Podríamos resumirlo en:

Ha aumentado en 400 millones (un 57%) el número de católicos en el mundo desde 1980, pero el crecimiento es desigual y procede fundamentalmente de Asia y Africa. También en Asia y África el incremento de sacerdotes es grande pero insuficiente tanto para compensar las pérdidas en «el Primer Mundo» como para poder atender a los fieles de sus diócesis.
Y prácticamente este es el único dato positivo, porque:

El crecimiento parece ligado a la «natalidad», no a la «evangelización, apostolado o proselitismo» (táchese la palabra que no guste).

Esto suponen unas perspectivas tremendas para Europa (con previsiones de descenso de un 5%, por la edad) y lo que CARA llama «las Américas» y para todo el mundo una perspectiva todavía más tremenda (perdón de nuevo por el cubanismo) ya que supone que los católicos han dejado de ser sal y luz.

Según CARA parece que esto será así hasta 2050. En este aspecto discrepo, las manos del Señor no se han abreviado, por buscar un ángulo positivo.

El número de parroquias católicas no crece al mismo ritmo que el número de católicos, y el número de sacerdotes que sirven a los fieles católicos ha disminuido drásticamente, en un 35% en todo el mundo desde 1980.

La práctica sacramental ha disminuido. En parte por falta de sacerdotes pero no es el motivo fundamental. 

(Juanjo Romero-INFOCATOLICA)