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Podría estar próxima beatificación de Enrique Shaw
03 - 08 - 2015 - VATICANO - Causa de los Santos

El deseo del Papa Francisco de tener al empresario católico Enrique Shaw en los altares de la Iglesia Católica podría estar muy cerca. En declaraciones a ACI Prensa, Juan Navarro, postulador de la causa de canonización del Siervo de Dios Enrique Shaw en Argentina, expresó que la fase diocesana ya se ha completado.

“Este proceso se inició, siendo Arzobispo el Cardenal Bergoglio. De modo que él fue el que pidió a Roma la apertura del proceso”, precisó Juan Navarro.

Con el actual Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Mario Poli, se cerró el proceso en el 2013 y todo pasó a la Congregación de la Causa de los Santos en el Vaticano, que este año decretó la validez jurídica de la fase diocesana del proceso.

El Papa Francisco en una entrevista a la cadena mexicana Televisa en marzo de este año hizo una importante revelación sobre este caso. “Yo conocí gente rica y estoy llevando adelante acá la causa de beatificación de un empresario rico argentino, Enrique Shaw que era rico, pero era santo”, señaló el Pontífice.

“Una persona puede tener dinero. Dios se lo da para que lo administre bien. Y este hombre lo administraba bien. No con paternalismo, sino haciendo crecer a aquellos que necesitaban de su ayuda”, añadió.

Actualmente la causa de beatificación y canonización de Enrique Shaw sigue su curso en Roma con la postuladora Silvia Correale. Asimismo está designado el relator de la causa, que es un oficial de la Congregación de la Causa de los Santos, y que está trabajando, junto con la postuladora, en la redacción de la Positio, documento en el que se incluyen, además de los testimonios de los testigos, los principales aspectos de la vida, virtudes y escritos del Siervo de Dios.

Su vida

El empresario católico Enrique Shaw nació en Francia en 1921 de padres argentinos. Fue bautizado en la Iglesia de la Madeleine. A la edad de cuatro años su madre falleció por lo que su ausencia la compensó con un profundo amor filial a la Virgen María.

Su padre encomendó su formación espiritual, junto a la de su hermano Alejandro, al P. Goycochea de quien Enrique recibió la Primera Comunión en la Basílica del Santísimo Sacramento en 1928.

Fue alumno sobresaliente del Colegio “De La Salle”. Por su conducta y desempeño en el estudio siempre figuró en el primer puesto del Cuadro de Honor. Pero lo que más lo distinguía era su profunda fe religiosa, participando de la comunión diaria y ayudando a la iglesia como monaguillo durante las Misas.

A pesar que su familia contaba con mucho dinero, renunció al confort de esta situación. Ingresó a la Escuela Naval en donde transmitió un extraordinario testimonio de fe.

En 1943 se casó con Cecilia Bunge con quien tuvo nueve hijos. En 1945, Enrique fue enviado por la Marina, junto a otros dos compañeros, a la Universidad Estatal de Chicago en Estados Unidos para estudiar meteorología.

Sin embargo, cuando ya su familia estaba constituida y su carrera profesional estaba en ascenso, decidió dar un cambio de rumbo a su vida. Enrique advirtió que Dios le pedía un apostolado específico por lo que pidió su retiro de la Marina.

En primer lugar pensó en hacerse obrero, pero un sacerdote amigo lo animó a que evangelice en el mundo empresarial. De vuelta a la Argentina llegó a ser el director en Cristalerías Rigolleau. En este trabajo Shaw estableció una relación muy personal con los obreros, quienes lo apreciaban mucho.

“Virtudes del empresario son: eficacia, energía e iniciativa... el empresario ha de ser Cristo en la empresa”, anotaba Enrique Shaw en su libreta personal. “Es indispensable mejorar la convivencia social dentro de la empresa. Importa mucho que el dirigente de empresa sea accesible. Hay que humanizar la fábrica. Para juzgar a un obrero hay que amarlo”, sostenía.

Promovió e impulsó el crecimiento humano de sus trabajadores inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia. No pocas veces jugó su prestigio personal como empresario en función de decisiones que asumió manteniendo coherencia con sus principios, arriesgando más de una vez su puesto de trabajo.

A pesar de sus múltiples actividades se daba tiempo para la Eucaristía y la meditación diaria de la Biblia. Fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) que pronto fue integrada por la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa. Participó en la Acción Católica, en el Movimiento Familiar Cristiano y también fue tesorero en el primer Consejo de Administración de la Pontificia Universidad Católica de Argentina.

