CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Francisco calla, pero otro jesuita habla por él
07 - 11 - 2015 - SINODOS - 2014-2015

 Es Antonio Spadaro, director de "La Civiltà Cattolica". Y lo hace en un artículo publicado en su revista en el que ha escrito qué dirá el Papa sobre la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar 

 El miércoles pasado, en la catequesis semanal en la plaza de San Pedro, tras haber recordado que los padres sinodales le habían entregado el texto de sus conclusiones, el Papa Francisco se limitó a decir con palabras sibilinas:

"Este no es el momento para examinar dichas conclusiones, sobre las que yo mismo tengo que meditar".

Mientras se espera que se resuelva el enigma sobre los futuros movimientos del Papa, sólo queda encomendarse a alguien que difunde indirectamente, pero con seguridad, sus intenciones: el jesuita Antonio Spadaro, en la revista por él dirigida, "La Civiltà Cattolica".

Para el Papa Francisco, el padre Spadaro es todo. Consejero, confidente, escribano. Son incontables las cosas que, incesantemente, él escribe sobre el Papa: libros, artículos, tuits. Por no hablar de los discursos papales que revelan su impronta.

Por este motivo, no se puede no prestar atención al relato del sínodo que Spadaro ha escrito en el último número de "La Civiltà Cattolica", como siempre impreso solamente después de que su borrador haya transitado por la Casa Santa Marta y haya recibido el placet de la autoridad suprema.

Son veinte páginas de interés excepcional para quien quiera intuir anticipadamente, no la forma, sino la sustancia de las conclusiones que Francisco sacará del sínodo concluido hace poco.

En el post anterior de este sitio internet, el teólogo dominico Thomas Michelet había demostrado cómo el texto final del sínodo, sobre la crucial cuestión de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, puede prestarse a dos lecturas alternativas, de continuidad o de ruptura, respecto al magisterio precedente de la Iglesia:

> Sínodo discordante. ¿Hacia un "cisma de hecho" en la Iglesia?

Pues bien, el padre Spadaro opta sin dudarlo por la segunda modalidad de lectura. No le importa que en la "Relatio" no aparezcan ni una sola vez las palabras "comunión" y "acceso a los sacramentos". Su conclusión perentoria es que "en lo que respecta al acceso a los sacramentos, el sínodo ordinario ha puesto efectivamente las bases, abriendo una puerta que en el sínodo anterior, en cambio, había permanecido cerrada".

Más abajo puede leerse la parte del artículo de Spadaro dedicado a dicha cuestión.

Pero, tal como demuestran los cinco pasajes publicados a continuación, es necesario leer todo el artículo, pues abundan las citas del discurso de Francisco pronunciado al cierre de los trabajos, lleno de animosidad hacia esos padres sinodales acusados de "soñar con un mundo que ya no existe".

*

HACIA UNA IGLESIA PLURAL

"La sinodalidad implica la diversidad. […] Una solución buena para Nueva Zelanda no lo es para Lituania; un enfoque válido para Alemania no lo es para Guinea. Así, 'más allá de las cuestiones dogmáticas bien definidas por el magisterio de la Iglesia', el propio pontífice ha constatado, en su discurso de clausura del sínodo, que es evidente 'que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo -¡casi!- para el obispo de otro continente; lo que se considera una violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede ser sólo confusión'".

 

DOCTRINA COMO PIEDRAS

"Un punto crítico es el que concierne el significado de la doctrina. Ya al final del sínodo de 2014, el pontífice había hablado de la tentación de 'transformar el pan en piedra y lanzarla contra los pecadores, los débiles y los enfermos, es decir, de transformarlo en pesos insoportables'. La doctrina es pan, no piedra. Al final del sínodo ordinario el Papa ha repetido la imagen, diciendo que el sínodo ha 'dado testimonio a todos de que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia fuente viva de eterna novedad contra quien quiere adoctrinarlo en piedras muertas para lanzarlas contra los otros'.

"La doctrina -como ha sido confirmado en algunos círculos menores- es la enseñanza de Cristo, es el propio Evangelio. Por esto no tiene nada que ver con esos 'corazones cerrados que a menudo se esconden, incluso, detrás de la enseñanza de la Iglesia, o detrás de las buenas intenciones, para sentarse en la cátedra de Moises y juzgar algunas veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas', ha vuelto a decir Francisco".


