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Sínodo: El duelo de dos jesuitas y dos dominicos
02 - 06 - 2015 - SINODOS - 2014-2015

"La Civiltà Cattolica" ha encendido la disputa, con dos excepciones a la prohibición de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar propuestas al mismo tiempo por un seguidor de San Ignacio y uno de Santo Domingo. Inmediatas reacciones críticas de dos religiosos de las mismas órdenes, de Sandro Magister.

En el último número de "La Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma impresa con el control previo de las autoridades vaticanas, en un artículo firmado por su director, el padre Antonio Spadaro, en un determinado punto se lee:

"La rigidez doctrinal y el rigorismo moral pueden llevar también a los teólogos a posiciones extremistas, que desafían el 'sensus fidei' de los fieles e incluso el simple sentido común. Una reciente crónica periodística cita, elogiándola, la carta de un teólogo americano que hace estas afirmaciones insensatas:

"'¿Cuál es en este caso el mal más grave? ¿Prevenir la concepción – la existencia – de un ser humano con un alma inmortal, querido por Dios y destinado a la felicidad eterna? ¿O abortar a un niño en el seno materno? Esto último es ciertamente un mal grave, Gaudium et spes lo define como crimen abominable. Pero de todos modos existe un niño que vivirá eternamente, mientras que en la primera circunstancia mencionada no existirá jamás un hijo que Dios quería que viniese al mundo'.

"Con este razonamiento se considera, por lo tanto, más aceptable el aborto que la anticoncepción. ¡Increíble!".

Quien se expresa de este modo es un renombrado teólogo de la orden de Santo Domingo, el francés Jean-Miguel Garrigues, que estuvo acompañado en la redacción de "La Civiltà Cattolica" por el cardenal de Viena Christoph Schönborn, también éste dominico y amigo suyo, y que fue entrevistado por el padre Spadaro.

El cual, a su vez, dice que concuerda plenamente con él:

"Sí, comparto su juicio. También yo he leído esas palabras y me he quedado asombrado por su lúcida insensatez".

Ni Garrigues ni Spadaro dicen el nombre del teólogo al que acusan, pero la cita que hacen es inequívoca: está sacada de una carta dirigida el pasado 29 de enero a www.chiesa por el jesuita americano Joseph Fessio:

> "La Civiltà Cattolica" no siempre tiene razón. Palabra de jesuita

El padre Fessio no es un desconocido. Formado en la escuela teológica de Joseph Ratzinger – de cuyo círculo de discípulos, el "Ratzinger Schülerkreis", es miembro destacado –, ha fundado y dirige en Estados Unidos la casa editorial Ignatius Press, entre cuyas recientes publicaciones hizo ruido el libro "Remaining in the Truth of Christ", con las intervenciones de cinco cardenales contra la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

En la carta, el padre Fessio criticaba lo que otro jesuita de "La Civiltà Cattolica", Pierre de Charentenay, había escrito contra los obispos de Filipinas, a los que acusaba de estar "atrasados" y ser "cerrados" respecto a las luces de la modernidad y a las solicitaciones del Papa Francisco, pues se oponían con fuerza a la ley sobre "salud reproductiva" querida y hecha aprobar en el país por el presidente Benigno Aquino, católico.

Sin embargo, Garrigues y Spadaro ignoran esto y se abalanzan sobre un único pasaje de la carta de padre Fessio, en la que éste ilustraba un caso específico.

La réplica de Fessio está reproducida más abajo y toca también otros puntos de la entrevista a Garrigues.

Sobre todo el punto donde examina dos casos de segundas nupcias después de un anterior matrimonio por la iglesia, proponiendo en ambos casos la admisión a la comunión eucarística.

El primer caso:

"Pienso en una pareja en la que uno de los componentes haya estado casado precedentemente, pareja que tiene hijos y una vida cristiana efectiva y reconocida. Imaginemos que la persona ya casada haya sometido el matrimonio precedente a un tribunal eclesiástico que ha decidido que es imposible pronunciar la nulidad por falta de pruebas suficientes, mientras que ellos mismos están convencidos de lo contrario y no tienen medios para demostrarlo. Basándose en los testigos sobre su buena fe, su vida cristiana y su apego sincero a la Iglesia y al sacramento del matrimonio, en particular el de un padre espiritual experto, el obispo diocesano podría admitirlos con discreción en la penitencia y en la eucaristía sin que se haya pronunciado la nulidad del matrimonio".

