería de rito latino y España de rito bizantino (¡los cantos sonarían muy distintos!).

Los ortodoxos condenan repetidamente a las que ellos llaman Iglesias "uniatas", conocidas también como Iglesias católicas de rito oriental. La condena se debe a algunos territorios que ellos consideran "suyos", de los cuales los papistas deberían estar fuera y no hacer proselitismo. Uno de los puntos no resueltos con los ortodoxos es que algunas Iglesias católicas de rito oriental no han estado nunca separadas de Roma; por ejemplo, los maronitas.

Otro problema para los planteamientos ortodoxos es que las acusaciones de proselitismo deberían valer para ambos.

Es irónico que la cumbre entre Francisco y Cirilo haya tenido lugar en Cuba. Mientras la maquinaria propagandística presenta a Cuba como una tierra de neutralidad y de esperanza para el mundo, muchos católicos se preguntarán que interés pueden tener los ortodoxos en Centroamérica, cuando todos los misioneros de la primera hora que allí fueron eran católicos. La respuesta, naturalmente, es el imperio ateo comunista. ¡Geopolítica!

Otra insidia política es que los líderes de las Iglesias se aventuran en áreas que son para ellos de escaso beneficio, como por ejemplo el ambientalismo y el populismo. Cada vez que las Iglesias juegan a hacer política o ciencia, acaban escaldándose.

Tanto Francisco como Bartolomé están entusiasmados con el movimiento verde. Apoyan tesis científicas discutibles, atraen la adulación de los medios de comunicación y mientras tanto los bancos de sus iglesias siguen vaciándose mientras crece el ateísmo. Ambos están asistiendo al mayor y más rápido aumento de analfabetismo e ignorancia cristianos de la historia. Pero parece que los titulares de los periódicos y los árboles valen más que las almas. Ahora que Cirilo ha hecho de esto una fiesta de ellos tres, tal vez se oponga a esta peligrosa tendencia al culto de la naturaleza.

Tenemos también necesidad de mirar más allá de la retórica y del espectáculo de los patriarcas y del Papa. Los siglos de división hacen que muchos obispos, sacerdotes y laicos sean hoy totalmente contrarios a una posible reunificación. En los crisoles de Europa del este y de Oriente Medio la reunificación sería un proceso doloroso: comportaría la pérdida de mucho poder e influencia, sobre todo para algunos arzobispos y patriarcas.

El hecho de que la Iglesia de Roma sitúe hoy en día a los cardenales por encima de muchos patriarcas es desvío muy serio de la tradición, que Oriente tiene dificultad en digerir. Algunos patriarcas no están ni siquiera presentes en el actual colegio cardenalicio, lo que es para ellos gravemente ofensivo.

Un acercamiento entre Roma y Constantinopla resolvería sólo una parte del puzzle. Las antiguas Iglesias orientales ortodoxas no son siquiera tomadas en consideración. Están allí, esperando, sin ningún líder reconocido. Y sin embargo, en este momento son probablemente estos los cristianos más perseguidos del planeta.


La liturgia


Si en 2016 hubiera que resolver la cuestión de la liturgia en un ring de boxeo, ¡los ortodoxos vencerían a los católicos con un KO al principio del primer asalto!

Hasta el Vaticano II, las dos tradiciones litúrgicas podían compararse con respeto y seriedad. El "Novus Ordo" del misal ha lanzado a la Iglesia católica al caos y la confusión litúrgica, hasta el punto de que hasta algunas liturgias protestantes proporcionarían a los ortodoxos más alivio y seguridad. Las reacciones de algunos sectores tradicionalistas y de Benedicto XVI han dado algunos frutos, pero no suficientes para devolver a los ortodoxos un mínimo de confianza en la praxis católica actual. Cuando el propio Papa se da a conocer por sus improvisaciones respecto de las normas, es que hay una grave enfermedad.

Los ortodoxos tienen razón cuando denuncian la disolución y la banalización de los textos litúrgicos católicos actuales. Los ortodoxos fruncen el ceño ante las misas dominicales "express", que duran sólo treinta minutos.

Otros motivos de desagrado para los ortodoxos son la música profana, la comunión en la mano, la comunión sin ayuno previo, los sacerdotes que celebran de cara a los fieles, las danzas litúrgicas, las mujeres en el altar y la excesiva participación de los laicos.

