Políticos que se ocupen de los más débiles, de los hambirientos, de los desempleados, de los que no tienen casa, de los inmigrantes, de los pueblos indígenas, de los ancianos cada vez más solos y abandonados, de los niños todavía en el vientre materno. Todos los explotados y todos los que la sociedad actual del descarte ha convertido en “deshechos”, “sobras”, porque hoy, en esta «economía que mata», las «personas –dijo en una Misa en Santa Marta (el primero de mayo de 2013)– son menos importantes que las cosas que dan ganacias a los que tienen el poder político, social, económico».

El Papa pide a los políticos que busquen no solo la propia ganancia, sino la dignidad humana. El peligro, ha dicho en varias ocasiones, es el de caer en la corrupción. Un término que Papa Francisco aplica también en una dimensión espiritual. En la Misa para los parlamentarios itlaianos, el 27 de marzo de 2014, Francisco recordó que el corrupto es el que tiene tan endurecido el corazón que ya no escucha la voz de Dios, se ha cerrado a las necesidades de la gente y se interesa solo por sus cosas o por las de su partido. «Hombres de buenos modales, pero de malas costumbres» que oprimen al pueblo con muchos pesos a los que ellos ni siquiera se acercan. El pecador, advierte el Papa, siempre puede arrepentirse, porque Dios «es misericordioso y nos espera a todos», pero el corrupto es irremovible porque se justifica a sí mismo y es difícil que logre «volver atrás».

Papa Francisco invitó a los políticos, sobre todo a los cristianos, a ser valientes, porque la política, recordó el pasado 30 de abril al reunirse con las Comunidades de vida cristiana, es una especie de «martirio cotidiano: perseguir el bien común sin dejarte corromper». «Hacer política es importante», y «se puede convertir en un santo haciendo política»: significa «llevar la criz de muchos fracasos y también llevar la cruz de muchos pecados. Porque en el mundo –subraya el Pontífice– es difícil hacer el bien en medio de la sociedad sin ensuciarse un poco las manos o el corazón; pero por esto vas a pedir perdón, pides perdón y sigue haciéndolo. Pero que esto no te desanime» para «luchar por una sociedad más justa y solidaria».

«Si el Señor te llama a esa vocación», exhortó, «haz política. Te hará sufrir, tal vez te hará pecar, pero el Señor está contigo. Pide perdón y sigue adelante. ¡Pero no dejemos que esta cultura del descarte nos descarte a todos! No se olviden de esta palabra del Beato Pablo VI: la política es una de las formas más elevadas de la caridad».(VATICAN INSIDER)