CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
China al fin valora la acción religiosa
02 - 11 - 2013 - IGLESIA - Asia

La vida de los cristianos es durísima en el gigantesco país asiático donde el estado viene haciendo aperturas sólo en lo económico, el gobierno ahora impresionado por el  servicio que brindan grupos caritativos a los enfermos mentales  lo proponen como modelo para los servicios públicos.

La de Teresa Meng Weina es una historia hermosa. La delgada señora china de casi 60 años, que resultó ganadora del premio internacional Vittorio Colombo de este año, contó su conmovedora historia a la agencia Fides. Indicó cómo se puede vivir como cristianos hoy en la China capital-comunista, en donde el gran cambio que han provocado los negocios y el mercado no puede ocultar sus costos sociales incalculables.


El caso de Meng Weina se entrelaza con los pasajes clave que han marcado las últimas décadas de la China popular. Durante la época de la Revolución cultural ella era una joven mujer, hija de un alto funcionario del partido comunista. En la década de los 80, cuando tenía treinta años, vivía en Guanzhou (Cantón), la capital de Guangdong –en donde se manifestaron las primeras “aperturas” económicas impulsadas por el Deng Xiaoping. Teresa dice que forma parte de «esa generación priva de una idea propia, incapaz de discernir sobre la vida», y que a la mitad de la década de los años 80 se sentía «perdida y desilusionada por mí misma, pues no había sabido hacer nada en mi vida».


Después, casualmente, leyó en un viejo periódico una nota sobre el premio Nobel de la Paz que ganó la Madre Teresa de Calcuta. La figura de la pequeña monja albanesa la apasionó y le mostró la vía para salir de su prostración existencial. Decidió seguir su ejemplo y se entregó a los pobres, a los marginados y a los enfermos mentales. En ese tiempo –cuenta Meng– ella no sabía ni siquiera que la Madre Teresa de Calcuta era una religiosa católica. Y ella tamposo se había encontrado con el catolicismo. No sabía nada sobre «iglesias patrióticas» ni «iglesias clandestinas».

Así, siguendo los indicios sobre aquella figura que descubrió en el viejo periódico, encontró a otros cristianos. Primero a los de la Cáritas de Hong Kong, con quienes entró en contacto para que la ayudaran a realizar sus proyectos, dado que en China «las actividades caritativas no existían». Con su ayuda, en 1985, inauguró en Guangzhou una escuela que apoyaba a 96 niños con discapacidades mentales.

En China, en esa época, el servicio social de las organizaciones no gubernamentales no existía ni siquiera como idea. Así, se aventuró por ese terreno desconocido “Huiling” (nombre de la organización que significa “sabiduría espiritual”). A partir de 1990 comenzó a acoger a discapacitados mentales mayores de 16 años y a partir de 1995 llegó a trabajar en esta realidad el sacerdote italiano Fernando Cagnin, del Pime.


«Cuando llegó el padre Cagnin», cuenta Meng, «al principio no hablaba sobre la fe católica. Al ver su testimonio de vida entendí cuál era mi camino. El mensaje más fuerte no fue el de sus palabras, sino su testimonio vivo». Meng comenzó a seguir los cursos del catecismo en la catedral de Guangzhou y recibió el bautismo el 7 de abril de 1998, asumiendo el nombre cristiano de Teresa, como la beata que de forma misteriosa la había acompañado durante los primeros pasos de su aventura cristiana.

La de Teresa Meng es una historia hermosa porque narra una dimensión del cristianismo chino que normalmente se ignora –pues tanto en los periódicos como en las agencias especializadas se habla solo de los problemas de las Iglesias en China–: la obra tenaz y silenciosa de caridad que se ha ido desarrollando en China gracias a muchos bautizados (a pesar de las condiciones impuestas por la política religiosa estatal). Ofrecen su testimonio en nombre de Cristo en la única forma verdadera, tanto en China como en el resto del mundo: no con discursos o batallas culturales, sino a través de obras de misericordia corporal y espiritual que son practicables solo si la gracia de Cristo actúa y cambia nuestros corazones.


En alrededor de 30 años de actividades, la Ong “Huiling” ha abierto más de 100 centros en 13 ciudades chinas, con 300 agentes que se ocupan de ofrecer asistencia a más de 1000 discapacitados, con un servicio en línea que ayuda a miles de personas en todo el país y con una cadena de panaderías que surgieron para ofrecer trabajo a sus asistidos. «Los jóvenes, los colaboradores, los visitantes, todas las personas que han tenido algún tipo de contacto con nosotros», cuenta Teresa, «han sido contagiados por nuestra fe a través del testimonio silencioso. Tenemos una estrecha colaboración con las comunidades cristianas locales, sobre todo con entes semejantes de los que se ocupan las monjas chinas».


En la sociedad china, que se proyecta con vigor hacia el futuro, proliferan los egoísmos. La voracidad de las nuevas oligarquías, la corrupción generalizada, las situaciones inhumanas que provoca el desarrollo económico desenfrenado destruyen los vínculos de solidaridad de estirpe confuciana que sostenían la convivencia social (como el de la piedad filial, que las autoridades chinas han tratado de transformar en una ley obligatoria).

En este escenario, explica Teresa, el «milagro “Huiling”» se ha convertido en «un caso particular para el gobierno, porque a través de nuestro trabajo ha entendido que las Ong, incluso las religiosas, no son una amenaza, sino una ayuda eficaz... Nuestro modelo pretende volver a dar dignidad a los discapacitados mentales con el amor cristiano, ayudándoles a re-insertarse en la vida social cotidiana. Este principio ha sido muy apreciado por las autoridades, que nos indican como modelo para el servicio social en China y para las demás Ong».


Teresa sabe muy bien que las autoridades chinas, al demostrar esta apertura, piensan sobre todo en el provecho que pueden obtener en términos de reducción del gasto social. Ellas, dice a Fides, «¡obviamente no toman en consideración el papel del Espíritu Santo!». Según la fundadora de “Huiling” es necesario garantizar que ese milagro de la gratuidad inspirada por la fe no corra el peligro de «caer en la burocracia».

Sin embargo es fácil reconocer una íntima consonancia entre los tonos de la narración de su historia y los que surgen constantemente en la predicación de Papa Francisco. También en China la Iglesia es un hospital de campo. Y será el tiempo el que determine si el anuncio cristiano podrá encontrar nuevos caminos para resonar en el ex Celeste Imperio, siguiendo los senderos de la caridad.(Vatican Insider)