El problema perenne del "filioque" sigue siendo el mayor obstáculo. Los ortodoxos sostienen que la Iglesia católica no tenía ningún derecho de añadirlo al "Credo" sin un concilio ecuménico. Aunque el Papa tiene la facultad de introducir modificaciones litúrgicas, sobre el "filioque" los ortodoxos tienen razón: fue una falta de respeto no incluirlos en la decisión.

Ahora tenemos un Papa que, de manera muy arbitraria, introduce modificaciones en la liturgia, en contra del espíritu de colegialidad. La modificación de las rúbricas del Jueves Santo para permitir el lavatorio de pies de las mujeres es un clásico ejemplo de abuso de poder papal. Ningún entendimiento con los ortodoxos admitiría semejante adulteración de su Divina Liturgia.

Si el Papa Francisco tomase en serio el ecumenismo, la retirada del "filioque" sería su próximo paso. No comportaría absolutamente ninguna diferencia para la praxis católica y sería, sin embargo, un gran signo de reconciliación.

En lo que respecta a la liturgia, los católicos sólo tienen que oponer a los ortodoxos unas pocas cosas.

- Algunos señalan que en las liturgias bizantinas las asambleas de fieles son demasiado pasivas y distantes. Las largas liturgias comienzan con pocos fieles, mientras que muchos llegan solo un poco antes de la comunión.

- La comunión con cuchara no parece un buen reflejo de la última cena. Muchos llegan poco antes de la comunión y reciben igualmente el sacramento. A los recién nacidos se les administra la comunión a la fuerza.

- El "antidoron" [el pan bendecido distribuido al final del rito, ndr] es fuente de confusión y distrae de la eucaristía.

- Las normas sobre el ayuno son demasiado complicadas y obsoletas.

- No se utiliza suficientemente la lengua vernácula.

Juan Pablo II dijo que para que la Iglesia prospere debe respirar con los dos pulmones, el de Oriente y el de Occidente. En lo que se refiere a la liturgia, Oriente y Occidente podrían ciertamente aprender de sus respectivos puntos fuertes y débiles. Llegar a un acuerdo sobre un calendario litúrgico común sería muy deseable; sin embargo, no hay motivo alguno por el que diversas ramas no puedan seguir calendarios distintos.


Los sacramentos


El hecho de que Oriente y Occidente compartan los mismos siete sacramentos sigue siendo el mejor motivo de esperanza para la reunificación.

Una de las principales razones por las que el cristianismo se distingue del judaísmo y del Islam es porque Dios se ha revelado de manera tangible y personal. Los sacramentos son una extensión de esto, en el sentido de que Dios nos toca por medio de los sacramentos.

Los sacramentos distinguen a católicos y ortodoxos de las Iglesias de la Reforma; al eliminar los sacramentos éstas han reducido lo personal a lo impersonal.

El orden de administración de los sacramentos es distinto. El orden seguido por la mayor parte de las diócesis católicas es el que siguieron los apóstoles. La variación que los ortodoxos adoptan es más la del resto de los discípulos, con el bautismo y la confirmación al inicio. La tradición católica de la confirmación en edad más avanzada tiene ciertamente algún argumento a su favor; sin embargo, podemos preguntarnos si administrarla demasiado pronto aporta realmente algo.

Los ortodoxos bautizan por inmersión completa, mientras que la mayor parte de los católicos se limitan a mojar la cabeza.

La confesión en la ortodoxia ha caído en gran desuso, pero las actuales tendencias en la Iglesia católica son también inquietantes. Ambas Iglesias parecen más bien laxas en el respeto a la obligación de estar en estado de gracia para recibir la santa comunión.

En la ortodoxia la santa comunión se realiza siempre bajo las dos especies del pan y del vino, mientras que los católicos normalmente reciben sólo el cuerpo de Cristo. Los ortodoxos encuentran extraño el pan ácimo católico (algunos lo consideran sacrílego). Mientras que los católicos encuentran extraña la comunión con cuchara. El hecho de que hoy los católicos puedan salir de un McDonalds y un minuto después ponerse en la fila de la comunión es inquietante. Si los católicos tradicionalistas y los anglicanos de la “High Church” se arrodillan para la comunión, uno se pregunta ¡por qué los católicos y los ortodoxos hoy no lo hacen! La actual utilización católica de ministros extraordinarios de la comunión probablemente ha devaluado el sacramento mucho más de los beneficios de participación y brevedad que pueda haber logrado.

