El nuevo mártir era miembro de la Fraternidad de San Efrén y obispo de Djézireh de los Sirios. Nació en 1858 en Kalaat Mata, en la actual Turquía, y fue asesinado "por odio a la fe" en Djézireh, en territorio turco, el 29 de agosto de 1915.
Defensor de la fe ante el Islam
Rami Al Kabalan, postulador de la causa del mártir, ha destacado a Radio Vaticana que Melki “desempeñó un rol fundamental a la hora de animar a la gente a defender su fe contra las dificultades de la época, durante las persecuciones del Imperio Otomano”.
“Hay una frase suya que siempre me ha tocado el corazón. Los otomanos querían convertirle al Islam y él dijo: ‘Defiendo mi vida hasta con la sangre’”, señaló.
Cuando está a punto de celebrarse el centenario de su martirio, Rami Al Kabalan hizo ver que los los cristianos orientales “sufrimos casi la misma persecución, aunque de una manera diferente... Así que la figura de este mártir nos da el valor para defender nuestra fe y vivir nuestra fe”. Es más, señaló que “la figura del mártir no muere, queda viva en la Iglesia, en la memoria de los fieles: todos estamos llamados a vivir el martirio de diferentes maneras”.
Y concluyó con un deseo: “Esperamos que el Señor ilumine a todos los poderosos de este mundo, los que ejercen el poder, para lograr la paz”, expresó.
(RELIGIÓN EN LIBERTAD)