En 1957 se le detectó un cáncer incurable y poco a poco su salud fue decayendo. Sin dejar su actividad familiar, laboral y apostólica, afrontó grandes padecimientos y delicadas operaciones.

En un momento en que fue internado en el hospital, el empresario necesitaba transfusiones de sangre y fueron los mismos obreros quien hicieron cola para donarle. Enrique Shaw partió a la Casa del Padre el 27 de agosto de 1962, a los 41 años de edad. Uno de sus hijos es sacerdote miembro de la Prelatura Opus Dei y desde 1979 se encuentra como misionero en África.

Con el impulso de autoridades eclesiásticas y de la misma Asociación Cristiana de Dirigentes se dieron los primeros pasos para su proceso de beatificación que completó la fase diocesana en el 2013.

El proceso se inició siendo Arzobispo de Buenos Aires, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco. Toda la información ahora ha pasado a la Congregación de la Causa de los Santos en el Vaticano. En una entrevista televisiva el Papa Francisco recordó con mucho cariño el camino de santidad recorrido por Enrique Shaw.

Testimonios

En declaraciones a ACI Prensa, Sara Shaw, una de las hijas de Enrique Shaw, señaló que lo que más recordaba de su papá era “cómo disfrutaba de llegar a su casa. Entraba silbando, los chicos íbamos corriendo y cambiaba el ambiente porque era como una fiesta cuando él llegaba de su trabajo... Él disfrutaba mucho de su familia”.

“Él tendría problemas, pero no se descargaba con nosotros, no se le notaba ni en la cara, ni en las palabras. Seguramente hablaría con mi madre, pero los chicos siempre lo veíamos como contento”, añadió.

Asimismo la Sra. Shaw manifestó que varias personas le comentaron que muchas veces su padre no aceptaba comidas con amigos y que solía decir que tenía un compromiso muy importante. “Y parece que el compromiso muy importante era venir a cenar a la noche con sus hijos”, destacó.

Dentro de las prácticas de fe que realizaban en familia estaba el rezo del Santo Rosario. “Nos ensañaba cómo dirigir una decena a cada uno, por turnos, y nos decía que digamos en voz alta nuestras intenciones… Y también íbamos caminando los domingos a Misa temprano”.

“Después de comulgar nos abrazaba a todos y nos hacía rezar esa oración ‘alma de Cristo santifícame’, mirando a una cruz que había en la parroquia que nos tocaba a nosotros. Eso era muy lindo y mucha gente recuerda cómo él nos hacía rezar esa oración en la acción de gracias de la comunión”.

Sobre la vida cristiana que llevó su padre en el mundo empresarial, la hija de Enrique recordó que él tuvo mucho contacto con sus compañeros de trabajo y también con los de la Marina. “Se acordaban mucho de él. Se nota que a pesar de ser así tranquilo, se hizo notar por su conducta y por su fe”.

El empresario Fernán de Elizalde, vice postulador de la causa de canonización y miembro de ACDE, manifestó a ACI Prensa en referencia a Enrique Shaw que estaba “convencido que es un hombre que tiene la santidad bien marcada. Probablemente tengamos en el futuro el primer santo empresario del mundo porque no hay antecedentes, en la historia de la Iglesia de la santidad, de laicos santos empresarios”.

“Yo soy empresario como era él y quería tomar este rol de vice postulador en la medida que pudiera comprobar que este hombre había hecho una tarea empresaria realmente acorde con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia… Y ciertamente me costó como dos años averiguarlo, pero una vez que lo descubrí en profundidad por las visitas a muchas de las empresas donde él trabajó, donde él era accionista, donde él era director o miembro del directorio, ciertamente encontré una maravilla de persona”.

En este sentido, Fernán de Elizalde recordó un pasaje muy conmovedor de Enrique Shaw que refleja el cariño que sus trabajadores le tenían al Siervo de Dios y viceversa. “En el momento de sus últimos días él recibe una transfusión de sangre de los obreros de su fábrica principal”.

“En ese hospital la gente preguntaba quién estaba internado porque no podían creer tantos trabajadores en la puerta, haciendo cola para dar sangre y menos para un empresario. Ellos pensaban que había un sindicalista, pero nunca pensaban que era un empresario”.

“Y una de las últimas palabras de Enrique al morir fue que estaba contento en el momento de su muerte porque sus venas corría sangre de obreros”, contó el empresario.

(ACI PRENSA)