El matrimonio, la ordenación y la unción de los enfermos siguen las respectivas tradiciones y no plantean serios problemas teológicos. Todas las Iglesias tienen clero tanto casado como célibe, en proporciones distintas.


Conclusión


De los tres mencionados desafíos, la geopolítica siguen siendo el más difícil. El egoísmo humano, no la teología, nos hará probablemente esperar aún muchos siglos.

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El 17 de febrero, durante el vuelo desde México a Roma, en la habitual rueda de prensa al final de cada uno de sus viajes, el Papa Francisco ha sido interpelado también sobre las protestas de los greco-católicos ucranianos contra el documento por él suscrito en La Habana con el patriarca de Moscú, Cirilo.

Al responder al vaticanista Jean-Louis de la Vaissière de “France Presse”, el Papa ha comentado ampliamente la entrevista del arzobispo mayor de Kiev, Sviatoslav Scevchuk, relanzada por www.chiesa en cuatro idiomas:

> La protesta de los católicos ucranianos: "El Papa apoya la agresión rusa"

Francisco, además, ha hecho referencia también a la toma de posición del nuncio apostólico en Ucrania Claudio Gugerotti, publicada en el blog "Settimo cielo":

> Il nunzio in Ucraina sul documento di Francesco e Kirill: "Da dimenticare"

A continuación la transcripción literal de las respuestas del Papa sobre esta cuestión, retomadas por el sitio oficial vaticano, donde en los próximos días aparecerá también en otros idiomas además del italiano:

> Conferenza stampa del Santo Padre del 17 febbraio 2016

D. – L’incontro con il patriarca russo Kirill con la firma di una dichiarazione comune è stato salutato nel mondo intero come un passo storico. Ma adesso, già oggi, in Ucraina i greco-cattolici si sentono traditi e parlano di un “documento politico”, di appoggio alla politica russa. Sul terreno, la guerra delle parole si è accesa di nuovo. Lei pensa di potere andare a Mosca? È stato invitato dal patriarca? O di andare forse a Creta per salutare il Concilio panortodosso, in primavera?

R. – Incomincio dalla fine. Io sarò presente [a Creta] spiritualmente e con un messaggio. Mi piacerebbe andare a salutarli nel Concilio panortodosso: sono fratelli; ma devo rispettare. Ma so che loro vogliono invitare osservatori cattolici, e questo è un bel ponte. E dietro gli osservatori cattolici ci sarò io, pregando con i migliori auguri affinché gli ortodossi vadano avanti, avanti, perché sono fratelli e i loro vescovi sono vescovi come noi.

Poi Kirill. Il mio fratello. Ci siamo baciati, abbracciati, e poi un colloquio di un’ora… [Padre Lombardi: 'Due ore!'] due ore, nelle quali abbiamo parlato come fratelli, sinceramente, e nessuno sa di che cosa si sia parlato, soltanto ciò che abbiamo detto alla fine, pubblicamente, riguardo a quello che abbiamo provato nel colloquio.

Terzo: quell’articolo, quelle dichiarazioni in Ucraina. Quando io ho letto questo, mi sono un po’ preoccupato, perché era piuttosto Sviatoslav Scevchuk che avrebbe detto che il popolo ucraino, o alcuni ucraini, o tanti ucraini si sentono profondamente delusi e traditi. Prima di tutto, io conosco bene Sviatoslav: a Buenos Aires, per quattro anni abbiamo lavorato insieme. Quando lui è stato eletto – a 42 anni, un brav’uomo! –, è stato eletto arcivescovo maggiore, è tornato a Buenos Aires per prendere le sue cose. È venuto da me e mi ha regalato un’icona – piccola così – della Madonna della Tenerezza e mi ha detto: "Questa mi ha accompagnato per tutta la vita: voglio lasciarla a te, che mi hai accompagnato in questi quattro anni”. È una delle poche cose che mi sono fatto portare da Buenos Aires e la tengo sulla mia scrivania.

È un uomo per il quale ho rispetto e anche familiarità, ci diamo del “tu”, e per questo mi è sembrato un po’ strano. E ho ricordato una cosa che ho detto a voi: per capire una notizia, una dichiarazione, bisogna cercare l’ermeneutica di tutto. Quando ha detto questo? È stato detto in una dichiarazione del 14 febbraio scorso, domenica, domenica scorsa. Un’intervista che ha fatto, presa dal padre… non ricordo, un sacerdote ucraino; in Ucraina, presa, e pubblicata. Quella notizia – l’intervista è di due pagine e un po’, più o meno –. quella notizia è nel terz’ultimo paragrafo, così piccolo.