El segundo:

"Es más delicado. Es aquel en el que, después del divorcio y el matrimonio civil, la pareja de divorciados ha vivido una conversión a una vida cristiana efectiva, de la que puede ser testigo entre otros el padre espiritual. Ambos creen, sin embargo, que su matrimonio sacramental fue verdaderamente tal y, si pudieran, intentarían reparar su ruptura porque viven un arrepentimiento sincero: pero tienen hijos y, por otra parte, no tienen la fuerza de vivir en continencia. ¿Qué hay que hacer en este caso? ¿Se les debe exigir una continencia que sería temeraria sin un carisma particular del Espíritu? Se trata de preguntas sobre las que habría que reflexionar".

Además, Fessio reacciona cuando el hermano de su orden Spadaro le incluye entre "quienes se habían escandalizados cuando algunas misioneras, expuestas en ciertas regiones del mundo en guerra al peligro de ser violadas, habían sido autorizadas a tomar de manera preventiva la píldora anticonceptiva".

Y luego, de nuevo Fessio rebate a Garrigues porque éste lo incluye en la "misma corriente que ha criticado la opinión personal de Benedicto XVI en su libro 'La luz del mundo' (2010), porque había dicho: 'En determinados casos, cuando la intención es la de reducir el riesgo de contagio, el uso del preservativo puede ser un primer paso que abra el camino a una sexualidad más humana, vivida de manera distinta. Puede haber casos individuales, como cuando un hombre que se prostituye usa el preservativo, en el que este puede ser un primer paso hacia una moralización, un inicio de responsabilidad que permita tomar nuevamente conciencia de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere'. Para los opositores del Papa Benedicto XVI el preservativo es intrínsecamente malo, independientemente de cualquier consideración sobre las circunstancias de su uso".

De esta controversia, coronada por una nota de la congregación para la doctrina de la fe, www.chiesa había informado en su momento en estos cinco servicios:

> Fuego amigo sobre Benedicto XVI, por culpa de un preservativo (1.12.2010)

> Iglesia y preservativo. El "no" de los intransigentes (4.12.2010)

> Con el tema del preservativo y el SIDA el Papa ha descendido de la cátedra (11.12.2010)

> Ética sexual. Seis profesores discuten el caso Ratzinger (18.12.2010)

> El profesor Rhonheimer escribe. Y el Santo Oficio le da la razón (22.12.2010)

Hay que resaltar también que el caso aborto/anticoncepción planteado a finales de enero por el padre Fessio fue ampliamente profundizado en una larga discusión entre él y el teólogo canadiense Michel Fauteux, del todo ignorada por "La Civiltà Cattolica":

> Anticoncepción y aborto. Cuál es el mal mayor

Pero dejemos la palabra al padre Fessio.

E inmediatamente después otro teólogo, no jesuita sino dominico, que crítica aún más a fondo las dos excepciones planteadas por el hermano de su orden Garrigues en "La Civiltà Cattolica" respecto a la prohibición de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

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Sandro,

No estoy seguro de que valga la pena dar una respuesta a "La Civiltà Cattolica", porque la crítica de padre Garrigues no afronta lo que he efectivamente dicho; es más bien lo que nosotros llamamos una argumentación insustancial. Él cita, de hecho, una parte de lo que yo he escrito, pero no la parte que especifica el caso particular sobre el que fundamento mi conclusión.

Pero por lo que pueda valer:

1. La entrevista, en su conjunto, es irreprochable, sobre todo cuando el padre Garrigues habla en términos generales, es decir, la mayor parte del tiempo. Pero cuando presenta ejemplos concretos – los dos casos de las páginas 507-509 – va desde la zona límite del caso 1 al abismo del caso 2.

Naturalmente – caso 1 – si hay la certeza moral de que, en primer lugar, el matrimonio era no existente, entonces una solución pastoral de "epieikeia" puede ser aceptable; aquí no hay adulterio, porque en realidad no existía ningún matrimonio precedente.

Pero en el caso 2 – el "más delicado" –, en el que la nueva pareja reconoce como válido y sacramental el anterior matrimonio pero "no tiene la fuerza de vivir una continencia que sería temeraria sin un carisma particular del Espíritu", tenemos una situación de adulterio objetivo: una relación conyugal fuera de un matrimonio válido. Así, según el padre Garrigues, Dios no les dará a los dos la gracia necesaria para evitar el pecado. ¿Necesitan las personas un "carisma especial" para evitar la fornicación cuando el deseo es tan grande que no tienen la "fuerza" de resistirse a él?

2. En la página 504, el padre Garrigues empieza su respuesta a la ocurrencia del padre Spadaro, según el cual necesitamos estar "atentos para salvar a los perdidos y no solamente preocupados por no perder a los salvados", diciendo: "La rigidez doctrinal y el rigorismo moral pueden llevar también a los teólogos a posiciones extremistas". Y como ejemplo de esta rigidez, rigorismo y extremismo, cita una parte de mi argumentación.

