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El grito de los cristianos de Oriente
20 - 01 - 2016 - DESAFIOS - Escándalos

El abad maronita Marcel Abi-Khalil pide un apoyo moral, político y material para la minoría cristiana. Alarmado por el futuro de su Líbano y de todo el Medio Oriente, invoca la solución («las bombas no pueden resolver los problemas») de la cuestión siria

«No olviden a los cristianos del Medio Oriente. La Iglesia en Occidente —cuenta el abad maronita libanés Marcel Abi-Khalil— debe tener cuidado con la presencia cristiana. Y Papa Francisco lo ha dicho muchas veces: los cristianos son perseguidos por su fe. Los cristianos desaparecerán del Oriente, pero la fe vino justamente del Oriente. Debemos vivir con los musulmanes para que puedan conocer a Cristo mediante nuestro testimonio». La madre de todos los problemas es la cuestión siria. «La guerra en Siria ha arruinado Líbano, Turquía, Jordania e Irak. Cada día —continúa— entran y salen refugiados. Hasta que no tengamos paz en Siria, el Oriente estará en llamas. Se necesita un acuerdo entre las partes». No sirven las soluciones militares: «las bombas no pueden resolver los problemas. La gente muere. Es inútil cerrar los ojos. ¿Qué porvenir habrá para nosotros? ¿Qué ha sucedido en Irak y en Libia, después de la guerra? Solo anarquía y destrucción. Lo mismo sucede en Siria. Los 64 Estados contra el EI no han hecho nada. La gente se muere de hambre. Allí hacen la guerra, mandan las armas, Arabia Saudita (contra el régimen de Assad) e Irán (con el régimen). Con la paz hay que reconstruir y dar a las minorías un poco de justicia: los sunitas son el 80%, los cristianos el 10% y los alawitas, que tienen miedo de futuras venganzas, son el 10%. Europa y América han menospreciado el problema, y ahora ha intervenido Putin, para después decir lo que piensa sobre la paz». Este conflicto también atrae a los yihadistas de Europa. «Hay que enseñar qué es el cristianismo: tolerancia, bondad, amistad, respeto recíproco… porque algunos tienen una idea falsa del cristianismo; los musulmanes tienen miedo de las cruzadas, pero ya no hay ninguna guerra santa en curso, más bien el control del petróleo y del Mediterráneo».

A sus 86 años, el abad maronita Marcel Abi-Khalil volvió a sus actividades como párroco de Deir al-Qamar («Convento de la luna»), la antigua capital libanesa. Son siete religiosos (tres en la parroquia y cuatro en un convento) con una sola escuela que acompaña a los niños desde los 3 hasta los 18 años. Desde hace tiempo ha logrado crear un maduro vínculo con las familias italianas que, mediante adopciones a distancia y con el apoyo de realidades como la asociación Terrae Caritatis, garantizan la educación para los niños más pobres. El país, que tiene cuatro millones de habitantes, ha recibido a 1,5 millones de prófugos sirios, 500 mil palestinos y miles de cristianos iraquíes. «Somos un pueblo muy acogedor. La Iglesia y el estado hacen lo posible para ayudarlos, pero tenemos muchas dificultades». Llega la ayuda de las Naciones Unidas, pero no es suficiente. La principal preocupación es que los prófugos no vuelvan a Siria. «La Iglesia pide que se cree una zona protegida en su país. Los iraquíes cristianos se preparan para ir al norte de Europa: ¿quién queda? Irak está vacío, Siria también; ¿le llegará su momento también al Líbano? Por ello decimos que hay que ayudar a estos refugiados en Siria y en Irak, pero no llevarlos a Europa. Se necesita su apoyo político, moral y material».

En la nación de los cedros se enfrentan dos facciones: el bloque 8 de marzo (Hezbollah y una parte de los cristianos y de los drusos que siguen a Irán) y el bloque 14 de marzo (sunitas, cristianos y drusos que no dejan que siguen las indicaciones de Arabia Saudita). Arabia Saudita e Irán no se han puesto de acuerdo y no dejan que haya un nuevo presidente de la República: ha habido 33 sesiones parlamentarias (en 18 meses) sin resultados. El patriarca exhorta todos los domingos al Parlamento, que está cerrado, a elegir al presidente, «porque un cuerpo no puede vivir sin la cabeza». A pesar de esta situación, el ejercito defiende bien las fronteras de los ataques del llamado Estado Islámico. «Europa y los Estados Unidos no quieren que Líbano desaparezca, porque aquí los musulmanes y los cristianos viven de acuerdo: es un modelo positivo. Solo ha habido tensión con los yihadistas que han entrado como prófugos». La Iglesia en el Medio Oriente reivindica solamente los mismos derechos: «También los musulmanes admiran a Papa Francisco, lo llaman el Papa de los pobres. Aquí todos celebran el 25 de marzo; las escuelas y las oficinas están cerradas; los musulmanes y los cristianos cantan himnos a la Virgen, van al santuario de Arissa y a encontrarse con los santos libaneses».

Durante años esta tierra ha representado un lugar fértil no solo para el diálogo interreligioso, sino también para el ecumenismo: «Tenemos 12 comunidades cristianas (seis católicas y seis ortodoxas). Siembre estamos de acuerdo y hablamos la misma lengua de paz y de justicia: debemos ofrecer testimonio de Cristo y queremos vivir con los musulmanes. El peligro viene de fuera, no sirven las divisiones internas».LUCIANO ZANARDINI-VATICAN INSIDER