EL SÍNDROME DEL ASEDIO

Un punto clave de la discusión ha sido el modelo de relación entre la Iglesia y el mundo. […] Para algunos padres, la Iglesia está rodeada por un mundo hostil y demoníaco del cual es necesario defenderse y al que hay que atacar proclamando la doctrina. Otros, en cambio, han afirmado que la tarea de la Iglesia es discernir cómo Dios está presente en el mundo y cómo proseguirá su obra. Por otra parte, no podemos vivir soñando con un mundo que ya no existe; y tampoco caer en el 'complejo de Masada', es decir, en el complejo del cerco. Esto corre el riesgo de ser una falta de fe en Dios y en su actuación en la historia".


LA "CONSPIRACIÓN" DE LOS TRECE CARDENALES

En dos ocasiones el Papa Francisco ha pedido que se 'supere toda hermenéutica de la conspiración, que es sociológicamente débil y espiritualmente no ayuda'. Y esto porque, como él mismo ha constatado, 'las opiniones se han expresado libremente', pero 'a veces con métodos no del todo benévolos'. El grupo alemán ha manifestado también 'gran turbación y tristeza' por 'las declaraciones públicas de algunos padres sinodales sobre personas, contenido y desarrollo del sínodo. Esto contradice el espíritu del encuentro, el espíritu del sínodo y sus reglas elementales. Las imágenes y las comparaciones usadas no sólo son indistintas y erróneas, sino también ofensivas'. Sus miembros -y con ellos, muchos otros- han tomado unánimemente las distancias. Por consiguiente, en el sínodo ha habido también faltas de estilo, además de intentos de presión entre el exterior y el interior del aula -antes de su inicio y durante su desarrollo-, algunos de los cuales han encontrado en los medios de comunicación un lugar para manifestarse".


PUERTA CERRADA Y PUERTA ABIERTA

"La puerta ha sido evocada por algunos como 'cerrada' o que hay que cerrar definitivamente, como en el caso de la eucaristía a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil; por otros como 'abierta' o que hay que abrir por los motivos opuestos, y hablando en términos generales, como actitud pastoral fundamental. […] El pontífice había usado la imagen de la puerta en la misa de apertura del sínodo, animando a la Iglesia a 'ser hospital de campaña, con las puertas abiertas para acoger a quienquiera que pida ayuda y apoyo; es más, a salir del propio recinto hacia los otros con amor verdadero, para caminar junto a la humanidad herida, para incluirla y llevarla a la fuente de la salvación'".

*

El texto íntegro del artículo del Spadaro en "La Civiltà Cattolica" con fecha 28 de noviembre de 2015:

> Vocazione e missione della famiglia. Il XIV sinodo ordinario dei vescovi

A continuación la parte final del mismo.

__________

 

Puerta abierta a la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar

de Antonio Spadaro S.I.


En lo que concierne a los bautizados que se han divorciado y vuelto a casar por lo civil, en la "Relatio synodi" se afirma sobre todo que "deben estar más integrados en las comunidades cristianas, en las distintas maneras posibles".

La lógica que guía los números 84-86 del documento es la de la integración, clave de un sólido acompañamiento pastoral. De nuevo, la Iglesia se muestra madre, diciendo a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil que sean conscientes de su pertenencia "al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia", de que son "hermanos y hermanas". Se dice que "el Espíritu Santo derrama sobre ellos dones y carismas por el bien de todos".

La intención, por lo tanto, es la de afirmar que estas personas no han perdido la vocación al bien de todos, su misión en la Iglesia. Su participación eclesial puede expresarse en distintos servicios eclesiales y es necesario "discernir cuáles de las distintas formas de exclusión actualmente practicadas en ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas" (n. 84). Para la comunidad cristiana, la atención a estas personas "no es un debilitamiento de la propia fe y del propio testimonio sobre la indisolubilidad matrimonial; al contrario, con esta atención la Iglesia expresa precisamente su caridad" (ivi).

La "Relatio synodi" acoge el criterio expresado por San Juan Pablo II en la "Familiaris consortio": el "discernir bien las situaciones". En efecto, hay diferencia "entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido" (n. 84). Pero hay quienes han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y están subjetivamente ciertos en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido (cfr. n. 84).

El sínodo, por lo tanto, afirma que es tarea de los sacerdotes "acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento, según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del obispo".

Este itinerario impone un discernimiento pastoral que hace referencia a la autoridad del pastor, juez y médico, el cual es ante todo "ministro de la divina misericordia" (cfr. "Mitis et misericors Iesus"). En este sentido, se procede en la misma línea de los recientes motu proprio del Papa Francisco sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad del matrimonio. Y en esta referencia a los obispos se ve una línea de conducta importante de reforma por parte del Papa, que les atribuye mayor potestad pastoral.