En mi argumentación original, inmediatamente antes de las palabras por él citadas, hay estas otras palabras:

"Pregunto: ¿es verdad que el aborto es un mal peor que la anticoncepción, y también "decididamente más grave”? No necesariamente. Tomemos el caso de parejas casadas que sin grave necesidad utilizan la anticoncepción para retrasar el nacimiento de hijos durante años, luego que se han casado. Ciertamente en algunos casos la voluntad de Dios para ellos es que estén abiertos a una nueva vida".

Obsérvese que he presentado un caso muy concreto y lo he hecho precisamente para afirmar que el aborto no es necesariamente en todos los casos más grave que la anticoncepción. Pero tras haber omitido el caso específico sobre el que baso mi argumento, el padre Garrigues cita sólo lo que le sigue. Y sin embargo también él, a pesar de que introduce esta citación truncada calificando lo que digo como "afirmaciones insensatas", inicia la citación truncada con "¿Cuál es en este caso el mal más grave?” (el subrayado es mío). Tras haber omitido intencionadamente el "caso" que gobierna lo que sigue, concluye: "Con este razonamiento se considera, por lo tanto, más aceptable el aborto que la anticoncepción. ¡Increíble!".

Lo que es increíble – o tal vez no – es que alguien que sostiene ser un estudioso proceda de este modo. Mi posición puede estar equivocada. Pero el padre Garrigues no la ha confutado, porque en realidad no ha planteado ni siquiera un solo argumento contra ella. No he afirmado jamás que cada acto de anticoncepción sea un mal más grave que el aborto. Y ni siquiera el caso específico que he planteado exige la conclusión general que de él se deriva.

Además, él se refiere a mi “razonamiento" (que no es para nada mío) como "similar a los de quienes" se escandalizaron por el hecho de que algunas religiosas que se encontraban en peligro de ser violadas en una región atormentada por la guerra hubieran tomado anticonceptivos. Esto no tiene nada que ver con el caso que he presentado, por lo que respondo sencillamente: "No es parecido".

Más adelante sostiene que "la misma corriente" (que no es la misma y no es una "corriente" porque no tengo conocimiento de que nadie más haya argumentado de este modo) se opone a lo que Benedicto XVI escribió en "Luz del mundo" sobre el uso de los preservativos para prevenir el SIDA. De nuevo, esto no tiene nada que ver con el caso que he presentado.

Pax et bonum,

P. Joseph Fessio, S.J.

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La revista de los jesuitas de Roma que ha publicado la entrevista al padre Garrigues:

> La Civiltà Cattolica

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Y ESTA ES LA RÉPLICA DE OTRO TEÓLOGO, NO JESUITA SINO DOMINICO


Cher Sandro,

Je suis mille fois d’accord avec l’article du frère Jean-Miguel Garrigues O.P. sur "La Civiltà Cattolica". Sauf lorsqu’il en vient à présenter deux cas "limites" comme deux exceptions.

Là, j’ai cru que c’était... les jésuites qui avaient inséré un passage qui n’était pas de lui. Mais non : c’est bien de lui, il me l’a confirmé lui-même.

*

Dans sa première exception, ça revient à dire que si des hommes du métier, qui y passent beaucoup de temps, n’ont pas pu faire la preuve de la nullité du lien, alors l’évêque, qui n’est pas un spécialiste du mariage, en son âme et conscience, pourra passer par dessus au terme d’un ou deux entretiens, sur la bonne foi des époux et l’attestation de leur accompagnateur spirituel.

On répondra : "Mais leur mariage est nul". Dans ce cas, s’il est vraiment, pourquoi ne pas les marier? Et pourquoi alors agir en secret, dans la discrétion ? Parce qu’on a des doutes ? Et si on ne les marie pas, en quoi le fait que leur premier mariage soit nul changera le fait qu’ils vivent ensemble sans être mariés légitimement dans un lien sacramentel ? En quoi cela leur ouvre-t-il l’accès à l’absolution et à l’eucharistie?

Quand des époux se présentent finalement à l’officialité (quand ils le font…), c’est qu’ils pensent qu’il y a quelque fondement à la nullité de leur lien, c’est qu’ils sont convaincu en leur âme et conscience que leur mariage est nul. Et si le tribunal ne leur donne pas raison, vont-ils être convaincus pour autant ? C’est donc tous ceux qui se présentent à l’officlalité qui pourront dire qu’en conscience leur mariage est nul, et l’évêque pourra tous les absoudre, et tous les autoriser à communier.

