El cardenal Stanislao Dziwisz, secretario de Juan Pablo II, habla sobre el beato Karol Wojtyla, que el próximo 27 de abril será proclamado santo por Papa Francisco en el libro-entrevista "He vivido con un santo", una conversación con el vaticanista Gian Franco Svidercoschi . Dos pasajes significativos de esta entrevista están dedicados a temas también delicados. El primero está relacionado con la lucha en contra de la pederastia clerical, el segundo, en cambio, con la efectiva capacidad de decisión del Papa ya enfermo.
En cuanto al primer caso, todo el mundo conoce las polémicas relacionadas con la protección de la que gozó el fundador de los Legionarios de Cristo, el padre Marcial Maciel Degollado. Dziwisz, al responder en general sobre el fenómeno, declara: "Soy sincero, no tengo respuestas seguras. Lo único que puedo decir (pues lo supe directamente) es que desde el primer momento , cuando explotó el escándalo, especialmente en los Estados Unidos, hubo una perfecta sintonía sobre cómo afrontarlo entre Juan Pablo II y el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Cuando se dieron cuenta en Roma de que muchos obispos no lograban resolver sus casos, usando las normas formuladas al respecto por el nuevo Código, o activando los respectivos tribunales diocesanos, entonces el Santo Padre y el cardenal Ratzinger llegaron juntos a esa decisión. De hecho, el 20 de abril de 2001 fue dado a conocer un documento en el que se establecía que el abuso sexual de un menor por parte de un clérigo se insertara en el elenco de los delitos canónicos reservados exclusivamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe".
"Me parece, por tanto, insulso (¡subrayo: insulso!) que algunos -explica el cardenal Dziwisz en el libro- sigan oponiendo, en esta cuestión, a Juan Pablo II y al cardenal Ratzinger (primero como Prefecto de la Congregación y luego como Papa), atribuyéndo a uno o al otro la voluntad de ocultar esa espantosa plaga. Y, como sea, es un hecho que incluso un Papa, aunque no sea apoyado por el Colegio episcopal, pueda encontrar enormes dificultades para sanar ciertas situaciones, por graves que sean, por escandalosas que puedan ser".
Otra respuesta muy significativa está relacionada con la capacidad de decisión del Papa ya enfermo, sobre esta y otras materias. Han sido muchos los que, incluso en la Curia romana, han considerado excesivo el poder que ejerció Stanislao Dziwisz durante la última fase del Pontificado.
"Esta también es una maldad -responde el actual cardenal de Cracovia. Una maldad y una falsedad. Tal vez se olvida lo que sucedió en la Iglesia y en el mundo después del Jubileo de 2000. Si se relee la crónica de esos años, se ve cómo Juan Pablo II estuvo presente en todos los eventos con su palabra firme y valiente: aunque, evidentemente, ya no con el mismo vigor de los primeros tiempos del Pontificado.
Y, por lo que sé, nunca se tomó ninguna decisión de la que no estuviera al tanto. Con enorme sufrimiento, esto sí, y con el cuerpo afectado por la terrible enfermedad, impedido de caminar e incluso de hablar, pero Papa Wojtyla siempre estuvo lúcido, plenamente lúcido, y guió a la Iglesia hasta el final con sabiduría, equilibrio y, repito, con gran valentía. Como hizo siempre".(A. Tornielli- Vatican Insider)