El documento procede por este camino del discernimiento de cada caso individual sin poner ningún límite a la integración, como aparecía en el pasado.

Expresa, además, que no se puede negar que en algunas circunstancias "la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas" (CIC 1735) por causa de distintos condicionamientos. "En consecuencia, el juicio sobre una situación objetiva no debe llevar a un juicio sobre la 'imputabilidad subjetiva' (Pontificio Consejo para los textos legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000, 2a)" (n. 85).

Existe una norma general, pero "la responsabilidad respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos". Por esto, "el discernimiento pastoral, si bien tiene en cuenta la conciencia rectamente formada de las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones. También las consecuencias de los actos realizados no son necesariamente las mismas en todos los casos" (ivi).

La conclusión es que la Iglesia es consciente de que ya no se puede hablar de una categoría abstracta de personas y cerrar la praxis de la integración dentro de una regla general válida para todos los casos.

No se afirma hasta dónde puede llegar el proceso de integración, pero ya no se ponen límites concretos e insuperables. De hecho, "el recorrido de acompañamiento y discernimiento orienta a estos fieles a ser conscientes de su situación ante Dios" (n. 86). Este razonamiento pone, como fundamento de la actuación de la Iglesia y de su juicio, la conciencia personal (n. 63).

"El hombre prudente, cuando escucha la conciencia moral, puede oír a Dios que le habla" (CIC 1777); por lo tanto, concretamente, "el coloquio con el sacerdote, en foro interno, -se lee en la 'Relatio synodi'- contribuye a la formación de un juicio correcto sobre lo que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer" (n. 86). Este discernimiento está encaminado a la "búsqueda sincera de la voluntad de Dios", está caracterizado por el "deseo de llegar a una respuesta más perfecta" y está plasmado por las "exigencias de verdad y caridad del Evangelio propuestas por la Iglesia" y por condiciones como "humildad, discreción, amor a la Iglesia y a su enseñanza".

El cardenal Schönborn, entrevistado por "La Civiltà Cattolica" antes del sínodo, había afirmado que hay situaciones en las que el sacerdote confesor, que conoce a las personas en el foro interno, puede llegar a decir: "Vuestra situación es tal que, en conciencia, en la vuestra y en la mía de pastor, veo vuestro lugar en la vida sacramental de la Iglesia". Y esto el confesor puede afirmarlo precisamente en consideración de las condiciones planteadas por la "Familiaris consortio" que, hace 35 años, fueron un paso adelante, es decir, una concreción más abierta y atenta, respecto a la época precedente, de lo vivido por las personas.

La tensión acerca de la situación sacramental de los divorciados que se han vuelto a casar civilmente nace precisamente del hecho de que la "Familiaris consortio" afirmaba sobre ellos: "Que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida" (n. 84). Es un concepto que también el Papa Francisco ha repetido muchas veces.

Pero esta "apertura" plantea el serio problema sobre qué es esta reconocida "comunión eclesial". ¿Cómo es posible estar verdaderamente en comunión eclesial sin llegar, antes o después, a la comunión sacramental? Postular que sea posible una plena comunión eclesial sin una plena comunión sacramental no parece un camino que pueda dar tranquilidad.

Hay que observar, también, que ya no se menciona la "comunión espiritual" como camino alternativo al sacramento, tal como había sucedido hasta el sínodo extraordinario.

Ciertamente, el camino del discernimiento y del "foro interno" expone a la posibilidad de decisiones arbitrarias, pero el "laissez-faire" no ha sido nunca un criterio para rechazar un buen acompañamiento pastoral. Será siempre un deber del pastor encontrar un camino que corresponda a la verdad y a la vida de las personas que acompaña, sin tal vez poder explicar a todos porqué se asume una decisión en lugar de otra. La Iglesia es sacramento de salvación. Hay muchos recorridos y muchas dimensiones que se pueden explorar en favor de la "salus animarum".

En lo que respecta al acceso a los sacramentos, el sínodo ordinario ha puesto efectivamente las bases, abriendo una puerta que en el sínodo anterior, en cambio, había permanecido cerrada.

Es más, hace un año no habría sido posible ni tan siquiera certificar con mayoría cualificada el debate sobre el tema, que en cambio sí había tenido lugar. Por lo tanto, se puede hablar con razón de un paso adelante.(Sandro Magister-CHIESA)