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"The New York Times": La encíclica del "pecado ecológico"
22 - 06 - 2015 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Ecología

"Cuando un anciano Papa León XIII divulgó un documento en 1891 sobre los derechos de los trabajadores a formar sindicatos y de propietarios a tener propiedad privada, capitalistas y socialistas europeos por igual clamaron una injusticia. ¿Por qué habríamos de escuchar, decían sumamente molestos, los pronunciamientos de un papa sobre economía y política?". Y continúa el diario de EUA: "Ahora, 124 años más tarde, el papa Francisco ha desatado un clamor en torno a su documento sobre el ambiente y la amenaza del cambio climático"

Una vez más, industrialistas, políticos y detractores están echando chispas, arguyendo que el papa debería ceñirse a religión y dejar de interferir en los asuntos en los que carece de competencia.

‘’El mensaje del Papa Francisco sobre calentamiento global fue una confusa distracción que diluye su gran autoridad moral y liderazgo en un momento en que se necesita con desesperación para combatir crisis reales - y presentes- en la iglesia y en la cultura occidental’’, dijo Richard Viguerie, quien fue pionero del uso del correo directo para recabar fondos a fin de erigir a la derecha política y religiosa.

Sin embargo, Francisco está siguiendo los pasos de papas y obispos que, durante generaciones, han escrito documentos sobre acuciantes problemas sociales aplicando la enseñanza religiosa a sucesos tan contemporáneos que parecen sacados de los titulares de sus eras.

La encíclica del Papa Leo “Sobre la condición del trabajo” - o “Rerum Novarum’’ en latín - se convirtió en el documento seminal en lo que se reconoce ahora como la enseñanza social de los católicos en tiempos modernos.

Sin embargo, se han dado muchas desde esos días. El Papa Juan XXIII advirtió de la aniquilación nuclear en “Pacem in Terris’’ en 1963. Pablo VI desafió a naciones ricas a que contribuyeran al desarrollo de naciones pobres en “Populorum Progressio’’ en 1967. Benedicto XVI notó la desigualdad económica a raíz de la globalización en “Caritas en Veritate’’ en 2009.

De cualquier forma, la encíclica de Francisco, arguye Austen Ivereigh, biógrafa papal en Inglaterra, “es la encíclica social y católica más significativa desde la primera, Rerum Novarum, en 1891, y se apega bastante a esa tradición’’.

Lo que distingue a “Ladato Si’’ de documentos previos de la iglesia sobre la crisis ambiental, agregó Ivereigh, es lo que tiene el propósito de provocar acciones; causar una enorme “conversión’’ en la forma en que los seres humanos entienden su lugar y responsabilidad con un planeta que está en peligro.

“Todos sabemos que esto está ocurriendo; la iglesia ha estado hablando al respecto desde hace largo tiempo atrás’’, dijo Ivereigh, parafraseando a Francisco con respecto a la destrucción ambiental. “Sin embargo, no hacemos nada’’.

En “Alabado seas’’, Francisco expone un documento profundamente teológico, con bases en la enseñanza católica pero en el cual cuestiones espirituales y seculares se entretejen tan estrechamente, que la tabla de contenidos prometiendo segregarlas en secciones es un poco engañoso.

Como un canto recurrente, Francisco entona a lo largo del documento que todos y todo está interconectado. con Dios, con la creación, con otros seres humanos.

“Como creyentes, nosotros no vemos el mundo desde la carencia sino desde adentro, conscientes de los vínculos con los cuales el Padre nos ha ligado a todos a todos los seres’’. Pero, justamente cuando él empieza a sonar espiritualmente cósmico, agrega una pizca de ciencia: “Una buena parte de nuestro código genético es compartido por muchos seres vivos’’. Todo parece indicar que Francisco está determinado a mostrar que la inquietud con respecto al ambiente no es solo suya. Al menos durante tres décadas, conferencias de obispos y papas se han expresado sobre problemas ambientales. La encíclica de Francisco está repletada de citas y pies de página de las declaraciones de obispos en países como Australia, Brasil, Canadá, la República Dominicana, Japón, las Filipinas y Estados Unidos sobre el impacto del cambio climático o crisis ambientales.

