La investigación exhaustiva, única en su género, fue realizada por el analista Gustavo Antonio Rangel y da una perspectiva muy ajustada a la realidad de la Iglesia católica mexicana en víspera de la ansiada visita del Papa Francisco al país norteamericano, que ha visto en los últimos tres años crecer de forma alarmante la violencia contra quienes participan directamente del sacerdocio o se están formando para serlo.
La creciente ola de agresión contra el sacerdocio durante los últimos 25 años parece no tener final. De 1990 a la fecha se han sucedido 52 atentados contra miembros de la Iglesia católica, de los cuales 50 son homicidios y dos corresponden a sacerdotes que siguen en calidad de desaparecidos. Los datos recientes investigados, indican que de 1990 a 2015, la lista la encabeza un cardenal, 38 sacerdotes, un diácono, cuatro religiosos, cinco laicos-sacristanes y una periodista católica.
La lectura de un cuarto de siglo, muestra que los atentados contra representantes de la Iglesia, en orden de importancia, son perpetrados contra sacerdotes, (78 por ciento); laicos-sacristanes (10 por ciento); seminaristas-religiosos (8 por ciento); diáconos (2 por ciento) y comunicador o periodista (2 por ciento). El porcentaje de atentado más usual corresponde a secuestro y tortura, (44 por ciento); robo a parroquia, (35 por ciento); agresión en calle, (15 por ciento) y causa desconocida, (6 por ciento).
Según el análisis, del Centro Católico Multimedial, de 1990 a 2015, aumentó 275 por ciento los homicidios contra integrantes de Iglesia católica. Otro tema preocupante son los registros de amenazas de muerte contra sacerdotes mexicanos. Nada más en el último lustro, este crimen sufrió un incremento de 113 por ciento.
Mientras dos presbíteros aún continúan desaparecidos el balance de los últimos 12 meses presenta la muerte de dos sacerdotes: el padre Francisco Javier Gutiérrez Díaz, de la Confraternidad de los Operarios del Reino de Cristo (CORC), adscrito a la Arquidiócesis de Morelia Michoacán y el padre Erasto Pliego de Jesús, párroco de Cuyoaco, adscrito a la arquidiócesis de Puebla.
“Los datos aquí expuestos, señalan lamentablemente, a la República Mexicana como el país latinoamericano más peligroso para ejercer el ministerio sacerdotal”, termina diciendo el estudio del Centro Católico Multimedial.

(Fuente: Aleteia)