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Los cristianos de medio oriente quieren ayuda para escapar
15 - 09 - 2015 - IGLESIA - Asia

El Patriarca caldeo Louis Raphael I sobre los refugiados que huyen hacia Europa: «En este momento es irresponsable cualquier declaración que pueda tener el efecto de incitar a nuestra gente a emigrar»

«Ahora nuestra gente nos critica. Quieren que les encontremos aviones, visas para partir y hasta las casas de acogida en los países europeos. Esto es imposible. Un Estado no puede hacerlo. Y no puede hacerlo tampoco la Iglesia». Se dice preocupado Louis Raphael I, Patrairca caldeo de Baghdad. Tampoco lo convencen las posturas de la nueva política europea hacia los prófugos que escapan de Siria ni de otros escenarios de guerra. Una movilización en la que han sido involucradas muchas Iglesias hermanas del Viejo Continente. Perplejidad frente a preocupaciones que comparte con muchos otros pastores de las Iglesias de Oriente.

 

 

 

¿Qué le parecen las últimas medidas de la comunidad internacional con respecto al Medio Oriente? ¿Se mueve algo finalmente?

 

 

El viernes me reuní en la catedral caldea con todos los líderes de las Iglesias presentes en Baghdad, además de tantas monjas y sacerdotes. Nos preguntamos cómo pudo pasar todo esto, después de 4 años de guerra en Siria y después de 12 de conflictos y masacres en Irak. Después de que se permitió que la situación se gangrenara durante tanto tiempo. Hay algo enigmático en esta dinámica. Estoy preocupado.

 

 

 

¿Se refiere a la cuestión de los refugiados? ¿Le preocupan los que abren las puertas o los que las cierran?

 

 

No se puede afrontar esta cuestión ni sentimental ni superficialmente. Se necesita un discernimiento. Las soluciones duraderas son las que se pueden concretar en el lugar. Soluciones que exigen tiempo, y la paciencia para poner en marcha y acompañas los procesos. Pero esto no parece interesarles a los líderes de las naciones ni a los órganos internacionales. Prefieren actuar siguiendo el impulso de las emociones de la opinión pública.

 

 

 

Hay quienes sugieren que hay que acoger primero a los prófugos cristianos y a los de las minorías religiosas perseguidas. ¿Es una buena idea?

 

 

Esto no se puede hacer. Se convertiría en un problema también para nosotros. Alimentaría a todos los que dicen que se quiere dar una justificación religiosa a las guerras. Los que, de una y otra parte, dicen que los cristianos no pueden estar aquí. Los países europeos deben acoger a quienes tienen verdadera necesidad, sin tener en cuenta la religión. Y deben evitar actuar a ciegas. Y también deben evitar favorecer a los que siempre juegan con la piel de los cristianos.

 

 

 

¿A qué se refiere?

 

 

Existen agencias y grupos que ayudan a los cristianos a huir. Su misión es justamente la de favorecer el éxodo de los cristianos. Lo financian. Trabajan para orillar a los cristianos a abandonar los propios países, y lo dicen abiertamente, presentando su trabajo como una obra a favor de los eprseguidos. No sé cuál sea la estrategia que persigan. Tal vez, cuando estos países queden sin el obstáculo de los cristianos, sea más fácil desencadenar nuevas guerras, vender y experimentar nuevas armas. Hay que estudiar estos fenómenos, y no andarse con palabrerías.

 

 

Pero, ¿es posible detener a padres y madres de familia que quieren dar una esperanza de futuro a sus hijos?

 

 

Nosotros no detenemos a nadie. Sería injusto, además de imposible. Pero tampoco podemos empujarlos a la fuga. Ahora nuestra gente nos critica. Quieren que les consigamos aviones, visas y que les encontremos casas de acogida en otros países. Esto es imposible. Un estado no puede hacerlo. Y tampoco puede hacerlo la Iglesia. Una comunidad cristiana que nació en estas tierras no puede ponerse a organizar los viajes para el éxodo que marcará su extinción. Podemos respetar la decisión de partir, como decisión personal, pero nosotros no podemos instigarla.

 

 

Entonces, hay quienes piden a las iglesias que organicen la fuga masiva...

 

 

Quiere decir que ahora existe verdaderamente el peligro de que no quede ningún cristiano en Medio Oriente, en Irak, en Siria. En este momento es irresponsable cualquier declaración que pueda tener el efecto de incitar a que nuestra gente huya. No se puede hablar sin tener en cuenta todos los factores, las posibles consecuencias y cómo podrían ser interpretadas nuestras palabras.

 

 

 

Según algunos, la apertura repentina a los migrntes responde incluso a cálculos económicos. ¿De verdad entra en juego este aspecto?