Ho letto l’intervista, e dirò questo. Scevchuk – è la parte dogmatica – si dichiara figlio della Chiesa, in comunione con il vescovo di Roma, con la Chiesa. Parla del papa, della vicinanza del papa, e di lui, della sua fede, e anche della fede del popolo ortodosso. Nella parte dogmatica nessuna difficoltà, è ortodossa nel senso buono della parola, cioè dottrina cattolica.

Poi, come in ogni intervista – questa, per esempio – ognuno ha il diritto di dire le sue cose, e questo non lo ha fatto riguardo all’incontro, perché dell’incontro dice: “È una cosa buona e dobbiamo andare avanti”. In questo secondo capitolo, le idee personali che una persona ha. Per esempio, questo che io ho detto sui vescovi che spostano i preti pedofili, che il meglio che possono fare è dimettersi, è una cosa [che] non è dogmatica, ma è quello che io penso. E così lui ha le sue idee personali che sono per dialogare, e ha diritto ad averne. Tutto quello che dice lui è sul documento: quello è il problema. Sul fatto dell’incontro dice: “Questo è il Signore, lo Spirito che va avanti, l’abbraccio…”: tutto va bene. Il documento? È un documento discutibile.

E c’è un’altra cosa da aggiungere: che l’Ucraina è in un momento di guerra, di sofferenza, con tante interpretazioni. Io ho nominato il popolo ucraino chiedendo preghiere e vicinanza tante volte, sia negli Angelus sia nelle udienze del mercoledì. Ma il fatto storico di una guerra… ognuno ha la sua idea: come è questa guerra? chi l’ha incominciata? come si fa? come non si fa?… È evidente che questo è un problema storico, ma anche un problema esistenziale di quel Paese, e parla della sofferenza. E in questo contesto, io inserisco questo paragrafo, e si capisce quello che dicono i fedeli… Perché Sviatoslav dice: “Tanti fedeli mi hanno chiamato o scritto dicendo che sono profondamente delusi e traditi da Roma”.

Si capisce che un popolo in quella situazione senta questo. Il documento è opinabile su questa questione dell’Ucraina, ma lì si dice che si fermi la guerra e che si vada ad accordi; anche io personalmente ho auspicato che gli accordi di Minsk vadano avanti, e non si cancelli con il gomito quello che è stato scritto con le mani. La Chiesa di Roma, il papa ha sempre detto: “Cercate la pace”. Ho ricevuto entrambi i presidenti . E per questo, quando lui dice che ha sentito questo dal suo popolo, io lo capisco, lo capisco. Ma non è “la” notizia. La notizia è [il] tutto. Se voi leggete tutta l’intervista, vedete che ci sono cose dogmatiche serie, che rimangono, c’è un desiderio di unità, di andare avanti, ecumenico – lui è un uomo ecumenico… E ci sono alcune opinioni…

Lui mi ha scritto, quando si è saputo del viaggio, dell’incontro, ma come un fratello, dando le sue opinioni di fratello… A me non dispiace il documento, così; non dispiace nel senso che dobbiamo rispettare le cose che ognuno ha la libertà di pensare e in quella situazione tanto difficile.

E da Roma… Adesso il nunzio è sulla frontiera dove si combatte, aiutando i soldati, i feriti; la Chiesa di Roma ha inviato tanto aiuto, tanto aiuto lì. E sempre cercare la pace, gli accordi; si rispetti l’accordo di Minsk…. Questo è l’insieme. Ma non bisogna spaventarsi per quella frase: questa è una lezione che una notizia la si deve interpretare con l’ermeneutica del tutto, non della parte.

D. – Il patriarca Kirill L’ha invitata a Mosca, ad andare una volta?

R. – Il patriarca Kirill… Io preferirei… perché se dico una cosa devo dirne un’altra e un’altra e un’altra. Preferirei che quello di cui abbiamo parlato noi, da soli, sia soltanto quello che abbiamo detto in pubblico. Questo è un dato. E se dico questo, dovrei dire altro… no! Quello che io ho detto in pubblico, quello che lui ha detto in pubblico, questo è ciò che si può dire del colloquio privato. Altrimenti non sarebbe privato. Ma posso dirle: io sono uscito felice. E anche lui.

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano(SANDRO MAGISTER-CHIESA)