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Calida despedida de Paraguay con los jóvenes
13 - 07 - 2015 - IGLESIA - América

“Señor Jesús, dame un corazón libre, que no sea esclavo de todas las trampas del mundo, que no sea esclavo de la comodidad, del engaño, que no sea esclavo de la buena vida, que no sea esclavo de los vicios, que no sea esclavo de una falsa libertad que es hacer lo que me gusta en cada momento”. El Papa en su última cita en tierra paraguaya, en el litoral de Costanera, improvisó completamente su discurso, porque, como explicó al final, “los discursos son aburridos". 

Prefirió hablar desde el corazón, respondiendo a las preguntas y a las experiencias que narraron dos jóvenes, Liz y Manuel. Dramáticas realidades que enseñan las dificultades que viven todos los días muchísimos jóvenes en el planeta, expuestos a la explotación y con desafíos dramáticos. Ella tuvo que encargarse de su madre con alzheimer y de su abuela; él fue abandonado por su familia, que no podía hacerse cargo de él, y sufrió la explotación en la ciudad y después comenzó a trabajar en el campo.


“Ya hemos escuchado dos testimonios: el de Liz y el de Manuel”, indicó el Papa. “Liz nos enseña una cosa, así como Orlando (encargado de pronunciar la Lectura del Evangelio, ndr.) nos enseñó a rezar para tener un corazón libre, Liz nos enseña con su vida que no hay que ser como Poncio Pilato: lavarse las manos. Liz podía haber tranquilamente puesto a su mamá en un asilo, a su abuela en un asilo y vivir su vida de joven divirtiéndose, hacer lo que quería. Y Liz se convirtió en sierva, en servidora, y si quieren más fuerte todavía en sirvienta de la mamá y de la abuela, y lo hizo con cariño. Decía ella que hasta se cambiaron los roles y ella terminó siendo la mamá de su mamá, con esa enfermedad tan cruel que confunde las cosas, y ella quemó su vida sirviendo a su mama y a su abuela, sola. No ella no estaba sola, dijo dos cosas que nos tienen que ayudar. Habló de una tía que fue como un ángel y habló del encuentro con los amigos los fines de semana, con la comunidad juvenil de evangelización y esos dos ángeles le daban más fuerza para seguir adelante. Y eso se llama solidaridad. Cuando nos hacemos cargo del problema de otros. Y ella encontró allí un remanso para su corazón cansado, pero hay algo que se nos escapa, estudió y es enfermera, y, haciendo todo eso, la ayuda la solidaridad que recibió de ustedes, de esa tía que era como un ángel, y hoy a los 25 años tiene la gracia que Orlando nos hacía pedir, tiene un corazón libre. Liz cumple el cuarto mandamiento “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Liz muestra su vida, la quema en el servicio a su madre. Es un grado altísimo de solidaridad. Un grado altísimo de amor”.

Después Bergoglio exhortó a todos los jóvenes: "Primero: corazón libre. Segundo: solidaridad para acompañar. Es lo que nos enseña este segundo testimonio. Y a Manuel no le regalaron la vida. Manuel no es un nene bien, no fue un chico, muchacho al que la vida le fue fácil. Dijo palabras duras. Fui explotado, fui maltratado, a riesgo de caer en las adicciones. 'Estuve solo'. Explotación, maltrato y soledad, y en vez de salir a hacer maldades, en vez de salir a robar se fue a trabajar. En vez de salir a vengarse de la vida, miró adelante. Manuel usó una frase linda: 'Pude salir adelante, porque en la situación en la que yo estaba era difícil hablar de futuro'".

"¿Cuántos jóvenes hoy -se preguntó Papa Francisco- tienen la posibilidad de estudiar tienen la posibilidad de que no les falte lo esencial?" Y pidió que todos luntos repitieran con él: "Gracias Señor. Gracias porque acá tuvimos un testimonio que desde chico supo lo que era la tristeza, la explotación y que estaba solo. Señor salvá a esos chicos y chicas que están en esa situación. Y para nosotros: Gracias Señor".

