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El Patriarca caldeo pide ayuda al Papa sobre los «clérigos vagos»
21 - 09 - 2015 - IGLESIA - Asia

El Sínodo de la Iglesia caldea, que habría debido comenzar el próximo 22 de septiembre en Erbil en el que se encuentra buena parte de los desplazados de la Llanura de Nínive que huyeron del avance de los yihadistas, se suspendió y se llevará a cabo en una fecha por establecer, a la espera de que el Sucesor de Pedro se pronuncie sobre el conflicto eclesial que surgió alrededor de los sacerdotes y de los religiosos iraquíes que migran hacia Estados Unidos sin el consenso de los superiores.

 La razón de esta decisión, dada a conocer por el Patriarcado caldeo, es por la apelación a la Iglesia de Roma: el Patriarca caldeo Louis Raphael I pidió ayuda a Papa Francisco para resolver una controversia que pesa desde hace tiempo sobre su Iglesia. Y la asamblea de los obispos caldeos (indica un comunicado difundido hoy por los órganos oficiales del Patriarcado) no se reunirá antes de haber recibido una palabra del Sucesor de Pedro que pueda ayudar a superar la crisis.
Se pidió la intervención del Papa sobre la controversia eclesial en la que están involucrados desde hace tiempo el Patriarca, los obispos y sectores de la diáspora caldea en Estados Unidos. Una «guerra» que se desencadenó alrededor de un grupo de sacerdotes y monjes que durante los últimos años dejaron sus diócesis y casas religiosas en Irak sin el permiso de sus superiores, para mudarse a Estados Unidos y otros países occidentales, haciendo crecer las filas de las más opulentas diócesis de la diáspora caldea.
Desde octubre de 2014, el Patriarca Louis Raphael I publicó un decreto con el que ordenaba que los que se habían exiliado sin permiso regresaran a la base o que se pusieran de acuerdo con sus obispos y con los encargados de las comunidades para la regularización del propio traslado. El Patriarca amenazó con medidas canónicas disciplinares (incluida la suspensión del servicio sacerdotal) para quienes hubieran ignorado las disposiciones patriarcales.
A casi un año de distancia, la situación ha empeorado. Las mediaciones que pusieron en marcha los dicasterios romanos competentes no han dado resultados. Las invitaciones a un ajuste fraterno y razonable de esta controversia han caído en el vacío. Solo dos de los llamados «clérigos vagos» han vuelto a Irak. Todos los demás, ignorando las disposiciones patriarcales y sinodales, han encontrado el apoyo del obispo Sarhad Jammo, titular de la eparquía de San Pedro de los Caldeos con sede en San Diego, California.
Esta resistencia a las disposiciones patriarcales ha asumido los tonos de la disputa teológica y canonista. Desde el principio, el obispo Jammo citó los cánones del Código que limitan territorialmente la validez de las actas disciplinares dispuestas por el Patriarca, y, como obispo católico, reivindicó su derecho de responder solo al Papa, y no al Primado caldeo. Ahora es el Patriarca quien ha pedido ayuda al Papa con una carta, mientras en los comunicados publicados por el Patriarcado se subraya que la querella no puede reducirse a un conflicto personal entre el Patriarca y el obispo Jammo, justamente debido a las implicaciones eclesiológicas que la caracterizan.
Algunos ambientes de la Iglesia caldea refieren que el Vaticano ha mandado mensajes tranquilizadores: el Papa debería recibir al Patriarca después de su viaje a Cuba y Estados Unidos. Los obispos caldeos (menos Jammo, evidentemente) se han demostrado en sintonía con las posturas del Patriarca.
Recientemente, en una entrevista con Vatican Insider, el Primado de la Iglesia caldea dijo que los sacerdotes y los religiosos que escapan del Medio Oriente son «refugiados de lujo». Son los que, continuó, aprovechan su «estatus, sus contactos y los apoyos eclesiásticos para escapar, presentándose como perseguidos y explotando esta etiqueta incluso para ganar dinero. A veces hay quienes con la palabra clave de la persecución logra poner en pie un negocio sacrílego. Muchos de ellos han escapado de zonas seguras, en donde no hay ninguna persecución, y después han ayudado a toda su familia a encontrar un acomodo cómodo en Norteamérica».
Estos «migrantes de lujo», según el Patriarca caldeo, «han traicionado el espíritu del buen pastor… Si hemos abrazado el sacerdocio en estas tierras, nuestra vida ya está dada al Señor, y no debemos pensar en buscar el lujo para nuestro clan familiar».
Así, como sucedía durante los primeros siglos del cristianismo, los obispos de Oriente llaman al obispo de Roma para resolver una cuestión que pone en riesgo la unidad de sus Iglesias y que podría comprometer incluso su misión apostólica. Lo que Papa Francisco encontrará en su escritorio al regresar de América es una emergencia que tiene delicadas implicaciones ecuménicas


(INFO CATÓLICA)