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Francisco en lo suyo: entre la gente en Florencia
11 - 11 - 2015 - IGLESIA - Europa

Para una Iglesia capaz de «ir contracorriente», Jorge Mario Bergoglio pidió a los obispos y a los sacerdotes «un sano contacto con la realidad: debemos vivir en medio de la gente y para la gente». El Papa comenzó su reflexión partiendo de las Escrituras para subrayar el perfil de la Iglesia en camino con su tiempo y por los caminos del mundo. 

Saludó a decenas de sacerdotes y seminaristas antes de la ceremonia y, antes de subir al altar, abrazó y conversó con el cardenal Severino Poletto, arzobispo emérito de Turín. El estadio de Florencia está lleno e fieles, y entre ellos estaba Agnese Renzi, la esposa del Primer ministro italiano Mateo Renzi, con sus tres hijos. Las palabras del Pontífice trazan el perfil de la Iglesia en salida, según la pastoral de la proximidad que Francisco ha planteado como fundamento de su Pontificado y de la acción eclesial en la sociedad secularizada. El Evangelio de hoy, recordó el Papa en la homilía que pronunció en la misa celebrada en el estado "Artemio Franchi" de atletismo de Florencia, Jesús hace a sus discípulos dos preguntas. La primera: «La gente, ¿qué dice que es el Hijo del hombre?», es una pregunta que «demuestra cuán abiertos a todos son el corazón y la mirada de Jesús».


La liturgia «nos describe el perfil de San León Magno, juntando varios factores: palabra, inteligencia, oración, enseñanza, memoria». Pero San León «nos recuerda también que no puede haber verdadera sabiduría sin el vínculo con Cristo y con el servicio a la Iglesia». Y esta, advirtió Francisco, es la vía por la que se encuentra a la humanidad, «y podemos encontrarla con el espíritu del buen samaritano: no por nada el humanismo, del que Florencia ha sido testigo en sus momentos más creativos, siempre ha tenido el rostro de la caridad». Con el deseo de que «esta herencia sea fecunda de un nuevo humanismo para esta ciudad y para Italia entera»,

 

A Jesús, subrayó Francisco, «importa lo que la gente piensa, no para contentarla, sino para poder comunicar con ella». Entonces, «sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aísla y comienza a juzgar a la gente según sus pensamientos y según sus convicciones». Y el Papa delineó algunos de los rasgos de esa Iglesia capaz de compartir las esperanzas y las preocupaciones de la humanidad del presente. «Mantener un sano contacto con la realidad, con lo que la gente vive cotidianamente, con sus lágrimas y alegrías, es la única manera para poder ayudarla, formarla y comunicarse con ella. Es la única manera para hablar a los corazones tocando lo que les interesa verdaderamente: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la crisis, la escuela, la sanidad, es la única manera para abrir sus corazones a la escucha de Dios. En realidad, cuando Dios quiso hablar con nosotros se encarnó». Por ello, «los discípulos de Jesús no deben olvidar nunca de dónde fueron elegidos, es decir de entre la gente, y no deben caer nunca en la tentación de asumir actitudes de distancia, como si no importara lo que la gente piensa y vive: esto también vale para nosotros».

 

El Pontífice anotó: «el hecho de que hoy nos hayamos reunido a celebrar la santa misa en un estadio deportivo nos lo recuerda: la Iglesia, como Jesús, vive en medio de la gente y para la gente». Por ello, la Iglesia, en toda su historia, «siempre ha albergado en sí la misma pregunta: ¿quién es Jesús para los hombres y las mujeres de hoy?». También el Santo Papa León Magno, «originario de la Toscana, de quien celebramos la memoria, llevaba en su corazón esta pregunta, esta ansia apostólica de que todos pudieran conocer a Jesús, y conocerlo por lo que es verdaderamente, no una imagen deformada por las filosofías o las ideologías del tiempo».

Para ello, recomienda el Papa, es necesario «madurar una fe personal en Él». Y aquí surge la segunda pregunta que Jesús hace a sus discípulos: «Pero, ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pregunta que «resuena todavía hoy a la consciencia de nosotros, sus discípulos; y es decisiva para nuestra identidad y nuestra misión solamente si reconocemos a Jesús en Su verdad, seremos capaces de ver la verdad de nuestra condición humana. Capaz de ofrecer nuestro aporte a la plena humanización de la sociedad». Custodiar y anunciar la recta fe en Jesucristo es «el corazón de nuestra identidad cristiana, porque al reconocer el misterio del Hijo de Dios hecho hombre nosotros podemos penetrar en el misterio de Dios y en el misterio del hombre». A la pregunta de Jesús, Simón responde: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Esta respuesta, sostiene Francisco, encierra toda la misión de Pedro y resume lo que será para la Iglesia el ministerio petrino, es decir custodiar y proclamar la verdad de la fe; defender y promover la comunión entre todas las Iglesias; conservar la disciplina de la Iglesia».

«Tú para nosotros eres el Cristo, el hijo del Dios vivo». Nuestra alegría, recordó el Papa, «también es ir contra corriente y superar la opinión corriente, que hoy, como entonces, no logra ver en Jesús más que un profeta o un maestro. Nuestra alegría es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del Padre, el Hijo hecho instrumento de salvación para la humanidad. Esta profesión de fe que Simón Pedro proclamó permanece también para nosotros. Esta no representa solo el fundamento de nuestra salvación, sino también el camino a través del cual esa se realiza y la meta a la cual tiende».(VATICAN INSIDER)