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EE.UU. el mercado de fetos
22 - 01 - 2016 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Vida

Universidades y farmacéuticas norteamericanas se lucran con el comercio de fetos abortados. Este fin de semana, Marchas por la Vida en todo el país denunciarán un entramado que los provida investigan desde hace décadas

Un corazón, un hígado o un cerebro de feto suponen para una clínica abortista unos ingresos extra de entre 50 y 100 dólares por pieza. Muchas de estas clínicas –de Planned Parenthood (PP) o ajenas a esta organización– acogen a técnicos de empresas intermediarias o prestan los suyos propios para conseguir el consentimiento de las madres, separar los órganos utilizables y prepararlos para su transporte. PP no se implica a nivel nacional, pero asesora a sus clínicas.

La oferta total, si accedieran todas las mujeres en todas las clínicas, sería de más de 100.000 bebés al año: los abortados en EE.UU. durante el segundo y el tercer trimestre de gestación. En estos casos no se usa la sustancia letal que suele inyectarse al feto en los abortos avanzados, por lo que es posible que algunos nazcan vivos y se les deje morir. Según las grabaciones que el Center for Medical Progress (CMP) sacó a la luz en verano, las clínicas pueden estar cometiendo otros delitos, como aplicar métodos de aborto distintos a los recogidos en sus protocolos para obtener así mejores tejidos.

Esta investigación sobre el tráfico de fetos es, en realidad, la culminación de una labor de denuncia que varios grupos provida realizan desde hace décadas, aunque sin tanto eco mediático. La repercusión global de los últimos vídeos ha caldeado los ánimos para las Marchas por la Vida que esta semana recorren varias ciudades.

Intermediarios: 24.250 dólares por un tubito de células
Un vial con cinco millones de células troncales, extraídas de los órganos de un feto abortado, cuesta 24.250 dólares. Es el precio que pone StemExpress, una de las empresas que actúan de intermediarias entre las clínicas y los investigadores. En 2014, esta compañía ingresó 2,2 millones de dólares. La empresa decana del sector, Advanced Bioscience Resources, obtiene 1,5 millones de dólares anuales gracias en parte a vender tejido a entidades del Gobierno, como el Instituto Nacional de Salud (NIH) o la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).

Investigadores: cobrar por un trabajo innecesario y sin éxito
Al menos un centenar de centros de investigación del país trabajan con células de fetos abortados. Son instituciones de primera línea, como las universidades de Harvard y de Stanford, hospitales y centros del Gobierno. Muchas de estas investigaciones se financian con dinero público. En 2014, 97 centros se repartieron 77 millones de dólares. Las universidades luego pueden patentar los descubrimientos hechos con estos fondos y lucrarse.

Ya en 1974, el bioeticista LeRoy Walters comparaba en el Journal of Religious Ethics estas investigaciones con que un hospital investigara con los cadáveres que le proporcionara «una red de homicidios organizados». Además, «los hechos muestran» que la investigación con estas células «ni es necesaria» ni ha tenido «éxito terapéutico». Lo afirmaron el pasado noviembre en el Washington Times Bill Cassidy, médico y senador, y David Prentice, director de investigación del Instituto Charlotte Lozier.

Farmacéuticas: vacunas contaminadas
Uno de los principales usos que la industria biofarmacéutica ha dado al tejido fetal es la producción de vacunas. En Estados Unidos y Canadá, una parte importante de las vacunas contra enfermedades como la varicela, la viruela, la hepatitis, la polio o la rabia de una decena de compañías –entre ellas Glaxo/Smith/Kline y Merck– están elaboradas con virus criados en células de fetos abortados entre 1964 y 1985. No hay ninguna vacuna ética para la varicela. Merck también investiga sobre el VIH con estas células. Una única línea celular (la PER.C6) es utilizada por más de 50 empresas como Sanofi, que en 2005 recibió 247 millones de dólares de fondos públicos para estas investigaciones.

Blindaje político
A raíz de los vídeos del Center for Medical Progress, al menos diez estados han tomado medidas para investigar a PP o retirarle la financiación pública. También el Congreso y el Senado aprobaron una ley para que esta entidad deje de beneficiarse de los 528 millones de dólares de los contribuyentes que recibió en 2014; pero el presidente Barack Obama la vetó el 8 de enero. Vicki Evans, responsable de Respeto a la Vida de la archidiócesis de San Francisco, es optimista: «Es la primera vez que el Senado ha votado a favor de quitar la financiación a Planned Parenthood. Este proyecto volverá al Congreso el día 26 para intentar superar el veto del presidente». La cuestión también «está jugando un papel fundamental en las elecciones primarias», que arrancan el 1 de febrero.

No es la primera vez que el mercado de fetos llega a las más altas instituciones del país. En 2000, las investigaciones de la asociación Life Dynamics provocaron la intervención del Congreso, sin resultado. Y en 2009 miembros de ambos partidos rechazaron retirar la financiación a Planned Parenthood. Es conocida la cercanía del Partido Demócrata a la industria del aborto. En 2012, PP gastó 16,5 millones de dólares en apoyar la candidatura de Obama y de numerosos congresistas demócratas. Hace unos días, la organización decidió apoyar en las primarias la candidatura de Hillary Clinton (arriba, en la imagen), a quien prometió 20 millones de dólares.

También quienes compran los fetos –las farmacéuticas– tienen fuertes vínculos con la clase política, en este caso más con el Partido Republicano. En 2000, le donaron 14,8 millones de dólares, además de 4,2 a los demócratas. En 2014, fueron 8,1 y 5,8 millones respectivamente, además de 138 millones destinados a acciones de lobby.

(Fuente: Alfayomega)