Il n’y a donc plus qu’à fermer les officialités, remplacées par les évêques, et même les églises, puisque un simple mariage civil entraîne les effets d’un mariage sacramentel.

*

Dans sa seconde exception, les époux à l’inverse sont convaincus que leur mariage est sacramentel. Mais ils n’étaient pas convertis, donc la grâce n’a pas produit de fruit. Mais ils se sont convertis depuis : reviviscence de la grâce matrimoniale. Problème : depuis, ils ont divorcé et ils se sont remariés. Comme ils sont convertis, ils voient le problème, et s’ils le pouvaient, ils aimeraient bien "réparer" leur divorce et leur remariage. Mais ils ne le peuvent pas, puisqu’il y a des enfants. Et comme ils n’ont pas reçu une grâce spéciale de l’Esprit saint, ils n’ont pas la force de la continence. Alors, comme ce sont de bons chrétiens, on va les admettre à l’eucharistie.

Dans ce cas, c’est très bien, on va pouvoir la donner à tous les divorcés remariés qui restent pratiquant, parce que sont de bons pratiquants. Ah, c’est vrai, ils sont divorcés remariés, et ils reconnaissent que leur premier mariage était le bon, donc que leur second est illégitime, donc ils sont adultères ? Mais à part ça, ce sont de bons chrétiens, et puisque ce sont de bons chrétiens, on va leur donner accès aux sacrements : la pénitence et l’eucharistie.

On passe donc du "je suis pécheur, donc je dois changer de vie" au "je suis bon chrétien, donc l’Église doit changer la règle".

On répondra : mais ce sont des exceptions, qui ne concerneraient en réalité que peu de monde. Vraiment ? Ça peut concerner tous les divorcés remariés qui pratiquent encore. Les autres, qui ne pratiquent plus, ils se passent déjà de la reconnaissance de l’Église, à laquelle ils ont cessé de demander des comptes.

*

Avec ces deux exceptions, on finit par couvrir tous les cas : que le mariage sacramentel soit valide ou pas, ce sont de bons chrétiens, donc on leur donne accès à l’eucharistie, sans plus se demander si la situation dans laquelle ils vivent n’entre pas en contradiction avec la parole du Christ qui nous dit que celui qui vit avec une personne qui n’est pas son conjoint légitime est adultère, et que les adultères n’ont pas part au Royaume. Ils n’ont pas part au Royaume, mais on leur donnera part au sacrement du Royaume, ils mangent et ils boivent leur propre condamnation d’après l’Apôtre, mais tout va bien.

On rappelle dans l'article de "La Civiltà Cattolica" que le Saint Office a condamné en 1690 le "tutiorisme". Mais on oublie de dire que la congrégation pour la doctrine de la foi a condamné ces deux propositions en 1994, avec la "Lettre aux évêques sur l’accès à la communion eucharistique des divorcés remariés", par le cardinal Ratzinger, et en 1998, "À propos de quelques objections à la doctrine de l’Eglise concernant la réception de la communion eucharistique de la part des fidèles divorcés remariés", toujours par le cardinal Ratzinger. Sans parler de "Familiaris Consortio" n. 84 du 1981, de "Sacramentum Caritatis" n. 29 du 2007, du Code de droit canonique, du Catéchisme de l’Église catholique, etc…

C’est incroyable que un théologien comme le frère Garrigues ne voie pas que l’exception qu’il propose au titre de l’épikie revient exactement à la pratique des Églises orientales de faire des "exceptions", qui ouvrent peu à peu la porte à d’autres et ruinent dès le début et toujours plus le principe de l’indissolubilité. C’est exactement la demande d'un autre théologien, Basilio Petrà. C’est mettre fin à deux mille ans de fidèlité, pour se mettre à la traîne des orthodoxes qui n’ont pas été fidèles au Seigneur sur ce point.

Les deux exceptions proposées par "La Civiltà Cattolica" admettent à l’eucharistie sans renonciation à son péché : exactement le contraire de ce que l’Église a toujours demandé.

Au nom de la fermeté des principes et de la souplesse des exceptions, on en revient à abandonner la nécessité de se convertir pour obtenir le pardon, ce qui ne souffre aucune exception, on en vient à entrer en contradiction avec la parole du Christ au nom de la miséricorde, alors que c’est le Christ qui nous fait miséricorde dans la pénitence, qui ne veut pas la mort du pécheur mais qu’il vive, en changeant de vie.

Bonne Fête de la Trinité !

Le 31 mai 2015

(Carta firmada)


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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

Texto publicado por http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1351059?sp=y