En una situación en la que vuelven a surgir «nuevos nacionalismos» y se levantan muros dentro del viejo continente, que reaniman el espectro de la «cortina de hierro» pero esta vez para los prófugos e inmigrantes, es necesario que los obispos europeos hablen con una sola voz para defender la acogida, cosa que, por ejemplo, el Ccee (Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa) todavía no ha hecho. Hay que hacer que los valores cristianos de Europa se hagan concretos, dijo el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Vienna, durante una conferencia de prensa en el Vaticano. Si Europa se convierte en una «fortaleza», comentó el purpurado, corre el peligro de acabar como en la película de Federico Fellini «La nave va».

Schönborn presentó el Congreso apostólico europeo de la Misericordia (en Roma del 31 de marzo al 4 de abril de 2016) y el Congreso apostólico mundial de la Misericordia (en Filipinas, del 16 al 20 de enero de 2017), en compañía de mons. Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización y coordinador del Jubileo extraordinario de la Misericordia, y del rector del santuario de Ars, en Francia, Patrice Chocholski, secretario del del World Apostolic Congress on Mercy (Wacom). Los congresos mundiales, continentales, nacionales y regionales, subrayó Schönborn, «quieren ser una respuesta a la llamada del Evangelio, reiterada con fuerza por los papas Juan Pablo II y Francisco». El próximo evento europeo se llevará a cabo en Roma e incluirá la participación de Papa Francisco en el «Jubileo de las espiritualidades de la Divina misericordia», tanto el 2 de abril por la tarde como el domingo 3 en la Misa en la Plaza San Pedro. Una de las intervenciones de esos días estará dedicada a «Robert Schumann y a la misericordia policial en Europa», argumento que suscitó diferentes preguntas durante la conferencia de prensa, a las que el cardenal Schönborn respondió con ejemplos actuales.

«El ejemplo de Robert Schumann todavía es actual, la misericordia en la política es de enorme actualidad, basta pensar en lo que significa para los políticos en Europa, por ejemplo, el desafío de los prófugos. Schumann, que vivió el drama de la división en Europa, unió en su persona y en su fe las dos culturas, las dos sensibilidades. Él, junto con De Gasperi y Adenauer, fueron grandes promotores de la integración europea, que fue un proyecto de paz, y en este sentido de misericordia». La crisis de las migraciones, continuó Schönborn, «es uno de los más grandes desafíos para el futuro y para la coherencia de la Unión Europea, no solo a nivel político, económico y monetario, sino principalmente a nivel de valores». El recuerdo de Robert Schumann «es bienvenido en este momento porque no debemos olvidar que Europa fue sangre y lágrimas durante siglos de guerra entre cristianos, y ahora, frente al desafío de los migrantes y de los prófugos, que es un gran desafío, existe el riesgo de que cada quién se retire dentro de sus límites, que vuelvan las fronteras, las barreras, los muros, que exista de nuevo la cortina de hierro. El desafío es que la prudencia, la caridad y la misericordia cristiana puedan vencer los miedos. Hay nuevos nacionalismos que parecían superados, pero nuevamente estamos en medio de una oleada de nuevo nacionalismo en Europa».

Y aunque tanto «Juan Pablo II, como Benedicto XVI y Francisco en Estrasburgo» hayan ofrecido una «visión» de Europa, «nos falta un poco la visión común», recordó Schönborn,«yo espero que los obispos europeos tengan la capacidad de encontrar una palabra común, un impulso común, pero por el momento, para ser honestos, todavía no lo logramos, el Ccee no ha logrado dar una palabra fuerte sobre los desafíos de Europa, un análisis de las causas, de del drama europeo y del drama del Medio Oriente y de África».

Al margen de la conferencia de prensa, el cardenal de Viena añadió que es necesario, en lugar de cerrar las fronteras, como está pasando en Austria y Suiza, en Dinamarca y Croacia, que el primer deber de la comunidad internacional sea el proceso de paz en Siria y, además, «ofrecer ayuda en el terreno de los países de los que escapan las personas».(IACOPO SCARAMUZZI-VATICAN INSIDER)