 

 

Diría que quieren jóvenes, que no quieren a los viejos ni a los enfermos. Y los gobiernos de izquierda y de derecha están de acuerdo en esta línea. Hay algo extraño. Yo puedo confirmar que los desplazados no son los únicos que se van. Los sacerdotes me cuentan que se están yendo hasta los que están bien económicamente, los que, tal vez, trabajan en un banco. Gente que no necesitaría irse. Sienten que ahora se abrió una ocasión, temen que esta ventana se cierra dentro de poco y aprovechan. Mientras tanto los que más pobres no piensan en irse. Es una pérdida para todos. Se van las mejores fuerzas, las únicas que habrían podido tratar de reconstruir todo lo que ha sido destruido en estos años. Y esto tiene que ver con nosotros los cristianos particularmente. Los cristianos, con la convivencia, con su apertura y su humanidad, habrían podido tener un papel decisivo en la tierra en la que nacieron y en la que siempre vivieron sus padres. Con el paso del tiempo, habrían podido ayudar a sus compatriotas musulmanes a liberarse de la ideología yihadista, que tanto los hace sufrir también a ellos. Nosotros hemos abierto iglesias, pero también escuelas, consultorios y hospitales. Hay una red de realidad que ha contribuido durante mucho tiempo a mejorar la convivencia y la vida sociel de la colectividad verdaderamente, ofreciendo un servicio a todos. Ahora todo esto también está destinado a apagarse.

 

 

Durante el último año usted luchó en su Iglesia en contra del fenómeno de los sacerdotes y de los religiosos que emigraban a Occidente sin la autorización del propio obispo...

 

 

 

Los sacerdotes y religiosos que escapan del Medio Oriente son «migrantes de lujo». Se aprovechan de su estatus, de sus conocidos y del apoyo eclesiástico para escapar, presentándose como perseguidos y explotando esta etiqueta incluso para ganar dinero. A veces hay quienes logran, con la palabra clave de la persecución, crear un negocio que da ganancias y sacrílego. Muchos de ellos espacaron de zonas seguras, en donde no hay ninguna persecución, y después ayudaron a que toda su familia encontrara un acomodo cómodo, por ejemplo, en Norte América. Todo ello sin la autorización del propio obispo y traicionando el espíritu del buen pastor.

 

 

 

Pero también se necesitan pastores en las comunidades de los cristianos del Medio Oriente que han emigrado a Occidente...

 

 

Los obispos que se ocupan de las comunidades de la diáspora no pueden venir a «robar» sacerdotes al Medio Oriente. Que se los busquen en sus comunidades, según ellos tran florecientes. Si abrazamos el sacerdocio en estas tierras, nuestra vida ya está dada al Seños, y no debemos pensar en buscar el lujo para nuestro clan familiar. Estos «migrantes de lujo» dieron un mal ejemplo al pueblo. Nuestro sacerdocio aquí va a menudo a donde la gente sufre. Para estar a su lado, demostrar que incluso aquí, en esta situación, es posible vivir la alegría del Evangelio.

 

 

 

Recientemente ustedes denunciaron la expropiación ilegal de las casas y de los terrenos que pertenecen a los cristianos que huyeron. Y esto no solo en las regiones que han acabado bajo el dominio del Califato...

 

 

Las áreas bajo Daesh no son liberadas. Tal vez esto sea cómodo para algunos. Mientras tanto, ahora, incluso en Baghdad y en Kirkuk las casas de los cristianos son expropiadas ilegalmente. Se corre el riesgo de que se alteren para siempre los equilibrios demográficos de estas zonas. Se requiere una acción internacional para imponer el respeto de los derechos y de las propiedades de los que se han visto obligados por la fuerza a irse y que tal vez piensan regresar. La ONU debería ocuparse de estas cosas.

 

 

 

¿Existe una vía para salir del suplicio del Medio Oriente?

 

 

Lo dije durante el encuentro de lqa Comunità Sant’Egidio en Tirana, y también en París, en la Conferencia que organizó la Œuvre d’Orient: no hay ningún «botón mágico» que podamos presionar para resolver todo inmediatamente. Quién sabe cuánto tiempo servirá para resanar una situación tan devastada. Para derrotar la ideología yihadista es necesario involucrar a las autoridades musulmanas y a los gobiernos árabes. Y, por el contrario, los círculos del poder occidental han apoyado justamente a las fuerzas y a los estados en los que los yihadistas cuentan con mayores apoyos. Ahora, en relación con los refugiados, se recurre al sentido de humanidad que afortunadamente todavía existe en muchas personas. Pero mientras tanto se ocultan los contubernios y las protecciones que han tenido los yihadistas, los flujos de dinero y de armas. Las guerras contra el terrorismo y por la democracia comenzaron en 2003, y el resultado es que nació este monstruo de Daesh. Algo querrá decir.(VATICAN INSIDER)