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Extenso jubileo Dominico
11 - 11 - 2015 - IGLESIA - Vida religiosa

Los dominicos celebraron desde el pasado 7 de noviembre y hasta enero de 2017 sus 800 años. La Iglesia entera los acompañará en el año jubilar, al respecto declarado por el Papa. 

La Orden fue fundada en 1214 por santo Domingo en Toulouse (Francia). Su finalidad era la de contrarrestar las herejías de aquel entonces, por medio de la predicación, la enseñanza y los ejemplos de austeridad. Fue reconocida con carácter formal en 1216, cuando el papa Honorio III les otorgó la aprobacion papal.

 Primer germen
Hacia 1215 organizó la primera comunidad formal de “hermanos predicadores”, como fue llamada la orden naciente. Se componía de 16 integrantes. Dicha comunidad se guiaba bajo la regla de san Agustín y vivía en conventos o casas urbanas, bajo una espiritualidad monástica y a la vez apostólica. El lema escogido fue “Contemplari et contemplata aliis tradere” (contemplar y dar a otros lo contemplado). Todo esto fue novedoso para la época, pues hasta entonces, los religiosos vivían en monasterios y no se dedicaban a la predicación, la cual era oficio propio de los obispos. Los dominicos tomaron como ejes de su carisma el estudio y la predicación, unidos a la pobreza mendicante.
 En el plazo de seis años la orden se trasladó incluso a Inglaterra, fundando una casa en Oxford. Santo Domingo tomó la decisión de dispersar al pequeño grupo, enviándolo a lugares claves de la Europa de entonces: París y Bolonia, donde se encontraban las dos principales universidades del mundo occidental. El éxito fue inmediato. Si en 1221, cuando murió su fundador, los dominicos eran alrededor de 300 frailes, unos cincuenta años más tarde el número rodeaba los 10.000 miembros. Este proceso de crecimiento se inició principalmente con el beato Jordán de Sajonia como inmediato sucesor de Santo Domingo de Guzmán. Hasta el siglo XIX, los dominicos representaron la segunda comunidad masculina más numerosa, después de los franciscanos.

Primer renacer
Tras una decadencia que afectó a todas las órdenes religiosas en general durante el siglo XIV, los dominicos se reformaron en el siglo XV, y tuvieron una nueva época de gloria intelectual que protagonizaron en el Convento de San Esteban de Salamanca, donde se forjó la Escuela de Salamanca, en su faceta teológica, que daría después sus frutos en la Filosofía, el Derecho y la Economía, con personajes de la talla de Francisco de Vitoria, Tomás de Mercado o Domingo de Soto, que hicieron unos planteamientos sobre los problemas de la sociedad inusualmente avanzados.

Momento crítico
Al advenir la época de las revoluciones (siglos XVIII-XIX) tanto en Europa como en América, la orden soportó la crisis más grande de su historia. La inobservancia, la laxitud, la aridez intelectual, unida a los ataques que desde el exterior lanzaron las autoridades políticas de corte liberal, la llevaron a casi desaparecer, en algunos lugares por completo. A partir del siglo XIX comenzó una segunda restauración, aunque el número de religiosos nunca volvió a tener el guarismo de otras épocas. Uno de los restauradores más conocidos por su influencia en Francia y en Europa en general fue Enrique Lacordaire.

Ultimo esplendor
En el siglo XX la orden dominicana recuperó parte de su antiguo esplendor en el campo teológico y pastoral. Por medio de teólogos como Marie Dominique Chenu, Yves Congar, Fray Edward Schillebeeckx,Santiago Ramírez y Aniceto Fernández, entre otros, los dominicos tuvieron una influyente participación en el Concilio Vaticano II. En la actualidad los frailes que existen se dedican especialmente al estudio teológico y filosófico, a la pastoral en parroquias, a la misión y la enseñanza en centros de estudio.

Encargos oficiales
 Les fue confiada la misión de supervisar la Inquisición como una empresa eclesiástica, e incluso en España, donde la Inquisición se transformó en la práctica en un departamento de gobierno civil, siempre había un dominico al frente. La oficina del amo del Palacio Sagrado, el teólogo personal del papa, creado por santo Domingo en 1218, y dotado más tarde de grandes privilegios por el papa León X, siempre estuvo a cargo de algún componente de la orden. Después de 1620, una de las labores de la congregación era la de supervisar todo lo que se pudiera o no pudiera imprimir en los libros de religión.

Glorias dominicanas
Contribuciones a la Iglesia y a las artes Los dominicos han ocupado cargos de gran importancia dentro de la Iglesia; cuatro papas, Inocencio V, Benedicto XI, Pío V y Benedicto XIII, como también contaron con más de 60 cardenales miembros de la orden. Además de su trabajo específico, los dominicos han hecho mucho para el fomento y la ayuda en el desarrollo del arte. De sus claustros han surgido muchos y muy distinguidos pintores, tales como fray Angelico y fray Bartolomeo. Sus principales contribuciones a la literatura han sido en materias de la teología y la filosofía, con tan notables escritores como fueron santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno. La importante enciclopedia medieval Speculum Majus fue fruto del trabajo del dominico Vicente de Beauvais. Otros destacados dominicos fueron los místicos alemanes Meister Eckhart, Johannes Tauler y Heinrich Suso, como también el predicador y reformador religioso italiano Savonarola.

En América
Los dominicos jugaron el papel principal en lo que fue la evangelización de las colonias españolas en América; la primera santa americana, santa Rosa de Lima, fue una monja de la Tercera Orden de los dominicos que llegó a gozar de altos dones místicos. El papa Clemente X la canonizó en 1671 y la declaró patrona de Lima, América, Filipinas y las Indias orientales. Se debe a los dominicos, especialmente a fray Julián Garcés, primer obispo de México, el esfuerzo definitivo para que en 1538 el papa Paulo III reconociera solemnemente la condición humana de los indígenas. El grupo de dominicos que luchó de muchas maneras por defender a los habitantes autóctonos de los abusos de la Colonia, está dignamente encabezado por fray Bartolomé de Las Casas, O.P. (1566), primer obispo de Chiapa.

Ordenes auxiliares
Domingo fundó una orden de monjas dominicas en 1205, antes que se estableciera la rama masculina de la orden. Sin embargo ellas adoptaron el nombre de Segunda Orden dominica. En 1220, los dominicos establecieron la Milicia de Jesucristo e hicieron prometer a sus miembros que defenderían a la Iglesia aun con sus armas y con todos los medios de que dispusieran; la idea era la de contar siempre con un grupo de laicos que defendiera a la Iglesia de los asaltos de los albigenses y de otros grupos de innovadores agresivos. A finales del siglo XIII se unieron a los dominicos los hermanos y hermanas de la Penitencia de santo Domingo; grupo de laicos que hacía votos de piedad, y estaba bajo el mandato de la Primera Orden. Esta nueva entidad recibió el nombre de Tercera Orden de santo Domingo.

En la actualidad
Hoy en día la cabeza suprema de la orden es el maestro general, quien gobierna durante doce años; reside en santa Sabina, en Roma. La orden está estructurada en provincias religiosas, muy distintas de las geográficas, cada una de las cuales cuenta con un provincial a la cabeza. La principal misión de la orden es la educación. Es por esto que los dominicos mantienen aún sus características iniciales de ser maestros y defensores de la verdad católica.
Actualmente, la orden de predicadores cuenta con unos 6.000 hermanos, más de 3.000 monjas repartidas en 247 monasterios, 40.000 dominicos apostólicos en 119 congregaciones y unas 100.000 personas que pertenecen a las fraternidades de laicos.