Libertad de corazón. Servicio. Solidaridad

"Lo que nos decía Liz -continuó el Pontífice. Esperanza, trabajo, luchar por la vida, salir adelante, lo que nos decía Manuel. Como ven, la vida no es fácil para muchos jóvenes y esto tienen que metérselo en la cabeza. Si a mí la vida me es relativamente fácil, hay otros a los que la desesperación los empuja a colaborar con la corrupción. A esos chicos les tenemos que decir que nosotros les estamos cerca, que queremos dar una mano, con solidaridad, con amor, con esperanza. Hubo dos frases que dijeron los dos que hablaron: Liz y Manuel. Dos frases que son lindas: escúchenlas. Liz dijo que empezó a conocer a Jesús. Conocer a Jesús. Y eso es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo: 'Conocí a Dios, mi fortaleza'. Conocer a Dios es fortaleza, es fortaleza y esperanza".

Y así es como deben ser los jóvenes de hoy, exhortó Bergoglio: "jóvenes con esperanza y fortaleza. No queremos jóvenes debiluchos, de estar ahí nomás, ni si ni no. No queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes, con esperanza y fortaleza. Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios Porque tienen un corazón libre: Solidaridad, Trabajo, Esperanza, Esfuerzo. Conocer a Jesús. Conocer a Dios, mi fortaleza, Un joven que viva así, ¿tiene la cara aburrida? ¿Tiene el corazón triste? Ese es el camino". Y retumbó un "¡Noooooo!" en el litoral de Costanera.

Pero para ello, explicó Papa Francisco muy emocionado, "hace falta sacrificio, hace falta andar contra corriente. Las bienaventuranzas que leímos hace un rato son el plan de Jesús para nosotros, y es un plan contracorriente. Jesús les dice felices los que tienen alma de pobre, no dice los ricos, no, los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de acercarse y comprender a los pobres. Jesús no dice felices los que lo pasan bien. Dice felices los que tienen capacidad para afligirse por el dolor de los demás. Les recomiendo que lo lean, capítulo 15 de San Mateo, léanla y medítenla que les va a hacer bien".

"Les agradezco Liz, Manuel y Orlando -continuó. Corazón libre es lo que les deseo. Y me tengo que ir. El otro día, un cura, en broma. Me dijo: 'Sí usted siga aconsejándole a los jóvenes que hagan lío, sígale. Pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros'. Hagan lío, pero también ayuden a arreglar y organizar el lío que hacen. Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nos dé un corazón libre, que nos dé solidaridad, que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quién conocí es mi fortaleza. Ese es el lío que hagan".

"Como sabía las preguntas -concluyó el Papa-, había escrito un discurso para ustedes, para dárselos, pero los discursos son aburridos, así que se lo dejo al señor obispo encargado de la juventud para que lo publique. Y ahora, antes de irme, les pido primero que sigan rezando por mí, y segundo que sigan haciendo lío, tercero, que ayuden a organizar el lío que hacen para que no destruya nada. Y todos juntos ahora en silencio vamos a elevar el corazón a Dios cada uno. Señor Jesús, desde su corazón. Jesús, te pido por los chicos y por las chicas que no saben que vos sos su fortaleza, y que tienen miedo de vivir, de ser felices, tienen miedo de soñar, Jesús enséñanos a soñar cosas grandes, cosas lindas, cosas que aunque parezcan cotidianas son cosas que engrandecen el corazón. Señor Jesús danos fortaleza, danos un corazón libre, danos esperanza. Danos amor. Y enseñános a servir. Amén. Recen por tantos chicos y chicas que no tienen la gracia que tienen ustedes de haber conocido a Jesús que les da esperanza los hace fuertes.”(VATICAN INSIDER)