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Déficit en las parroquias de Montevideo
21 - 07 - 2015 - DESAFIOS - Pastorales

En Uruguay hay sacerdotes que reciben dinero de sus familias para mantener su parroquia y poder subsistir. Otros trabajan en colegios, dan catequesis, casan, bautizan y hacen retiros. De las 83 parroquias que hay en Montevideo, 60 son deficitarias. El Arzobispado tiene números rojos y acaba de lanzar una campaña para pedir colaboración de los fieles.
 

El Arzobispado de Montevideo le otorga $ 1.500 por mes a 50 de los 80 sacerdotes del clero (US$ 33.000 al año en total), además de solventar algunos gastos fijos de iglesias que están asentadas en zonas carenciadas.

La parroquia y el sacerdote, en general, se mantienen de la comunidad. El problema es que cada vez es más difícil en un país como Uruguay: el más agnóstico de América Latina, con el menor porcentaje de católicos en su población y que tiende a la secularización.

Si bien las parroquias tienen exoneración de contribución y patente y están exentas de aportes patronales, pagan luz y agua con tarifa comercial, además de IVA y todas las tasas.

El sacerdote y contador Pablo Coimbra, al que el arzobispo de Montevideo Daniel Sturla nombró como su secretario personal, reconoció que el problema de las parroquias y del Arzobispado es que disminuyeron las comunidades y colaboración de los fieles. "La cantidad de fieles que van a misa disminuyó y los costos han aumentado", admitió.

En 24 años (de 1989 a 2013) el número de fieles que asistió a misa en Montevideo pasó de 58.732 a 28.866 (-51%). Además, se redujeron los bautismos (-56%), comuniones (-42%) y casamientos (-75%).

En las congregaciones (Capuchinos, Jesuitas, Salesianos, entre otras) la realidad es otra. Si bien dependen del Arzobispado pastoralmente, tienen administración propia. "El problema está a nivel de la Administración Central de la Arquidiócesis", agregó Coimbra.

Allí hay preocupación porque muchos sacerdotes dejan la parroquia para dar clases, atender colegios, pero reconocen que es la forma que tienen para hacerse de dinero.

"Con lo que nosotros le damos es obvio que tienen que tener otra actividad. Una vez que logremos estabilizar la economía se evaluará una mayor colaboración".

Campaña Iglesia de Todos
Este fin de semana la Iglesia de Montevideo lanzó una campaña denominada "Iglesia de todos", justamente como consecuencia de que los gastos básicos del presupuesto de la Arquidiócesis no se logran cubrir con los ingresos corrientes.

Según explicó Coimbra, el 30% de los ingresos se obtienen con el Fondo Común Diocesano (tres colectas por año en las Iglesias de Montevideo) y el resto por arrendamientos (hay parroquias, por ejemplo, que tienen antenas de telefonía en sus terrenos) y donaciones de particulares. Con ese dinero, el Arzobispado mantiene la formación de los sacerdotes, sustenta a los ancianos o enfermos, paga los $ 1.500 que se le da a 50 de los 80 sacerdotes del clero y destina un 25% del presupuesto a gastos de funcionamiento.

"El tema de los sueldos es complicado. Nosotros no tenemos como una empresa a dónde trasladar el costo", comentó.

Según publicó el diario El Observador, en 2014 la Iglesia de Montevideo tuvo un déficit de US$ 150.000. Coimbra dijo a El País que la cifra es "mucho mayor" aunque prefirió no revelarla. "Nosotros no queremos hablar de cifras porque no se trata solo de cubrir los gastos básicos. La Iglesia tiene que evangelizar, tiene que seguir adelante con sus obras, y todo eso implica dinero", dijo y recordó que "hace muchísimos años" que la Iglesia uruguaya no sale a pedir ayuda.

La auditoría que el cardenal tiene bajo llaves
El cardenal y arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, ordenó ni bien asumió realizar una auditoria del Arzobispado. "Es algo normal. Si Dios quiere voy a estar muchos años aquí y necesito saber dónde estoy parado, en qué se está", había dicho a El País Sturla después de pedirle la auditoría a su secretario personal, Pablo Coimbra.

El País consultó a Sturla sobre el resultado de la misma y aseguró que es "reservada". En la interna eclesiástica se rumorea que la auditoria fue para "poner la casa en orden" después de la administración de monseñor Nicolás Cotugno, que fue, dicen, "desmesurada".

RELIGIÓN EN LIBERTAD