Para algunos de los argumentos más contenciosos de Francisco - sobre un sistema económico que exacerba la desigualdad y causa degradación ambiental -, él cita las palabras de sus predecesores, particularmente San Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Atribuye la crisis ambiental a países más ricos e industrializados que extraen recursos para alimentar un insaciable deseo de bienes de consumo. Los cristianos, destacó, también han sido seducidos por este consumismo. “La espiritualidad cristiana propone un entendimiento alternativo de la calidad de vida y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, que sea capaz de profundo alegría exenta de la obsesión del consumo’’, escribe Francisco.

Al comienzo de la encíclica, el papa expresa claramente su intención de que toda la humanidad se someta a una transformación espiritual: “Nuestro objetivo no consiste en amasar información o en satisfacer la curiosidad, sino más bien volvernos dolorosamente conscientes, atrevernos a convertir lo que le está ocurriendo al mundo en nuestro propio sufrimiento personal y, de ahí, descubrir qué puede hacer cada uno de nosotros al respecto’’.

Dice que la referencia de la Biblia a que los seres humanos tienen “dominio’’ sobre la tierra ha sido malinterpretada por algunos cristianos como si eso les diera licencia a los humanos para saquear sus recursos sin respeto hacia otros organismos vivos.

Francisco nota que en el Libro del Deuteronomio, dice que si encuentras un nido de pájaro en un árbol con una madre empollando, “No tomarás a la madre con las crías’’.

Además en el Éxodo, dice que el día de descanso del Sabbat no es solo para humanos, sino también para que el propio buey y burro puedan descansar.

“Claramente, la Biblia no tiene cabida para un antropocentrismo indiferente hacia otras criaturas’’, escribe Francisco.

Estas ideas están al centro de la espiritualidad franciscana, inspiradas por la vida y enseñanzas de San Francisco de Asís, el fraile del siglo XIII, dijo Patrick Carolan, director ejecutivo de la Red de Acción Franciscana, coalición de órdenes franciscanas que trabaja en temas de justicia social.

“Se oyen las historias de Francisco saliendo y predicando a las aves y los árboles’’, dijo Carolan. “Nosotros tendemos a considerar esto actualmente como una historia sentimental del Dr. Doolittle. Pero a San Francisco le preguntaron por qué hacía esto, y dijo que Dios le había pedido predicar el evangelio a sus hermanos y hermanas. y él consideraba que esos eran sus hermanos y hermanas’’.

“Nosotros, los franciscanos, hemos estado en esto durante 800 años’’, agregó Carolan. “Así que, bienvenidos a nuestra fiesta’’.

Todo parece indicar que Francisco está decidido a recordarles a los católicos, cuando menos a los del continente Americano, que ver a la naturaleza como un hermano vivo no es un concepto extranjero que solo se encuentra en la espiritualidad del nativo americano sino parte de su propia tradición católica.

Francisco elogia a dirigentes que no son católicos y han puesto el cuidado por la creación al centro de su enseñanza, como el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla, quien encabeza a los cristianos ortodoxos orientales del mundo.

Entre quienes presentaron la encíclica en la conferencia de prensa del Vaticano este jueves estuvo un teólogo ortodoxo oriental, Metropolitan John Zizioulas, quien dijo: “La crisis ecológica esencialmente es un problema espiritual’’. “La relación apropiada entre humanidad y tierra se ha roto por la caída, tanto hacia afuera como dentro de nosotros. Esta ruptura constituye lo que llamamos pecado”. Destacó: “La iglesia debe introducir en su enseñanza el pecado en contra del ambiente. El pecado ecológico’’.(Laurie Goodstein / The New York Times-LA GACETA)